POR CULPA DE USTEDES

"Pero el Señor estaba enojado conmigo por culpa de ustedes y no quiso escucharme.
“¡Ya basta!—exclamó—. Ni una sola palabra más sobre ese asunto" (Deu 3:26 ntv) 

POR CULPA DE USTEDES

Julia llegó esa mañana radiante y un tanto eufórica, sin previo aviso. Llevaba algún tiempo con citas de control, dado que los síntomas de su depresión bipolar apenas eran un recuerdo. Al verla, me alarmé y pensé que era un episodio maníaco, pero no fue así. Deseaba compartir su nueva decisión, ya que se casaría en breve. Hacía cerca de ocho años que había entregado su vida a Cristo y desde entonces su vida no era igual. Esta nueva experiencia cambiaba todo, puesto que la persona con la que compartiría su vida no era cristiana, profesaba otra religión. Consciente de lo que piensa el Señor sobre este tema, dijo: ¡Sí, acepto! Ningún argumento respaldado por la Biblia la hizo desistir. Se casó, y yo estuve en primera fila acompañándola en su boda. Comí, reí y compartí, a pesar de mi opinión al respecto. Por no quedar mal, me dije, para justificar mi asistencia. Seis meses después, Julia volvía de nuevo, con una fuerte depresión. Me dijo: -Nada fue como pensaba, nos divorciamos, no estamos de acuerdo en nada, Julia recayó y su recuperación fue difícil. Dejó de congregarse y se aisló, terminó culpando a Dios de tal infortunio y a mí por no haberla detenido. Me dijo: ¡Tú ayuda no fue la mejor! (EHP-Es Su Gracia). "Los necios creen que su propio camino es el correcto, pero los sabios prestan atención a otros" (Pv 12:15 NTV)

Quizá en el silencio, en la caída,
encuentren respuesta a su inquietud,
pues hasta el rebelde, en su pérdida,
tiene derecho a buscar la Verdad. 

"dicen conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, pues son odiosos y rebeldes," (Tito 1:16)

"No hay peor ciego que aquel que no quiere ver". Ayudar es bueno, y es una ordenanza del Señor. Pero, en ocasiones las personas cambian la esencia de lo que es servir y ayudar, por ir tras sus propios intereses, desencadenando así el Síndrome del salvador. Las causas de este padecimiento son muchas; control, el poder, la posición paternal o el ser "buenos", para ganar indulgencias, el sentirse necesario, las cuales hace que la persona corra, sin pensarlo dos veces al rescate, como héroe de cómics, obviando la naturaleza del llamado a servir, la cual es reflejar el carácter de Cristo en nuestras vidas, “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20:28)

"Dios, de su gran variedad de dones espirituales, les ha dado un don a cada uno de ustedes. Úsenlos bien para servirse los unos a los otros" (1P 4:10)

Correr en ayuda de alguien sin tener definida la base sobre la cual se va a estructurar el servicio, lleva a que se convierta en un esfuerzo desgastante por el compromiso espiritual, emocional y físico. Se enfatiza cuando el otro no desea la intervención de extraños y se encierre en su propia opinión, haciendo de la ayuda una intromisión a su intimidad. Niega el apoyo porque cree más en su opinión que en la de otros; de esta manera, cierra el acceso de cualquier ayuda, causando frustración en el ayudador. En ciertas situaciones, por hacer más, se termina haciendo menos, al alterar el verdadero propósito de lo que es ayudar, guiar, orientar y apoyar, puesto que interfiere negativamente en nuestra vida al no poner límites ni establecer objetivos estructurados en la Palabra de Dios, generando que se pase por alto sus principios, "...Porque si los milagros que se realizaron en ti se hubieran realizado en Sodoma, esta ciudad existiría todavía" (Mt 10:23)

En efecto, Moisés no fue la excepción, y en Meriba fue su punto de quiebre. "Ya que en ese lugar no había agua para que el pueblo bebiera, la gente se rebeló contra Moisés y Aarón" (Núm. 20:2)Todo el esfuerzo y los logros alcanzados como líder en la tarea encomendada por Dios fracasaron en un instante. Tentativamente, se pensaría, que las causas de su caída obedecieron a que estaba bajo presión por la rebeldía del pueblo y la queja insidiosa, que se subestimaba sus esfuerzos y el poder de Dios, el cansancio y/o su propia naturaleza. Como también, la impotencia al no ver buenos resultados, un día obedecían, otros no, y no lograr hacer entender el propósito de la orden de Dios, podrían haber influenciado en el cambio de rumbo de su historia. En fin, podrían ser muchas situaciones que podrían justificar su comportamiento, pero todo converge en que desconfío de Dios, y esto lo llevó a actuar bajo sus impulsos. En su debilidad, la presión de los que ayudaba lo hizo sucumbir y se dejó arrastrar por sus caprichos y la deslealtad del pueblo.

