SED MATUTINA


“Dios, Dios mío eres Tú;
De madrugada te buscaré; 
Mi alma tiene sed de Ti; 
mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas.  Sal 63:1

SED MATUTINA

La rutina del vaso de agua en la mesa de noche antes de ir a dormir, es frecuente en muchas personas. Pero más que un costumbre debe convertirse en  una necesidad básica diaria, debido a que mientras se está en estado de reposo se realizan ciertos procesos fisiológicos vitales para el cuerpo, lo cual genera consumo de energía y pérdida de líquidos y sólidos. Algunos de ellos incluyen la estimulación inmunológica, fortalecimiento de la memoria, recuperación neuronal y cognitiva, el orden metabólico y la recuperación de energía perdida durante el estado de vigilia. Al despertar, los mecanismos de alerta del cuerpo se activan y la persona siente la boca seca, síntoma de deshidratación y que el cuerpo necesita restituir líquidos. De esta forma, un vaso de agua matutina es vital para restaurar y para poner en orden el buen funcionamiento del cuerpo y activarlo para un nuevo día de trabajo.

—¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! (Jn 7:37b)

El rey David, sin duda, sabía lo que era tener sed de Dios y la forma de salir victorioso de las sequías que tuvo que afrontar. Fueron numerosos los desiertos que atravesó, en los que pudo ver Su mano protectora, Su bondad y Su misericordia. El gran misterio de un desierto, es que a pesar de lo agreste que sea,  lo seguro es que en algún lugar de su vasto y árido terreno, hay un pozo de agua viva donde podemos saciar la sed. Jesús, nos espera allí, como lo hizo con la mujer samaritana. 

David, en la soledad de los valles, pastoreando sus ovejas, aprendió lo que es estar en la presencia de Dios, su corazón se hizo más sensible a Su voz y desarrolló una total dependencia y admiración por su Creador. Este fue el inicio y la preparación para que se cumpliera el plan de Dios en Él. La creación, lo que le rodeaba y las circunstancias vividas fueron oportunidades para saciar el corazón de adorador de David, quien solo deseaba corresponder por sentirse amado por Dios, "Tu gran amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. (Sal 63.3)

De la misma forma como Dios preparaba a David, lo hace con nosotros, nada hay que esté ajeno a Su voluntad y planes. El desierto es el lugar en el que Dios nos enseña, trabaja nuestro carácter y nos deja ver lo necesitados que estamos de Él. "Por eso, ahora voy a seducirla, la llevaré al desierto y le hablaré con ternura" (Os 2:14). A veces, por querer ser independientes como autosuficientes, perdemos el rumbo y nos salimos de lo que Él ha establecido, generando caos y muerte en nuestra vida. Sin propósito, vagamos, calmando la sed, en la caja de pandora que ofrece el mundo, cuyo fin es destrucción para nuestra vida espiritual y física, aunque sacie nuestra carne y sea un elixir de felicidad momentánea.

"Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite" (2S 22:3). David, más adelante, experimentó años de persecución del rey Saúl, las dificultades con sus hijos, sus conflictos internos que lo llevaron a desobedecer a Dios. Muchas circunstancias lo sumieron en estado de dolor intenso y  frustración. En momentos, la opresión se ensañó de tal forma que intentó derribarlo, pero como "tierra seca y árida"  que necesita ser humedecida por el agua de la lluvia, David reconocía que su mayor ayuda venía del cielo. La fragancia de Dios era su consuelo, Su aroma vivifica su alma y lo encaminaba hacia nuevos horizontes.  "¡Dios mío, yo te amo porque tu me das fuerza! (2S 22:2a). 

Tenía claro que la solución a sus problemas no era buscar más problemas con estrategias alejadas de la fuente divina. Él tranquilizaba su alma agitada y buscaba el camino de regreso a los brazos del Padre, exaltando y adorando Su Santo nombre. Él era su refugio cuando la fragilidad de su existencia lo hacía desfallecer. Calmaba la sed de justicia en los manantiales de vida que le ofrecía el Señor, sabía que no había otra fuente que le pudiera compensar sus necesidades espirituales y que no había otros dioses, solo Uno, Yahvé Sebaot, Señor de los ejércitos celestiales, "Llenó de angustia llamé a mi Dios, y Él me escuchó desde su templo; ¡mi oración llegó hasta sus oídos" (2S 22:7).

