CALMADOS EN LA TORMENTA


"... -No tengan miedo -dijo-.
¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!" (Mt 14:27)

CALMADOS EN LA TORMENTA

La relación entre masa y superficie es la que interfiere en la posibilidad de que los seres vivos puedan caminar sobre el agua. Según algunos estudios de probabilidades, para conseguirlo se requiere alcanzar una velocidad superior a 100 km/h. El ser humano, según datos especializados, más no concluyentes, su velocidad promedio máxima podría ser de 64km/h. Aunque se descubren nuevas formas de optimizar la producción de energía y fuerza que supere esta medida, no hay forma de lograrlo, hasta el momento. En realidad, la lucha por alcanzar grandes velocidades ya no sería caminar, sino lograr velocidades ultramaratónicas, algo para lo que el ser humano no fue diseñado. En el reino animal, el guepardo puede alcanzar hasta 120 km/h por un corto tiempo, pero su peso no le favorece sostenerla. El récord se lo lleva el halcón peregrino, al que se le han cronometrado 324-384 km/h, velocidad nada competitiva en ningún reino, y el caso es que vuela sobre la superficie del agua y no camina.

Sin embargo, tenemos un caso único y verdadero, aunque la ciencia lo tenga como "hipótesis falsable". Hace poco más de 2000 años, alguien llegó a alterar los índices de la ciencia y de las probabilidades y su nombre fue Jesús. Como creyentes en Cristo, nuestro criterio no se basa en la percepción y en la verificación, sino en la fe. Mientras que un científico lo fundamenta en la razón y la comprobación, el cristiano ve con el corazón. Su nivel de percepción va más allá de lo que otros ven, porque lo hace a través del que ha superado los récords de probabilidades. Además, es Él quien establece que caminar sobre el agua si se puede, cuando soltamos el peso que nos hunde, y lo dejamos en Sus manos. Así el soplo de Su Espíritu nos llevará mar adentro, sobre la superficie de las aguas.

"... quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar..." (Hbr 12:1 NTV) 

El miedo es una emoción natural producida por el sistema nervioso como respuesta a la activación del sistema de alerta frente a un peligro o situación de riesgo. El temor es una emoción ficticia que la mente crea como mecanismo de protección ante algo que se cree que va a suceder y que limita el funcionamiento habitual de la persona. Independiente de sus manifestaciones, estas emociones son perjudiciales cuando dominan el comportamiento humano, provocando inhibición de la respuesta; suprimen el buen funcionamiento de las acciones posteriores, pensamientos negativos, aceleración y, en algunos casos, desaceleración del pensamiento, irritabilidad, inseguridad y falta de dominio propio. Sin embargo, al otro lado del miedo y del temor está la Verdad, que es su contraposición, y que proporciona fuerza y trae paz, "Así que no temas porque yo estoy contigo; no te angusties porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra de Victoria" (Is 41:10)  

De acuerdo al contexto que enmarca Mateo 14, podemos conocer las distintas situaciones que Jesús afrontó en su humanidad. Atravesó circunstancias que le causaron sufrimiento, como la muerte de su amigo Lázaro; experimentó el hambre, la sed y el cansancio. Además, las multitudes lo seguían esperando, sus manifestaciones de poder y autoridad, como la sanación de enfermos y otros milagros, como la alimentación a cinco personas,  "... Salió en una barca a un lugar alejado para estar a solas; pero las multitudes oyeron hacia dónde  se dirigía y lo siguieron a pie desde muchas ciudades" (Mt 14:13).

A pesar de lo que pudiese sentir humanamente, el amor y la compasión hacia los demás movía su corazón y no lo hacia desfallecer. Dios hecho hombre, vivió y sintió las mismas emociones que nosotros. Él es conocedor de nuestros problemas, escucha nuestras peticiones, nuestro corazón entristecido se une al Suyo, vive con nosotros cada circunstancia, porque nos prometió no dejarnos solos. En sus manos reposa nuestro dolor y sufrimiento, y con autoridad y bondad nos invita a mantenernos de pie, a no desfallecer, y mantenernos sostenidos en sus brazos para no caer, "Cuando Jesús bajó de la barca, vio la multitud tuvo compasión de ellos y sanó a los enfermos" (Mt 14:14) 

A veces, es necesario reflexionar, sí, como seres humanos, poseemos la fuerza suficiente, la empatía y el amor para hacer lo mismo que hizo Jesús en sus tres años de ministerio. A pesar de que era conocedor del destino final que le esperaba en la tierra, la muerte de cruz, sin merecerla, recibió lo que era para nosotros sin abrir la boca para quejarse o protestar. Solo lo hizo para compartir Su mensaje de salvación, hasta el último momento, y aún después de su muerte,  "al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en Él recibiéramos la justicia de Dios" (2 Cor 5:21)

