¿QUIÉN MANDA AQUÍ?


¿Quién manda aquí?

El sonido ensordecedor por el ataque del enemigo era cada vez más opresor. Rob Collins había decidido unirse al 7.° regimiento militar con altas expectativas, siguiendo el legado de su padre, a quien admiró con orgullo. Pero ahora todo era diferente. Algo en él había cambiado y sus motivaciones estaban fuera del campo de batalla. Libraba una guerra interna que lo tenía desconectado de la realidad. Sus compañeros de batallón, a quienes llegó a estimar, ahora eran lejanos. La Biblia, en la que se sumergía por largo tiempo, reposaba en el fondo de su morral. Las escasas noticias de su amada prometida, tenían su corazón deambulando por la oscuridad. Una foto desgastada, que exhibía con orgullo, era su único recuerdo de aquel amor. Sus largas conversaciones en la oscuridad en las trincheras y bajo el ruido de las explosiones le daban ánimo a su abatido corazón. Las ensoñaciones lo habían sumergido en un prolongado éxtasis de esperanza del que evitaba huir. Aferrado a su pensar,  reproducía escenas ficticias sin razón, inquietando su existir. Sumido en esta ilusión, caminó una noche; y tras las ráfagas del enemigo, sucumbió. El ataque del adversario alivio le dio, pues ya no tenía vida en su interior. No murió en ese instante, pues muerto vivió, sin ninguna razón. Ahora reposa bajo tierra, con una foto de una desconocida, que halló en un socavón. Un delirio que hizo vida, y que a la muerte lo llevó. (Es Su Gracia-Escritos e Historias con Propósito)

No conocerás a otro Dios fuera de mí, ni a otro Salvador que no sea yo. (Oseas 13:4b)

El escuchar hablar de los "ídolos", trae a la mente imágenes de "estatuas" o de personas destacadas. Para quienes han leído las Escrituras, el cerebro reproduce el paso del pueblo de Israel a través del desierto, libro de Éxodo, y la imagen de un "becerro amarillo", con el cual el pueblo pretendía venerar a Dios,  "Entonces Aarón tomó oro, lo fundió y lo moldeó hasta darle forma de un becerro... Al ver Aarón el entusiasmo del pueblo, edificó un altar frente al becerro. Lugo anunció: "¡Mañana celebraremos un festival al Señor!" (Éx 32:4a,5).  

La idolatría ha existido desde tiempos inmemorables. Se ha arraigado y apoderado del pensamiento humano, consciente o inconscientemente, impidiendo que la verdad llegue a ellos, causando serias dificultades en el proceso de regeneración. Se deriva del griego "eidolo-latreia", adoración de un ídolo en su significado literal, puesto que esta práctica, que el Señor establece como pecado, viola el principio de Su soberanía, "Él es el gobernante supremo y absoluto del universo, su voluntad prevalece sobre todas las cosas". La idolatría posee significados más profundos que el de un simple ritual para darle honores a una estatua, cosa o persona. 

Las costumbres de idolatría de las antiguas civilizaciones estaban dirigidas a multiplicidad de dioses, los cuales eran adorados en grandes ceremonias, en templos suntuosos. Los ídolos se creaban de acuerdo a las necesidades humanas y del contexto inmediato. Algunos de sus dioses fueron: Afrodita, diosa de la belleza, del amor y la pasión Artemisa, diosa de la fertilidad y riqueza, de la caza; Are, dios de la guerra y la violencia; Hera, diosa del matrimonio y la familia. El apóstol Pablo hace referencia a este tema en el libro de Hechos, "Pablo predica en Atenas", "... se indignó profundamente al ver la gran cantidad de ídolos que había por toda la ciudad" (Hch 17:16)