"Entonces Moisés y Aarón se apartaron del pueblo y fueron a la entrada del tabernáculo, donde cayeron rostro en tierra. Allí la presencia gloriosa del Señor se les apareció, y el Señor le dijo a Moisés: «Tú y Aarón tomen la vara y reúnan a toda la comunidad. En presencia de todo el pueblo, háblale a la roca y de ella brotará agua. De la roca proveerás suficiente agua para satisfacer a toda la comunidad y a sus animales" (Núm 20:6-8)

Cuando el Señor da la orden de cómo proveer agua y alimento al pueblo, lo hace personal y con autoridad a dos personas en un lugar sagrado. Moisés hizo lo ordenado por Dios, reunió al pueblo, pero agregó elementos personales a la orden, quizá para enfatizarla y hacerla más creíble o buscando un mecanismo para hacerse entender, cosa que no le  agradó a Dios, "El Señor su Dios es un fuego devorador; él es Dios celoso" (Deu 4:24), puesto que Él es muy claro cuando nos dice, "No agregues ni quites nada a estos mandatos que te doy. Simplemente obedece los mandatos del Señor tu Dios que te doy" (Deu 4:2).

A veces no hacemos irreverentes con la Palabra de Dios; y ajustamos Sus principios a los nuestros para generar confiabilidad a nuestro favor. Hacemos adecuaciones para beneficio personal, sin pensar en lo que nos acarrea. Creemos que por estar en tiempos modernos, entonces la Palabra tiene que ser actualizada o modernizada, sin detenernos a pensar que "toda la  Escritura es inspirada por Dios" (2 Tim 3:16) y escrita por hombres bajo la guía del Espíritu Santo, por ende no está sujeta a modificaciones. Aunque fue escrita desde tiempos antiguos, no es afectada por el tiempo, la cultura ni las nuevas leyes. Es Única y la misma ayer y hoy, "La hierba se seca, la flor se marchita y se cae, pero la palabra de nuestro Dios vivirá para siempre" (Is 40:8). Adulterar la Palabra es como corromper o pervertir y usar con vanas intenciones a Dios mismo, invalidando así su soberanía, santidad y poder, es anatema. Si a Moisés no se le concedió la posibilidad de hacer ajustes, siendo tan cercano a Dios,  a nosotros menos, que no tenemos su mismo rango de autoridad.

La Palabra de Dios es autoritativa, determina el actuar y el creer, y es la verdad inmodificable. Es la que nos revela a Dios con todo Su poder. "Un solo Dios, una sola verdad, LA PALABRA DE DIOS", no requiere ser cuestionada, evaluada o que se le agregue o quite algo, ya que es la misma voz de Dios que fluye a través de cada escrito revelando su propósito y voluntad. La palabra griega theopneustos, que significa literalmente "Respirada por Dios", para ser obedecida fielmente en su totalidad,  "No agregues nada a sus palabras,    o podría reprenderte y ponerte al descubierto como un mentiroso" (Pv 30:6)

De acuerdo con lo anterior, la orden de Dios era, "toma", "reúne" y "habla a la peña", pero no se hizo de la manera dada. Moisés distorsionó la instrucción. Él reunió al pueblo, pero lo reprendió fuertemente, "¡Oíd, ahora, rebeldes! ¿Sacaremos agua de la peña para vosotros?" (Núm 20:10a); golpeó la peña dos veces, más no le habló. Para agregar a la caída, dijo "sacaremos", como si formara sociedad con Dios para proveer al pueblo de agua y alimento. De su boca salieron palabras no dichas por Dios, y esto es poner en entredicho su autoridad y poder divino, "El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Por no haber confiado en mí ni haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no serán ustedes los que lleven a esta comunidad a la tierra que les he dado" (Núm 20:12)

Como creyentes, debemos creer en la Palabra de Dios sin vacilación. Leerla, estudiarla y practicarla con mucho celo y total sumisión. En reverencia escuchar cada día lo que Dios tiene para decirnos y de esta manera abrazar cada mensaje con el corazón. Evitar hacer ajustes o reencauches para tener contentos a otros y a nosotros mismos, o pensar que se le puede pegar una "ayudadita a Dios", cambiando lo que está escrito.  Someternos y obedecer es lo que enseña y no llama Dios. Sujetarnos traerá bendiciones, "Yo declaro solemnemente a todos los que oyen las palabras de la profecía escritas en este libro: si alguien agrega algo a lo que está escrito aquí, Dios le agregará a esa persona las plagas que se describen en este libro" (Ap 22:18)

