A TU MANERA, NO A LA MÍA


A Tu manera, no a la mía 

El objetivo de los propósitos al inicio de un nuevo año son enfocados usualmente a cambios personales. El deseo de modificar o cambiar algo en específico viene acompañado de una alerta motivacional que impulsa y dirige el comportamiento hacia el resultado, como mejorar la alimentación, ir al gimnasio, bajar de peso, leer más, dejar algún hábito. Sin embargo, estos nobles deseos son saboteados, no siempre por personas o situaciones, sino por el cerebro, quien se encarga de frustrar nuestras buenas intenciones. Nuestro reloj interno está programado para recompensas inmediatas, donde la espera no está incluida. La dopamina, el neurotransmisor del placer y la motivación, está configurada para retener en su memoria rutinas que traen recompensas a corto plazo. Una vez que hay satisfacción, se produce acción, y luego viene la repetición hasta alcanzar la automatización. Cuando un objetivo tiene resultados a largo plazo, los niveles de estimulación decrecen, abortando nuestros soñados propósitos. Siendo así, la voluntad humana es limitada y susceptible de modificaciones. Es afectada por factores químicos, humanos, psicológicos y ambientales. Los resultados de las acciones están sujetos a múltiples variables, y dentro de ese campo se desenvuelve el ser humano. Su vida se fundamenta en probar, observar, aprender, ajustar y repetir. Un círculo condicionado al que nos aferramos por el temor a salir de nuestra zona de confort. "La voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta"(Rm 12:2)

Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos" (Sal 143:10)

"La vida es quehacer". Desde esta perspectiva, se confirma que el ser humano vive ocupado. Su vida es un cúmulo de problemas que resolver, situaciones que vivir, decisiones que tomar y experiencias nuevas que aprender. Para adaptarse a situaciones nuevas requiere de un dinámico proceso de cambio y ajuste. Sin duda, la vida humana fue diseñada para estar en movimiento, en actividad constante, es dinámica por excelencia, tanto en acciones como en procesos de aprendizaje. Aun en una vida sumida en el letargo existencial, hay un movimiento interno que lleva a la postración humana. Es la lucha de la fuerza que encadena con la libertad que rompe las cadenas y da nueva vida. "Los sacó de la oscuridad y de la profunda penumbra; les rompió las cadenas."(Sal 107:14) 

La innata voluntad humana es influenciada por variables que orientan el "quehacer". El hombre natural y su legado espiritual y el "yo" humano, con su herencia consanguínea y biológica, y la influencia externa, influyen en su vida. Dentro de estas fuerzas coercitivas, se realiza y, en medio de múltiples realidades, define y orienta su propia voluntad. Guiado por el multiforme legado, su inteligencia y la razón, toma la decisión de lo que quiere ser, hacia dónde ir y con insistencia busca el propósito de la vida. Los problemas aparecen cuando tentativamente toma caminos donde la ruta elegida no da las respuestas a las inquietudes de su alma sedienta. "Son dos los males en que ha incurrido mi pueblo: Me han dejado a mí, que soy fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas, ¡tan agrietadas que no retienen el agua! (Jr 2:13)

De este modo, el ser humano toma sus propias decisiones. Para bien o para mal, sigue su propio camino. Decisiones que influyen en el resultado de sus acciones, quizás a corto plazo sienta satisfacción por lo que vive y no necesita nada más para ser feliz. Decide, con base a sus deseos y a su naturaleza, continuar alimentando su "yo", su carne, sin hacer consciente que a largo plazo, los resultados no son nada alentadores. “… Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.” (Sg 1:15)

Para los creyentes, quienes han entregado su vida a Cristo, los frutos son la evidencia de la calidad de su fe, "Por sus frutos los conocerán" (Lc 6:43-45). Los frutos son los que determinan el resultado final, son el resultado de la acción, los que evidencian la fidelidad y obediencia del creyente hacia Dios, los que revelan su estado interno, lo que hay en su corazón, y los que hablan de la presencia de Cristo en su vida. Entonces, somos el testimonio vivo de la obra de Cristo en nuestras vidas, la vitrina que muestra al mundo inconverso que la salvación que nos da Cristo es una realidad y que está disponible para todos. "Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos" (Hch 16:31)

No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención. (Ef 4;30)

Algunos reconocen que su "quehacer" no es provechoso, sin frutos. Van y vienen llevados por su voluntad, queriendo agradar a Dios con obras, pero la suciedad no se puede perfumar, el pecado no se puede aromatizar si no es erradicado de raíz. Además, consiguen visualizar el resultado final; cuando Dios les habla en las Escrituras; aun así, deciden continuar, con la esperanza de que al final se modifique algo que gestó con antelación y que no se puede negociar: el juicio de Dios. "No seas como los caballos ni como las mulas, que no quieren obedecer, y que hay que sujetarlos con la brida y el freno, pues de lo contrario no se acercan a su amo." (Sal 32:9) 

