HASTA AQUÍ LLEGO YO

HASTA  AQUÍ LLEGO YO

Una habitación hermosamente decorada era el lugar de juegos de Pablito. Sus padres se habían esmerado porque no le faltase nada, así compensarían sus ausencias prolongadas. Pero a Pablito le era complejo entender esto, lo que lo llevó al descontrol en su comportamiento, haciendo de la vida de otros un eterno sufrimiento. Vagaba por la casa, exasperando a sus cuidadoras que se marchaban tan rápidamente como llegaban. Cierto día, fue recluido en su cuarto como castigo, sin posibilidad de salir ni a merendar. Aislado, buscó qué hacer. Empezó con el reconocimiento del lugar. Cogió, saltó y descubrió fuentes de entretención. Sus padres, sellaron las conexiones eléctricas y la señal de peligro plasmaron allí. Pablito sintió curiosidad y, como pudo, logró descubrir tal tesoro. Sin pensarlo, pese a las recomendaciones, introdujo una pinza que encontró en algún lugar. Las luces serpenteantes y brillantes no tardaron en aparecer, y una fuerza extraña lo atacó hasta derribarlo sin piedad. Desde aquel día, tras ser llevado a urgencias, no ha sido igual. Todo le provocaba temor, y la soledad por la ausencia de sus padres la gritaba con tesón. A tal punto, "que no hay mal que por bien no venga", sus padres reflexionaron e hicieron un alto en su vida laboral. Volvieron a casa, pero de verdad, asumieron la crianza de Pablito con responsabilidad. No más cuidadoras y líos sin razón. La tranquilidad llegó al hogar, donde antes habitaba un niño, batallando con la soledad. (Escritos e Historias con Propósito-Es Su Gracia)

Instrúyeme, Señor, en tu camino para conducirme con fidelidad. (Sal 86:11a)

Existe una fina línea divisoria entre el "sí" y el "no". Línea que actúa como un regulador que gestiona nuestro funcionamiento interno. Emociones, comportamiento y el control de impulsos han sido estructurados en un formato bien diseñado, sin margen de error. Gestionar de manera correcta los estímulos internos, conforme a ese modelo, es conveniente para nuestro bienestar; para tal efecto debemos mantener relación directa y continua con el Manual de vida, donde se nos enseñará cómo hacerlo. Además, dicho regulador se encargará de dirigir, establecer controles, poner en marcha o decir "alto" cuando se requiera. Regular o aprender a establecer límites o tener dominio propio es una capacidad liderada exclusivamente por el Espíritu de Dios. "Pero el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, los consolará y les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho. (Jn 14:26)

La influencia externa, tanto cultural o familiar, sumado a la falta de conocimiento de las pautas establecidas en el Manual de vida, provoca la pérdida del patrón establecido. Así pues, el ser humano, en su calidad de receptor cultural, hace adecuaciones, asumiendo el comportamiento y las ideas de otros. En otras palabras,  invierte el patrón con tal de agradar al mundo, dando entrada al caos interno. Crear nuevas estructuras y forjar nuevos límites, nada confiables, trae serias consecuencias a nuestro "yo" interno, posiblemente irreversibles, si se continúa ignorando el llamado a iniciar una nueva vida que nos hace Cristo. "... como la persona que construye su casa sobre la arena. Cuando vengan las lluvias y lleguen las inundaciones y los vientos golpeen contra esa casa, se derrumbará con un gran estruendo". (Mt 7:26b-27)

El  Señor nos enseña en el libro de Génesis que tras el caos viene el orden, "La tierra no tenía forma y estaba vacía, y la oscuridad cubría las aguas profundas;..." (Gén 1:2a). Sin embargo, el Señor, con Su poder, estableció el orden y a cada elemento asignó su lugar y función. Además, creó un paraíso, Edén, el cual hizo habitable para los seres vivos, proporcionando lo necesario para su estadía allí, "Después, el Señor Dios plantó un huerto en Edén, en el oriente, y allí puso al hombre que había formado". (Gén 2:8) Pero dentro de ese orden, estableció límites; todo debía regirse a Su voluntad, para que la vida fuese fructífera. "pero el Señor advirtió: "Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol, excepto... " (Gén 2:16-17)

Así, al ser humano, al ser creado a “imagen y semejanza" de Dios, le fueron establecidas fronteras invisibles a su mundo interno, para que en orden construyese su vida, lo que se manifestaría en sus acciones externas. La imagen visible tan solo es la respuesta de la calidad de la imagen invisible.  "El hombre bueno, saca lo bueno de su corazón..." (Lc 6:45a). La mente, las emociones, al carecer de límites definidos, lleva a la pérdida de control, a la falta de dominio propio o templanza, el cual es un fruto del Espíritu, (Gál 5:23a) "y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón..." (Lc 6:45a)

Dios estableció los límites por amor a nosotros. Como Dios Creador, conoce la naturaleza de nuestro espíritu tras la caída, sumado a la presión externa. Sabe que su intervención es necesaria e indispensable para evitar que sus hijos "mueran" en el camino que los lleva a su encuentro. Los límites son instrumentos de protección que nos mantienen con vida dentro del caos interno y externo. No obstante, antes de mirar y juzgar el desorden de afuera, debemos examinar el estado de nuestro interior, ya que es en ese lugar donde se gesta el bien y el mal. "¡Pues se cuidan de limpiar la parte exterior de la taza y del plato pero ustedes están sucios por dentro, llenos de avaricia y se permiten todo tipo de excesos!" (Mt 23:25 )