Independiente de las razones que llevaron a Moisés a desobedecer y cambiar la instrucción de Dios, lo claro es que debemos ser celosos con Su Palabra y cuidadosos para no dejarnos influenciar por otros y desviar Su mensaje, porque un simple acto puede cambiarlo todo. Sin embargo, una vez más el Señor muestra Su amor hacia nosotros, al usar a uno de sus más fieles seguidores, como Moisés, para su propósito futuro, el cumplimiento de su promesa en Cristo. Una peña golpeada dos veces, Cristo, muchas veces con violencia, pero de Él fluyeron ríos de agua viva salvadora,  "Pues bebieron de la roca espiritual que viajaba con ellos, y esa roca era Cristo" (1 Cor 10:4)

Ahora, Moisés estaba frente al remanente, la nueva generación, y a la puerta de la tierra prometida, recordándoles sus logros y fracasos durante toda la travesía en el desierto, para que en las nuevas tierras no fuera igual. La falta de confianza en Dios, la rebeldía y el querer continuar haciendo nuestra voluntad conociendo la Palabra es lo que nos mantiene lejos de sus promesas e incapacitados para dar frutos verdaderos. Ni Moisés ni el pueblo entraron, a pesar de los ruegos y súplicas, el veredicto ya estaba, "no entrarán".  Pero, en Cristo está nuestra esperanza, en Él viviremos la entrada a una nueva vida presente y futura, junto al trono de gloria, "Sin embargo, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «¡Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas, ustedes no los llevarán a la tierra que les doy!" (Núm 20:12)

"Pero el Señor estaba enojado conmigo por culpa de ustedes y no quiso escucharme..."(Deu 3:26a).

"Por culpa de ustedes" o de nosotros mismos. Lo sucedido en Meriba, debe llevarnos a reconocer que muchas de nuestras decisiones son las causantes de nuestros fracasos.  Hoy el Señor nos enseña, que debemos ayudar, pero ayudar bien. Para esto, el primer paso es liberarnos de nuestras vestiduras, del “yo” que quiere controlar y manejar “a nuestra manera", y apropiarnos del nuevo ropaje dado por Cristo. En ocasiones, durante la ayuda u orientación, se difumina el propósito dado por Dios y quedamos haciendo todo en nuestras fuerzas, llevándonos a la frustración. Moisés, como humano, falló en obedecer, pero a pesar de la reprensión, nunca dejó de ser fiel al Señor. Aunque no se le permitió entrar, antes de su muerte, Dios le permitió ver desde lejos la tierra de la promesa a sus antepasados, y le dijo: "Yo la daré a tu descendencia" (Deu 34:4). Aquí estamos nosotros viviendo esta promesa.

"En todo tiempo ama al amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano" (Pv 17:17). Es indudable que muchos necesitan ayuda. Unos la buscan y otros no. Sin embargo, debemos mantener un espíritu humilde para brindar apoyo al necesitado, de acuerdo a lo establecido por Dios. Siempre teniendo en cuenta que Señor por medio de Su Espíritu es quien establece la intervención, todo está en Su Palabra, la Biblia. "porque nuestra ayuda está en el nombre de Señor, creador del cielo y de la tierra" (Sal 124:8). Y a través de Su Santo Espíritu, nuestro Ayudador, podemos hacer de este mandato fructífero. Si no sucederá lo que a Moisés, perderemos en vez de ganar, y lloraremos en vez de reír, observando desde la distancia, lo que nos pertenece. Dios es justo, y si no lo fuera, se negaría a sí mismo, o sea que para sus hijos también hay reprensión. Sin embargo, nos enseña disciplina a través del amor, y nos abraza con Su voz.

"El Espíritu Santo le da una manifestación especial a cada uno
 de nosotros para ayudar a los demás" (1 Cor 12:7)

Bendito seas Tú, Señor Dios nuestro. 
Bendito Tu Santo Nombre,
Jesús, Santo eres Tú.
Gracias por permitir que tu voz fluya,
 para llevarnos a la verdadera libertad. 
Quita de nosotros toda interferencia,
que nos lleve a distorsionar tu sublime voz.
Llévanos a vivir tu Palabra en obediencia,
instrúyenos en el servicio, conforme a Tu voluntad,
y que tu Espíritu se manifieste en nuestros corazones.
Gracias, por amarme,
aún en mi fragilidad,
por sostenerme,
cuando siento que voy a caer.
Solo Tú eres digno de toda gloria y honra, 
Soberano, Señor.
En el nombre de JESÚS. Amén.


 
En cada rincón, el amor florecerá,
como un jardín que nunca morirá,
ayudemos a otros con humilde andar,
y así, en su gloria, todos brillarán.
(Gracia)


* Que el Espíritu de Dios le lleve a vivir el llamado a servir conforme al corazón de Cristo.




   Psicóloga Educativa Infantil Cristiana
Estudiante de Teología Reformada
Su amor me encontró




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