Vivir a nuestra manera, siguiendo nuestra propias reglas o de otros, es el distintivo de quien no ha experimentado un nuevo nacimiento espiritual. Su espíritu libre, egoísta, se aferra a su control. Es inteligente e independiente, y no necesita que nadie determine su "quehacer". Se ata a la filosofía del mundo, creyéndose libre, argumentando que la voluntad de Dios lo hace cautivo, sin conocer las bendiciones de la verdadera libertad. Su atrevido carácter lo lleva a declararse creyente, pero a su manera. En este oasis de mentiras, cegado por el egoísmo de querer vivir sus propias reglas, avanza sin rumbo, queriendo "resanar" los huecos religiosamente, cuando se han abierto abismos infranqueables. "¡Señor, Señor!, pero el Señor declara, con autoridad, que no todos los que lo llamen "¡Señor!", entrarán en el reino de los cielos". (Mt 7:21) 

¿Quiénes entrarán?, "el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (V21),  es el mensaje del Señor en su sermón,  cuando habló  acerca de los falsos profetas. Pero, el creyente por elección asume este título también, cuando su vida es un falso testimonio. Todo depende de lo que se haga, con el mensaje de Cristo. Falsos profetas que transitan por el camino ancho, alardeando de su religiosidad y de conocimiento, de sus logros y obras. Sin embargo, el Señor nos enseña  que solo hay un camino, Cristo, una puerta estrecha, hacer la voluntad de Dios, para entrar al reino de los cielos y alcanzar la vida eterna. Excluir de nuestras decisiones a Dios, sin la guía de Su Espíritu, indica que no lo necesitamos, solos nos bastamos. Además, si con nuestras acciones lo negamos nuestra fe es equivocada. Entonces, ¿Qué podemos esperar el día del gran juicio de Cristo, cuando le imploremos por misericordia? "El día del juicio, muchos me dirán: “¡Señor, Señor! Profetizamos en tu nombre, ..." (Mt 7:22a)

El Señor Jesús nos exhorta a que vivamos de acuerdo a la  voluntad del Padre. De esta manera caminaremos en su misma dirección y seremos coherentes con la fe que profesamos. Así, el Señor tendrá acceso a nuestras vidas, y seremos moldeados a "Su manera". Él busca una relación sincera, que lo amemos incondicionalmente con todo nuestro corazón, y que nuestra voluntad y deseos estén sometidos por entero a Él. "... Voy a enseñarte el camino que debes seguir, y no voy a quitarte los ojos de encima." (Sal 32:8). Debemos tener claro, para evitar falsos conceptos, que la voluntad del Dios es una bendición para nuestras vidas, ya que, Él cuidará de sus hijos en todo tiempo, protegerá nuestros corazones de la maldad y del pecado, nos librará del mal, porque Sus ojos están puestos sobre nosotros. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (Jn 3:16) 

Como creyentes que hemos aceptado el maravilloso regalo de la salvación, el Señor nos invita a mirar nuestro caminar y nos alienta a ser verdaderos discípulos, fieles a Sus enseñanzas. La independencia y autocontrol nos lleva a estar fuera de su "rebaño", fuera de su mirada. El vivir sin su aprobación y dirección es indicativo de que no lo necesitamos, y el no conocerlo no mantendrá en total ignorancia espiritual. Es la razón por la que muchos son arrastrados "como cañas sacudidas por el viento" por falsas doctrinas y maestros que buscan imponer sus principios alejados de la voluntad de Dios. ¡Señor, Señor! ... ¿no profetizamos en tu nombre... y en tu nombre hicimos muchos milagros?" (V22). 

Al final, creyéndonos buenos, diremos: Señor, alabamos, adoramos, ayunamos, nos congregamos, dimos al necesitado, muchas cosas hicimos en tu nombre. Pero, así como es de grande Su amor por nosotros, también es Su juicio, ¡No te conozco!, ya que sus corazones estaban alejados de Dios. Un poco a nuestra manera no es pecado, si es resanado con buenas obras. Nos engañamos a nosotros mismos porque las máscaras cubren el rostro, pero las acciones muestran quienes somos; y revelan nuestra verdadera identidad y a quién pertenece nuestro corazón. Entonces les diré claramente: "Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad”. (Mt 7:23)

Bendito seas, Señor, que nos das como modelo a seguir a tu Hijo, Jesús. A pesar de ser Dios, vivió en completa dependencia y sumisión a Ti. Su deseo era hacer la voluntad de Su Padre, por eso, en sus momentos de aflicción como hombre, buscaba dirección y fortaleza en Ti. De igual forma, nosotros debemos tener esta actitud, aceptar con agrado y en obediencia Su voluntad, la cual nos protege de males que nos podrían llevar a la destrucción. Ayúdanos, a vivir como hijos que respetan tus principios y decisiones, como creyentes que escuchan y obedecen la voz de Su Pastor. Ánclanos a la Roca eterna, para que en todo, nuestra prioridad seas Tú, Soberano Dios. En el nombre de JESÚS. Amén.

Enséñame a hacer tu voluntad,
    porque tú eres mi Dios.
Que tu buen Espíritu me lleve hacia adelante
    con pasos firmes. (Sal 143:10)


* Que el Espíritu Santo le le guie hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios.


Que el Señor  le bendiga.

Psicóloga Educativa Infantil Cristiana
Estudiante de Teología Reformada
"Tu amor me encontró"
ES SU GRACIA

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