SIN SER CAZADOS


SIN SER  CAZADOS

Una suave brisa estremecía la calurosa arena del desierto. El sonido del silencio arrebataba con desaire el grito de aves que huían aterradas de la sombra fantasmal que se dibujaba con los rayos calcinantes en aquella mañana. Un recio resoplido paralizó el aire humeante, para después invadir la descampada planicie y convertirla en una yerta bóveda incapaz de respirar. Los animales en sus guaridas la respiración contenían. Petrificados esperaban el zarpazo del que acechaba tras un manto de soberanía. Su melena apenas se movía, y con sigilo marchaba en busca de su presa. Esperaba con paciencia a algún incauto u osado que tomara su vida sin valor alguno.

Imperceptible entre las sombras y camuflado entre arbustos espinosos, sauces y suculentas solitarias, aguardaba para atacar de sorpresa y así saciar su descomunal hambre. El temor manifiesto invadía el lugar, el mismo que impedía ver con claridad a aquel que acechaba, ya que su fuerza no era la habitual. Correr no podía y sus patas desgastadas de trasegar solo podían dar unos pasos y descansar. Días sin alimento hizo del glamoroso rey vivir en la oscuridad; así nadie lo vería y de cena no serviría a sus compañeros del lugar. Lánguido y famélico deambulaba, como fantasma de desván. Todos le temían, pero al recuerdo de lo que ayer fue el monarca recio y vivaz. Caminaba sacando pecho y con desdén miraba a su alrededor. Vivió como mendigo, pero su coraje era un galardón. Aunque viejo en años, rey seguía siendo, aunque fuese solo ilusión. Murió en su trono de hojas secas, ufanándose de su poder, a la espera de ser banquete de otros menores que él. Todos lo acompañaron y honores dieron al rey. Aunque la paz provincial llegara, con lamentos se resistían a dejar ir al amenazador y no volver a oír su rugido por el arenal. (Escritos e Historias con propósito Es su Gracia)

"Acecha en oculto, como el león desde su cueva;
acecha para arrebatar al pobre;
Arrebata al pobre atrayéndolo hacia su red" (Sal 10:9)

"Cuando la noche se hizo más intensa, sombras dibujadas en mi ventana se agitaban con intensidad, acompañadas por el rugir del cielo que vaticinaba la proximidad de una tormenta. Me invadió el temor. A pesar de estar resguardada en mi habitación, pensé: En ningún instante nos escapamos de las tentaciones. Siempre, como sombras, están al acecho mientras caminemos como peregrinos en esta tierra". Las tentaciones o pruebas son inevitables en nuestra cotidianidad. Camuflarse para evitarlas con mecanismos de superioridad, "todo lo puedo", es el recurso menos efectivo, puesto que las pruebas están ahí, al acecho, olfateando a su presa. Por lo tanto, nuestro deber, teniendo como base lo enseñado por el Señor Jesús, es aplicar tácticas de ofensiva seguras para afrontarlas con fortaleza y salir victoriosos frente a su ataque. "Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado." (Sal 27:3)

Las tentaciones nos observan y se preparan cautelosamente para lanzar el zarpazo. Ni el más cauto, versado, disciplinado bíblicamente y maduro espiritual podrá escapar de su ataque, puesto que ellas son imparciales y perseverantes. La iglesia es el territorio predilecto del tentador. Desde lejos como desde cerca, dentro de ella, lame sus fauces, afila sus garras y se esconde, camufladas con manto de humildad, devoción y gentileza, para arrancar de las manos de Dios a sus elegidos. "... Ellos van a hacer señales milagrosas y maravillas para tratar de engañar a los elegidos de Dios." (Mc 13:22)