"Hasta aquí llegarás" (Job 38:11) es un recordatorio del poder de Dios y su dominio sobre la creación, "y no pasarás adelante". Siendo el mar inmenso y poderosamente fuerte, capaz de arrasar lo que se encuentre frente a él, debe respetar los límites establecidos por Dios y solo puede moverse dentro de su espacio ya delimitado. En ese lugar se levanta, ruge, pero reconoce sus linderos y quién posee el control, "Aquí pasará la soberbia de sus olas". Similar al ser humano, tenemos libertad para movernos, pero este movimiento tienen un límite establecido por Dios. Su poder y soberanía gobiernan la creación, y nuestra responsabilidad es conocer y seguir sus instrucciones, sin desviarnos, para no generar confusión en nuestro mundo interior. "Asegúrense, pues, de hacer lo que el Señor su Dios le ha ordenado. No se aparten ni a derecha ni a la izquierda" 

Sigan por el camino que el Señor su Dios le ha ordenado seguir, para que les vaya bien y vivan muchos años en la tierra que van a poseer." (Deu 5:32)

No obstante, debido a nuestra naturaleza carnal, siempre estaremos detenidos en la fina línea divisoria del “sí” o "no”, “lo hago” o “no lo hago”, sumado al imperioso capricho de querer rechazar la voluntad de Dios, porque no nos agrada, va en contra de nuestra voluntad, porque es “mala” y transgrede nuestros derechos y libertad, pero la realidad es otra: los límites que establece Dios evitan que nos ahoguemos en el caótico mundo interno. Sin embargo, la gracia y el amor indecible de Dios se manifiestan al enviar a Su Hijo Jesús, para que nos guíe hacia la toma de decisiones sabias, a enseñarnos a regular nuestras emociones, pensamientos y acciones, y para que, por intermedio de Él, gocemos de bienestar físico, espiritual y mental, "A ustedes, él les dio vida cuando aún estaban muertos en sus delitos y pecados" (Ef 2:1)

El modelo Perfecto a imitar, Cristo, quien en su condición humana nos enseñó a decir “hasta aquí llego yo”. También estableció límites y, cuando fue necesario, dijo "No". De esta manera cumpliría el propósito para lo que vino. Se alejaba de las multitudes para orar, no era complaciente para que lo aceptaran, aunque la presión era fuerte. No siguió los consejos de Pedro, que quería influir en sus decisiones. (Mt 16:23). Jesús vino, vivió y partió sin ser influenciado en lo más mínimo por su entorno. Carácter, disposición, sabiduría, pero sobre todo, obediencia. Nada lo apartó de hacer la voluntad de su Padre, ni yendo de camino al Calvario.

"Sobre toda cosa guardada, Guarda tu corazón; Porque de él mana la vida" (Pv 4:23). Defiende y vigila tu corazón de la influencia externa, protégelo de los dardos del enemigo, consérvalo habitable para Cristo. Es necesario ser selectivos e identificar qué "sí" y qué "no" permitimos que ingrese a nuestra mente y corazón.

“Hasta aquí llegó yo” es un acto de amor y obediencia hacia Dios. Le estamos expresando nuestra gratitud por cuidar de nosotros. Es proteger los límites que Dios estableció para resguardar nuestra vida emocional, espiritual y relacional. Decir “no” ante una situación que el Señor no aprobaría refleja que tenemos el carácter de Cristo, quien no se dejó manipular ni tuvo cargos de conciencia por rechazar lo inconveniente. Hoy el Señor nos exhorta a escuchar la voz de Su Espíritu, quien nos alentará y guiará a la toma de decisiones asertivas, nos ayudará a mantener el control ante cualquier situación y fortalecerá nuestro carácter y nuestras emociones. Un corazón fortalecido en Cristo es la mejor arma para mantener en orden nuestro mundo interior,  "el corazón alegre constituye buen remedio, pero el espíritu triste seca los huesos". (Pv 17:22)

* Bendito seas, Señor, grande es tu poder y soberanía, cubren todos los confines de la tierra y nos mantienes resguardados en los límites que estableciste por amor a nosotros. Cuidas y velas por nosotros, eres nuestra seguridad y la fuente de paz en Cristo. Enséñanos a escuchar a tu espíritu, dispone nuestro corazón para recibir solo lo que te agrada y fortalece nuestro carácter para decir "no". No permitas que las voces externas cautiven nuestro corazón y lideren nuestro mundo interior. Pon orden al desorden que hemos hecho a causa de nuestra desobediencia, y llévanos por el camino de santidad. Te amamos, maravilloso Señor. En el nombre de Jesús, amén.

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* Que el Espíritu Santo le lleve a fortalecer su espíritu y a descubrir qué pone en desorden su mundo interior.


Que el Señor  le bendiga.

Psicóloga Educativa Infantil Cristiana
Estudiante de Teología Reformada
"Tu amor me encontró"
ES SU GRACIA



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