  "Jesús hizo también muchas otras cosas, tantas que, si se escribiera cada una de ellas, pienso que los libros escritos no cabrían en el mundo entero" (Jn 21:25)

Conocer y aprender acerca de la vida de Jesús y su ministerio debe llenarnos de fortaleza y agradecimiento, como también esforzarnos cada día en ser un reflejo de Su amor. Jesús es la inspiración perfecta para aquellos que desean ir más allá de lo que es común, es el patrón de huellas donde nuestros pies se ajustan solo por amor, es el espejo original digno de ser reflejado. Mirar nuestra vida a través de Jesús es vivir el destello de Su gracia y misericordia, lo cual debe alentarnos a honrarlo y glorificarlo con todo lo que somos y hacemos, "El que dice que permanece en Él,  debe andar como Él anduvo" (1 Jn 2:6)  

"Estad siempre gozosos;
orad sin cesar; dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios
para vosotros en Cristo Jesús" (1 Tes 5:16-18)

La primera gran enseñanza que nos deja el pasaje de JESÚS CAMINA SOBRE EL AGUA es que, a pesar de las circunstancias y de que el tiempo de su muerte se acercaba, Jesús no desfallecía en la oración. Ni el cansancio ni la falta de entendimiento de su pueblo frente a Su mensaje, ni el temor al futuro lo hacían flaquear. El contacto y la relación íntima con Su Padre era lo que lo fortalecía, llenaba de paz y daba dirección, "Después de despedir a la gente, subió a las colinas para orar a solas..." (Mt 14:23). Y es que orar es tan necesario como respirar. Es el momento cuando se inhala "oxígeno celestial" y se "exhala gas tóxico" nocivo para nuestra salud espiritual. "Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión" (Ef 6:18) Nada debe interferir con el tiempo de oración, ni la falta de tiempo, ni las dificultades cotidianas ni el enojo ni el pecado. Priorizar la oración es fundamental, ya que lo que hay en primer lugar en nuestro corazón, eso amamos, y eso le da dirección a nuestra vida, "Jesús contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse" (Lc 18:1-1-8) PARÁBOLA DE LA VIUDA PERSISTENTE

La falta de oración conlleva una pobre relación con Dios, lo que provoca darle la oportunidad al enemigo para que acampe en nosotros y que el Espíritu de Dios no encuentre donde habitar. Si experimentamos temor, desesperación e incertidumbre, es debido a que hemos bajado la guardia y hemos dejado de dar prioridad a Dios. Así, el encabezado de nuestra lista lo ocupan nuestras necesidades, luchas, sufrimientos, gustos, personas y demás, a pesar de que el Señor dijo: "No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho" (Fil 4:6)

                                             ¡No tengan miedo! (V27b)

"Mientras tanto, los discípulos se encontraban en problemas lejos de tierra firme,..." (Mt 14:24a) Cuando los discípulos de Jesús estaban cruzando el mar, se desató una fuerte tormenta, "se había levantado un fuerte viento y luchaban contra grandes olas" (V24b). Jesús no estaba con ellos; es posible que les quisiera enseñar cómo abordar las situaciones conflictivas sin su presencia física, "andamos por fe y no por vista". No obstante, la lucha de los discípulos por mantenerse a flote era más fuerte que los vientos que los azotaban. Los problemas que nos asedian llegan con fuerza cuando menos lo esperamos y como creyentes no estamos exentos del padecer, pero es la madurez espiritual, una fe fortalecida, lo que marca el carácter de su abordaje. 

Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua
...quedaron aterrados. 
Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma!». (Mt 14:26)

Asimismo, todos experimentamos miedos, temores y sufrimiento. Pero como imitadores de Cristo, la perspectiva desde la que los miramos es diferente. Jesús, de camino hacia Getsemaní, tenía miedo y dolor. Como Soberano Dios, en un instante había podido tirar la cruz y destruir todo; sin embargo, camino con una meta segura, a lo que había venido. Él no pensaba en su dolor, humillación, rechazo, golpes, insultos, traición; pensaba en nosotros, por eso resistió hasta el final. 