Algunos creyentes caminan "mirando con desdén" a su alrededor, invadidos por una falsa seguridad, a pesar de estar expuestos siempre a riesgos o peligros. La confianza excesiva en sí mismo inhibe la percepción de la Verdad, decidiendo vivir y actuar por su cuenta, convencidos de que la tentación no los tocará o, si llega, lo solucionarán. Como también una falsa modestia o religiosidad tóxica. El legalismo lleva al creyente a creer que las tentaciones son para otros, ya que él es inmune a ellas. Pero no debemos perder de vista que el Señor Jesús, Santo y sin mancha, sin pecado alguno, fue tentado directamente por Satanás en Su humanidad. Con más razón nosotros, conocedores del pecado, no estaremos exentos de su llegada. Nos atacará directamente justo en el lugar y tiempo más vulnerable, hasta dejarnos sin aliento. "Así que, el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga." (1Cor 10:12)

El Señor Jesús, al inicio de su ministerio, tras vivir la maravillosa experiencia de ser bautizado por Juan Bautista, pasó a un momento no tan agradable como fue ser llevado por el Espíritu al desierto y ser tentado por Satanás. De ninguna manera se debe considerar la tentación del Señor Jesús similar a las que vivimos nosotros, quienes conocemos el pecado. El Señor Jesús, sin pecado alguno, vivió esta experiencia como preparación para su ministerio. Conocer y vivir las debilidades humanas eran parte de su plan. "Debido a que él mismo ha pasado por sufrimientos y pruebas, puede ayudarnos cuando pasamos por pruebas." (He 2:18).  

En la tentación de Jesús, debemos prestar atención a estos detalles: Desierto y ayunado, por consiguiente, hay hambre. Además, 40 días enfrentando la soledad y las inclemencias del clima, los peligros del desierto y las necesidades humanas, considerando que el Señor era ciento por ciento Dios, cien por ciento humano, estaría débil físicamente, pero su espíritu estaba fortalecido, situación de la que no se percató el tentador para atacar. "Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino en tentador,..." (Mt 4:2-3a). Igualmente, seremos tentados. Ese es el trabajo de Satanás. Su objetivo es destruir toda relación de Dios con sus hijos y lo hará, siempre que nosotros se lo permitamos. Tanto Satanás como nosotros tenemos tareas que cumplir; la victoria en cada bando depende de las estrategias empleadas en la preparación y defensa. De la efectividad del contraataque depende la victoria. 

Él usa armas que apuntan directamente a nuestras debilidades. Un pensamiento, un deseo, un trauma, el estar en lugares o con personas poco propicias pueden ser situaciones que utilizará para su beneficio. Ser tentados o puestos a prueba no es pecado, ni nos debe alarmar. Pero caer en el juego de Satanás, por negligencia o permitir su seducción, sí lo es. "Soldado avisado no muere en guerra". El Señor Jesús nos enseñó la manera de contrarrestar al enemigo, como también mantener al margen al tentador. "Protéjanse contra los engaños del diablo con toda la armadura que les da Dios." (Ef 6:11) 

Tres tácticas de ataque utilizó Satanás contra del Señor Jesús, las cuales se dirigieron directamente a las debilidades humanas. Pero, no antes, lo confrontó con Su identidad: "Si eres Hijo de Dios ..." (Mt 4:3b). Un juego psicológico que usa el tentador para desestabilizar la relación Padre-Hijo. "Usa tu poder, demuestra si de verdad eres quién dice que eres". En otras palabras, el tentador instó a Jesús a ser autosuficiente y valerse por sí mismo, a ser egoísta y no pensar en los otros y no reconocer la autoridad y dependencia hacia Dios. A ignorar el consejo de Su Padre y Su palabra, incitándolo a hacer uso de Su poder para saciar sus necesidades humanas. 