Podría interpretarse la idolatría como costumbres ancestrales y ser encerradas en estos períodos de la historia. Además, puede provocar asombro, llevando a mirar desde lejos, desvincular e incluso a juzgar las prácticas idolátricas de estos pueblos. No obstante, disociar estas costumbres antiguas de las actuales no es lógico, dado que el formato se mantiene en muchos aspectos; sólo que se ha adaptado a las nuevas culturas. La esencia persiste, que es desvincular a Dios de las realidades generacionales, con el fin de que el pecado lidere sus vidas. Tras toda tentación hay un ídolo que pide ser adorado, hay un vacío que necesita ser llenado, un sueño no cumplido, deseos insatisfechos, temores, rechazos latentes, inseguridades, identidades sin definir y propósitos sin identificar. En fin, tras el acto de idolatrar, hay corazones para ministrar, y es Cristo, el único que tiene el poder de darnos sanidad y liberación.  "Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno." (Mt 6:13)

Somos idólatras por naturaleza. Fuimos creados para adorar. Pero el corazón del ser humano se desvía con facilidad; sin embargo, Dios, conocedor de Su creación, nos previene en todo tiempo, así que no hay excusa de justificación: "No desvíes tu corazón hacia sus sendas..." (Pv 7:25)El propósito de Dios era: "¡Que todo lo que respira alabe al SEÑOR!" (Sal 156:6). Sin embargo, el deseo de ser autónomos y guiados por la voluntad errante, decidimos buscar nuevos dioses que satisfagan nuestras necesidades, "Sus costumbres son vanas y necias. Cortan un árbol y el artesano talla un ídolo" (Jr 10:3)

"Yo los he creado para que me adoren y me canten alabanzas." (Is 43:7)Cuando esto no se cumple, hay infidelidad en nuestros corazones. Pasamos por alto las instrucciones divinas y decidimos rendir culto a otros dioses. En consecuencia, entramos en pecado deliberado, al ser conocedores y no obedecer lo dicho por Dios, quedando a merced de la justicia divina. Como resultado, las acciones niegan la presencia de Dios, y reproducen a quien manda en nuestro corazón.  "No adoren a ningún otro dios, porque soy un Dios muy celoso". (Éx 34:14)

En este sentido, el ser humano, al desarrollar un nuevo oficio, artesano, construye dioses para cada necesidad, los cuales introduce en su vida sin ningún temor, aun asegurando ser creyente. Pero, bien lo dijo el Señor Jesús: ¿Por qué me llaman: "Señor, Señor, y no hacen lo que le digo?" (Lc 6:46). No somos diferentes de las culturas antiguas. La modernidad está gobernada por dioses de todo tipo. El ser humano ha construido santuarios personalizados para rendir culto a sus propios dioses. Las oficinas, las universidades, el estadio, el gimnasio, los centros comerciales, discotecas, casinos, la casa, los bancos son lugares donde rinde culto a los ídolos que ha construido.

"El que me ama, obedecerá mi palabra..." (Jn 14:23) Como discípulos de Cristo que escuchamos y obedecemos Su Palabra, debemos reconocer que la idolatría está excluida de la vida del creyente, en todas sus manifestaciones. Su práctica Dios la aborrece, puesto que es uno de los actos más graves de deshonra y traición hacia Dios, por cuanto Él ha dicho: "Amarás a Dios sobre todas las cosas" (Mt 22:36),  lo que indica que el Señor debe ser la prioridad en la vida del creyente; así que, "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éx 20:3). El formar alianzas con dioses ajenos, para satisfacer nuestras demandas internas y externas, nos lleva a cambiar la Verdad, Cristo, por la mentira, Satanás. Se excluye con irreverencia al Dios viviente, bueno, poderoso y fiel, por seguir dioses falsos, negando y distorsionando así las enseñanzas dadas por Dios.

El Señor es claro cuando nos dice: "Huyan de la adoración a los ídolos" (1 Cor 10:14). Pero, nosotros, al igual que el pueblo de Israel, por la desobediencia y la impaciencia buscamos soluciones donde las respuestas son efímeras, sin tener en cuenta que el Señor, como nuestro Creador conoce perfectamente lo que necesitamos y lo que nos satisface. Él proveerá a su tiempo. "Cuando los israelitas vieron que Moisés tardaba tanto en bajar del monte, se juntaron alrededor de Aarón y le dijeron: -Vamos, haznos dioses que puedan guiarnos..." (Éx 32:1)