*"—Señor, si realmente eres tú,..." (V28a), el temor y el miedo, que intensifican el sufrimiento, llevan a que, a pesar de llevar tiempo caminando con el Señor, se olvide quién es Él y lo que haría por nosotros. Nos hacemos insensibles a su voz y se vuelve irreconocible para nosotros. No nos acordamos de sus promesas, sus palabras, de cuánto nos ama y quiénes somos en Cristo, dejando todo en manos de las emociones o los detonantes de las circunstancias, "... ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua" (V28b)

                                           ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! (V27)

Hoy, Cristo Jesús nos llama: "¡Ven!". Nos pide soltar y entregar, cortar los hilos que nos atan al pasado, a la vieja vida. Romper con los pensamientos que nos privan de la libertad en Cristo, lo que nos hace prisioneros y no nos deja vivir a plenitud en la Tierra Prometida. Lo que impide un caminar en paz y nos roba el gozo que solo Cristo da. Depositar a los pies de la cruz lo que causa sufrimiento y temor, con lo que batallamos cada día trae sanidad, "Entonces Pedro se bajó por el costado..." (V29)

Dejamos todo para liberarnos del peso que nos hunde, con la mirada puesta en el actor y consumador de la vida, con los pies firmes en la Roca de Salvación, con el corazón libre para que Su Espíritu habite en él, "y caminó sobre el agua hacia Jesús, ..." (V29b). Caminar implica mantener una relación íntima y continua con Dios, acoger su voluntad, ser un reflejo de su gloria y el mayor deseo de nuestro corazón. Honrarlo con nuestras vidas es la garantía de que caminaremos sobre las aguas tempestuosas de la vida y no nos hundiremos, "...esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender,..." (Fil 4:7b). Viviremos en un estado indescriptible, que solo Cristo da, "calmados en la tormenta", "Tú dominas la soberbia del mar; cuando sus olas se levantan, Tú las calmas" (Sal 89:9)

"pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse" (V30)

Le damos vida al temor y al miedo cuando perdemos el enfoque y dejamos de mirar a Jesús. Él es la lámpara que guía nuestros pasos, es la huella donde nuestros pies se posan, es el sonido del alba que despierta nuestro corazón, es el gozo que extingue las nubes oscuras y la espada que ahuyenta al depredador. Ni los embates de los vientos, ni el rugir de las tormentas, ni la furia de las olas harán que nuestros pies desfallezcan o se debiliten, "porque Tú estás con nosotros", como lo prometiste, "El Señor está conmigo, y no tengo miedo;..." (Sal 118:6a).

Hoy el Señor Jesús viene a recordarnos que Él no es una probabilidad ni una casualidad ni el amuleto de la buena suerte. Él es una realidad viva y, mientras llevemos una vida cristiana activa y de calidad, focalizados en la Roca Viva, Cristo Jesús, siguiendo sus ordenanzas obedientemente, Su Espíritu estará con nosotros, "Dios bendice a los que confían..." (Sal 31:8a) Así cuando lleguen las nubes oscuras a nuestra vida, estaremos protegidos por el resplandor de Su gloria, quien nos infundirá nuevas fuerzas; Su soplo de vida nos dará aliento y con esperanza continuaremos por Su camino sin desfallecer. Aunque caigamos y las noches se hagan largas, Él será la luz del nuevo día que llenará de gozo y consolará nuestro corazón. Ni angustiados ni desesperados porque en Cristo siempre tendremos la victoria, Él es la victoria, "—¡Sálvame, Señor!—gritó..."

De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró.
—Tienes tan poca fe—le dijo Jesús—. 

¿Por qué dudaste de mí? (Mt 14:31)

Bendito seas, Tú, soberano Señor, que haces de tu amor mi refugio seguro. Tú enfrentas a las tormentas que nos azotan para protegernos. Nos cuidas como la niña de tus ojos y velas por nosotros de noche y de día. No hay nada que pueda detener tu mano poderosa, cuando encuentras un corazón dispuesto a amarte por encima de todas las cosas. Gracias, Señor, por tus bondades, y acrecienta nuestra pasión por Ti cada día. Al toque de trompeta de la mañana déjanos amarte y saciarnos de Ti, hasta el ocaso del día. En el nombre de Jesús. Amén.  

A mi Amado Señor, que aplaca mis tormentas con su maravilloso amor, sea la honra y la gloria. Amén

👉CUÁNTO NOS AMA

"Voy caminando de tu mano, suave,
Las dudas se marchan, se van con el viento,
tu sacrificio, mi roca, mi ave,
eres mi todo, mi único aliento.

Así, en tus brazos, quiero quedarme,
en el eco sagrado de tu verdad,
sin miedo al futuro, nada puede alarmarme,
Tu amor, JESÚS, es mi eterna bondad.

Tu amor, Jesús, es la luz que me ampara,
en cada paso, Tu paz me asegura.
temores se ahogan, el miedo desvanecido,
es tu gracia, que nos ha renacido ". (Gracia)


**Que la presencia del Espíritu de Dios le lleve a experimentar la paz en medio de tus tormentas.



Que el Señor le bendiga con su paz y gozo.



Psicóloga Educativa Infantil Cristiana
Estudiante de Teología Reformada
"Tu amor me encontró"

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