"di a estas piedras que se conviertan en pan" (Mt 4:3c). Es evidente que Jesús tenía el poder de hacerlo, sin embargo, como Salvador de la humanidad, requería ser similar al ser humano, vivir sus necesidades y sufrimientos, y usar el poder para su beneficio lo alejaría de su misión aquí en la tierra. Ante esta sugestiva petición, el Señor da una respuesta no esperado por el tentador, quien veía Su estado físico, más no Su espíritu,  —¡No! Las Escrituras dicen: “La gente no vive solo de pan, sino de cada palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4:4) (Dt 8:3)

Ante el fracaso del primer ataque, el Tentador lanza su próximo zarpazo, dirigido a la confianza y seguridad hacia Su Padre. Una especie de chantaje moral. "¡Tírate!.. pues las Escrituras dicen: "Él ordenará a sus ángeles que te protejan..." (Mt 4:6a). Cuando el Señor permite que seamos llevados al desierto, es porque tiene un propósito eterno. Satanás observa nuestra posición vulnerable y entra en escena. Escuchamos su suave susurro, desde su escondite oscuro:  ¡Hazlo! ¡Es tu vida! ¡Tú lo puedes hacer! ¡Tírate a la oscuridad, que el Señor te rescatará! Total, después te arrepientes, el Señor te perdona y todo vuelve a la normalidad. Su astucia va hasta hacer uso de la Palabra de Dios y recita el Salmo 91:11"... te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra".  

Porque el tentador conoce y estudia la Biblia; de esta manera consigue infiltrarse en el territorio enemigo y ataca desde su misma posición. Sabe nuestras fortalezas y debilidades, olfatea nuestros movimientos, no pierde el tiempo. Esto lleva a reconocer que la estrategia de guerra más valiosa que tenemos es instruirnos en la Palabra de Dios. Como fieles, nuestro deber es estudiar, escudriñar, aprender, memorizar y mantener una relación constante con las Escrituras, con el fin de tener la defensa apropiada cada día y poder vivir seguros en el territorio enemigo, el mundo, sin ser cazados. "Él ordenará a sus ángeles que te protejan. Y te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra" (Mt 4:6) ***
 
"ESCRITO ESTÁ TAMBIÉN, No tentarás al Señor tu Dios" (Deu 6:16)

Es evidente que el tentador siempre intenta dañar la relación de Dios con sus hijos, y Jesús no fue una excepción. El objetivo de Satanás era tratar de poner a prueba al Señor. Cuando el creyente peca de manera deliberada, intenta poner a prueba, desafía al Señor, porque sabe que es fiel y nos ama, y no nos abandonará, "...siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad". (Sal 46:1), entonces se "tira" a transgredir, consciente que eso va en contra de Sus principios. Jesús pudo haberse arrojado; eso sería beneficioso para Su ministerio, el espectáculo, señales y milagros, pero no lo hizo porque el ser humano tiende a olvidar fácilmente. El momento pasará rápidamente, pero ser obedientes a Dios es lo que marca la diferencia.

Finalmente, tras haber agotados los recursos de ataque, lanza el zarpazo final, el poder y potestad sobre lo creado, "y le mostró todos los reinos". La provocación fue atrevida, llamativa para muchos. Tener el poder de controlar, tener y saciar los deseos, indudablemente es el anhelo humano. Es la "manzana" roja y jugosa que, aunque sea prohibida, queremos tomar, saltando el paso de "no la tomarás", porque te harás servil del tentador. Es despreciar la autoridad de Dios y aceptar convivir y seguir los lineamientos del mundo, " —Te daré todo esto—dijo—si te arrodillas y me adoras" (Mt 4:9) . 