"Hijitos, guardaos de los ídolos" (1 Jn 5:21)"apártense" "cuídense" "alejense", "manténgase lejos" de la idolatría, es la exhortación final que hace el apóstol Juan al finalizar su carta. A veces entramos en este mundo de la idolatría falsa, sin darnos cuenta. Vivimos el cristianismo creyéndonos fieles, pero en el corazón albergamos otros dioses. ¿Me amas más que estos?, preguntó Jesús a Simón Pedro. ¿Qué es lo que más amamos? ¿Qué  persiste en el pensamiento, en el tiempo, en nuestras acciones? Hacemos habitual e indispensable, amigos, belleza,  hijos, redes sociales, deportes. ¿Qué está robándole el tiempo con Dios? "¿Me amas más que estos?... tu sabes que te amo" (Jn 21:15): Entonces, "¡Sígueme!...Señor, déjame que primero vaya entierre a mi padre..." (Lc 9:59). "Entierre", me aparto, pongo en "espera" a Dios, para dar solución a nuestros asuntos. Denegamos el llamado de Jesús, la prioridad, para seguir la dirección de los placebos del espíritu.

Sin embargo, el Señor viene hoy a sacarnos de la comodidad de nuestras costumbres legalizadas como asertivas. Aquellas que formamos, guiados por nuestra voluntad, para dar rienda suelta a nuestros deseos. ¿Quién manda aquí? ¿Y quién gobierna nuestro corazón? El Señor nos insta a examinar detenidamente nuestro caminar. ¿Qué o quién, fuera de Cristo, se ha apropiado de nuestras decisiones, confianza, seguridad? ¿Qué hay detrás de esa cortina que evitamos correr, que nos ha llevado a soltar la mano del Señor de toda verdad, por vivir glorificando los monumentos que hemos hecho? No debemos subestimar la idolatría, pues es un acto amenazador para nuestra vida espiritual y humana.  La imagen del "becerro de oro" y su adoración es una acción que se originó de una intención, un deseo latente que busca pide atención. En consecuencia, la motivación, lo que lleva al acto de la adoración a un ídolo, viene del corazón. "Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón" (Mt 6:21)

"Reconoce (recuerda) y considera (reflexiona) seriamente", "nunca olviden", actúen con sensatez, HOY, "que nuestro Dios es el único dueño del cielo y de la tierra" (TLA). El Señor nos invita a entrar en sintonía con Él y a ser coherentes con Su Palabra. De esta manera podemos determinar si nuestras acciones, emociones, actitudes y comportamiento están siendo gobernadas por Cristo, el Dios viviente, único y suficiente, o tenemos a un "suplantador", un "placebo", que anula el señorío de Cristo en nuestro corazón. Una vana ilusión que pretende sacarnos de nuestra seguridad, Cristo, para ponernos en una "trinchera", esperando que el enemigo ataque y nos destruya. ¿Quién manda aquí?, en tu corazón, es la pregunta que hoy nos hace el Señor, y a la que debemos dar respuesta todos los días. "Y QUE NO HAY OTRO DIOS". (Deu 4:39)

Bendito seas, Señor, Creador de todo lo visible e invisible. Que nos bendices con tus enseñanzas cada día. Tu misericordia es grande, nos has amado incomprensiblemente, enviaste a tu Hijo amado a morir por nosotros para darnos libertad. Señor Jesús, gracias por librarnos de la muerte eterna, por darnos nueva vida en Ti. Ayúdanos a ser coherentes con tus enseñanzas. Hoy, me presento ante ti reconociendo que en muchas ocasiones he puesto "suplantadores" en mi caminar. Te pido perdón por mi negligencia e infidelidad. Rindo mi vida a Ti en adoración. Te alabo y honra te doy, como único y suficiente Dios y Salvador. No necesito a nadie más fuera de Ti. En el nombre de Jesús. Amén.

SÉ ENTRONADO , En la adoración de mil generaciones, eres digno, Tú eres Dios.
 Para Ti, resucitado Rey, cantamos con el cielo, ERES DIGNO , TÚ ERES DIOS.

 * Que el Espíritu Santo le lleve a ver quien está sentado en el trono de tu corazón.


Que el Señor  le bendiga.

Psicóloga Educativa Infantil Cristiana
Estudiante de Teología Reformada
"Tu amor me encontró"
ES SU GRACIA

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