Dios, Dios mío eres tú (Sal 63.1a)

Asimismo, nos deja claro, para que no haya duda, de quién era su Dios. En medio de la variedad de dioses que eran adorados por los pueblos paganos, para él solo había Uno, Yahvé. En la actualidad, aunque no lo veamos, porque todo se volvió "normal", la idolatría es el pan diario de cada día. Se adoran cosas, animales, personas, situaciones reales e irreales, y como bazar de dioses se ha convertido la vida de muchas personas; aun así, tienen a Dios en sus labios, pero lejos del corazón, "No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mt 7:21). Sin embargo, el Señor desea enseñarnos HOY, que al vivir la fe como lo hizo David, evitará que batallemos en la  búsqueda y adorando a otros dioses. Si Él es la prioridad; y no la otra alternativa, y hacemos de Dios el centro de nuestro corazón, ningún dios podrá gobernar nuestra vida, "Yo soy el Señor; no hay otro Dios. Te he preparado para la batalla, aunque tú ni siquiera me conoces," (Is 45:5)

El Señor nos ha preparado, Él estableció una medida de defensa en nosotros para contrarrestar los ataques del enemigo, pero la rebeldía, el no querer hacer Su voluntad, la hacen inoperante y alejan al ser humano cada vez más de la fuente de protección y vida. A medida que crecemos se adquieren responsabilidades, donde hay una amplia gama de decisiones que tomar, oportunidades y eventos que enfrentar para que la vida marche dentro de lo que se establece, pero, como creyentes y vivificados por el agua de vida, Cristo Jesús, tenemos una prioridad no negociable, y es Dios. El Único Dios; y Padre nuestro, quien desde el comienzo del mundo ya nos tenía en su pensamiento.

"¡Dios mío, yo te amo porque tu me das fuerza! Tú eres para mí la roca que me da refugio" (2S 22:2)

Cuando esta verdad se establece en nosotros, se hace perceptible, porque se vive en armonía con nuestro Creador. El Señor será para el creyente su primer respiro de la mañana, "el vaso de agua que calmará la SED MATUTINA ", "de madrugada te buscaré". De esta forma, le damos las primicias de la mañana y estas persistirán a lo largo del día. Dios estará, a través de Su Espíritu, en cada acción diaria. Jesús habitará, en la brisa de cada mañana, así como en la tibieza de la tarde y en ocaso del fin del día. Estará para hacernos brillar con su esplendor, nos colmará de Su fuerza y nos pondrá en sintonía con el corazón de Dios. En la "Madrugada" es un indicativo de inmediatez, desde ahora, y en cada momento de nuestra vida, Dios estará presente reinando en nuestros corazones.

"Mi alma tiene sed de Ti,
mi carne te anhela.

La sed física se da por ciclos, pero la sed de Dios es una necesidad constante, el anhelo de un corazón que sabe que necesita "beber del agua de vida" para mantenerse en continua comunión con Dios. La deshidratación espiritual se produce cuando dejamos a un lado "el vaso de agua de vida" y LA SED MATUTINA se sacia con acciones o cosas que hacen que nuestra mente se desvíe hacia otras fuentes. No obstante, hoy el Señor nos exhorta a vivir en constante búsqueda de Sus manantiales de vida, Su Palabra, como también en oración, donde nos da seguridad y fortaleza, aun en medio de las circunstancias adversas y desiertos que a veces parecen interminables, pero que a los ojos de Dios son la oportunidad para estrechar nuestra comunión con Él, "Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca" (Sal 31:1)

Cuando el Señor es la prioridad en la vida de una persona, el primer suspiro de la mañana y el último aliento de la noche, su vida es bendecida. Aunque pase por "tierra seca y árida" y no encuentre salida, sabe que su, "ayuda viene de Dios, creador del cielo y de la tierra" (Sal 12:2) y vivirá confiado; allí aprenderá a extremar su comunión y a depender de Su amor. Porque reconoce que no hay sombras que Él no pueda iluminar ni valles que no pueda cruzar, no hay montañas que no pueda derribar ni desiertos que perduren para siempre, cuando Su presencia habita en todo momento en su corazón. 

A Ti te alabamos, Soberano Señor, nuestra boca entonará alabanzas en honor a Tu nombre, Señor de los ejércitos celestiales. Gracias, Señor, por poner en nosotros el deseo de buscarte cada mañana. LA SED MATUTINA es una alerta de que te necesitamos HOY, más que ayer, Salvador de mi alma, escondite y torre fuerte, en Ti mi alma estará saciada por siempre. Condúceme, cada día, a las fuentes inagotables de vida que es Tu Palabra, donde hallará descanso y fortaleza mi alma. En Jesús oramos. Amén 

"Como ciervo que brama por las corrientes de agua, así mi alma clama por ti, mi Dios. Mi alma tiene sed de ti, Dios de la vida;" ( Sal 42:1-2a)

Al Señor, fuente de agua vida que cada mañana viene a calmar mi sed, sea la honra y gloria por siempre. Amén.

👉👉 VEN AVIVA


SEDIENTOS
Manantiales de vida, Su palabra es luz,
sana nuestras almas, nos da fortaleza,
y en la tormenta, su calma es Su voz
que susurra esperanza, consuelo y paz.

Con cada suspiro, Él nos va acercando,
a un río de paz que nos va transformando.
Las olas de tristeza en Jesús se desvanecen,
en sus brazos santos, las almas florecen.

Calma mi sed, cada mañana,
Aviva mi interior con tu suspiro de vida,
Ven, glorioso Salvador, espero tu venida,
Aquí en vilo, sacia mi sed matutina.
Es Su Gracia

** Que es Espíritu de Dios te lleve a saciar tu sed, hambre de justicia y paz en los ríos de agua de vida que nos ofrece JESÚS.

Que la bendición de Dios llegue a tu vida.


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