"—Vete de aquí, Satanás ...". Vete de aquí, toda influencia humana que distorsiona la obra de Dios en nosotros, todo lo que nos adentra en su guarida maloliente y perversa para alejarnos de la providencia de nuestro Señor y Hacedor. Todo lo que nos deslumbre, pero que va en contra de los mandatos divinos. Todos aquellos susurros sugestivos, que desean envolvernos para sacarnos del territorio del cielo, porque la serpiente, aunque hermosa, sigue siendo serpiente. Vete de aquí este "yo" natural, egoísta, que vive para sí mismo, sin pensar que una decisión impulsiva, alejada de la Verdad trae repercusiones en nuestra vida y la de los demás, "... porque las Escrituras dicen: Adora al Señor tu Dios y sírvele únicamente a él” (Mt 4:10)

El ser humano busca habitar a toda costa en un territorio en el que todo se asocia para ser cazado con facilidad. Construye hábitats para ser cautivo, y cuando las garras del adversario están sobre su cuello, evita liberarse. Disfruta estar dentro de sus linderos y ser controlado por el enemigo. Es un tipo de morbo por la autolesión, una atracción placentera hacia lo prohibido, a pesar de que es conocedor, de manera directa o indirecta, de las leyes que Dios establece para habitar en su territorio. Desprecia la autoridad divina para vivir cautivo bajo la autoridad de las tinieblas. "Porque así ha dicho el Señor DIOS, el Santo de Israel: En arrepentimiento y en reposo seréis salvos; en quietud y confianza está vuestro poder. Pero no quisisteis," (Is 30:15)

"Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan". El Señor permite, en su soberanía, que seamos tentados porque fortalece nuestra fe, fidelidad y dependencia a Él. Sin embargo, "no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar".  No obstante, "...Él les mostrará la salida, para que puedan resistir" (1 Cor 10:13). Una vía de escape: Su Palabra. Es el arma sagrada que permite contrarrestar los ataques del despiadado adversario. Hoy, el Señor Jesús desea enseñaros que no es a nuestra manera o bajo nuestros parámetros que podemos evadir los zarpazos enemigos; es mediante la Palabra de Dios que podemos mantenernos con vida en el agreste hábitat del tentador. "LA PALABRA DE DIOS es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos. ..." (Heb 4:12)

Cada una de las tentaciones que afrontó el Señor Jesús, les hizo frente con un pasaje de la Biblia. El Antiguo Testamento lo usó como arma de defensa en el momento justo del ataque. No podemos vencer las tentaciones si no usamos la Palabra de Dios. Por tal razón debemos mantener una relación continua y profunda con ella; de esta manera levantamos un muro protector a nuestro alrededor. En la Biblia encontramos promesas, pasajes, como también la alabanza y adoración, "Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca" (Sal 34:1), que podemos utilizar para enfrentar al tentador. Cada victoria fortalecerá nuestra fe al ver que Dios es fiel. Además,  nunca estaremos solos; si "vive Cristo en mí" (Gál 2:20), estaremos seguros. La Palabra de Dios debe estar activa en todo tiempo. Ella es "viva y eficaz"; así lograremos permanecer fieles a Dios dentro del territorio enemigo, el mundo, SIN SER CAZADOS.

Entonces el diablo se fue, y llegaron ángeles a cuidar a Jesús. (Mt 4:11)

Bendito seas Tú, Soberano Señor. Tus palabras traen luz a nuestra vida y nos llevan a confiar en tu poder y gracia. Nos enseñas y cuidas, y velas por tus hijos en todo tiempo. Ayúdanos a vivir conforme a tu Verdad, a seguir tus instrucciones y a mantener una relación continua con Tu palabra. Si escuchamos tu voz cada día, superaremos cada tentación con valentía, porque Tú, tu Espíritu y tus ángeles serán nuestro escudo protector. Que no pasemos por alto tu amorosa voz invitándonos a vivir conforme a tu voluntad, así acamparemos seguros en esta tierra, fieles a Ti, mientras avanzamos hacia nuestro encuentro en los terrenos celestiales. En el nombre de Jesús.

A nuestro Guardián eterno, Cristo Jesús, sea la honra y gloria por siempre. Amén


* Que el Espíritu de Dios le ayude a disponer su corazón para el conocimiento de la Palabra de Dios.

Que el Señor  le bendiga.

Psicóloga Educativa Infantil Cristiana
Estudiante de Teología Reformada
"Tu amor me encontró"


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