MIENTRAS DURE ESTE HOY



Por eso el Espíritu Santo dice:
Cuando oigan hoy su voz, no endurezcan el corazón
como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron,
aquel día que me pusieron a prueba en el desierto. (Hbr 3:8)

mientras dure este Hoy

Un tenue rayo de sol se filtraba por el pequeño cuarto de la tortuguita Josefa. Sus ojos, saltones, estaban opacados por la falta de sueño. Ella, tan grácil y sensata, ahora huraña y sola, apenas se le veía por los caminos de la alameda. La noche anterior, con voz enérgica, dijo a sus padres: - ¡Me voy! ¡No viviré más con ustedes! ¡Iré tan lejos que no me encontrarán! Sus padres, sorprendidos, permanecieron en silencio. De pronto, su padre, retomando el aliento, se levantó de su sillón, la miró y le dijo: - ¡Perfecto! ¡Puedes irte!, pero ten en cuenta que aquí viviste protegida y el amor no te faltó. Es claro, sabes qué hacer, entonces conoces el camino que debes tomar. 

Sus amigos, intentaron disuadirla. Ella decía: - ¡Quiero libertad y aquí no la tengo! Una oscura noche, una sombra se deslizó por los jardines vecinos. Josefa había escogido la oscuridad como cómplice de su partida. No volvieron a saber de ella. El silencio de sus amigos fue muestra de solidaridad con sus dolidos padres, a quienes el corazón les envejeció más de prisa. Cierto día, cuando las hojas cubrían los caminos, Josefa decidió regresar. Con su cuerpo desgastado y su caparazón en pedazos, tomó el camino de retorno. El corazón le palpitó fuerte al ver a lo lejos su hogar. Cuando faltaba poca distancia, sin aliento quedó. El viento insolente levantó por los aires lo que quedaba de su pequeña casa, y quizás de sus padres, también. Ese día, el viento también se llevó sus recuerdos, las ilusiones y la libertad que un día salió a buscar. Su corazón no volvió a palpitar al no hallar motivos para hacerlo. Solo el cielo sabe que un corazón deja de latir cuando no hay amor en su interior. Es el amor verdadero el que lo hace estremecer, vivir y estar en paz. (Es Su Gracia/Escritos e Historias con propósito).

"Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, 
pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón: Él es mío para siempre" (Sal 73:1)

Es una realidad que el mundo se renueva constantemente, trayendo nuevas ideas consigo. En muchas de ellas, el objetivo de estudio es el ser humano como "ser supremo" que necesita ser estudiado para ser perfeccionado. Por la complejidad de su pensamiento y comportamiento, surgen doctrinas, leyes y conceptos fundamentados en la fragilidad humana como un mecanismo de experimentación, puesto que no hay certeza, solo estimaciones aproximadas, "Qué frágil es el ser humano! ¡Qué breve es la vida, tan llena de dificultades!" (Job 14:1)

No obstante, si salimos de la perspectiva común podemos estimar dicha fragilidad y hacernos vulnerables conscientes, al reconocer que forma parte de nuestro ADN creacional, y nos impulsa a la toma de medidas preventivas en lo que hacemos. El Señor nos bendice para mostrar Su poder a través del cuidado de nosotros. Nuestra fragilidad es un regalo donde el poder del Señor nos perfecciona cada día. "Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Cor 12:9). Como nuestro Creador, el Señor sabe de que no disponemos de mecanismos de autoprotección poderosos para repeler el ataque fuerte del enemigo. Frente a esta realidad, el Señor, Padre nuestro, será nuestro protector, "¡me libró de los poderosos enemigos que me odiaban y eran más fuertes que yo! (Sal 18:17).

La fragilidad no debe utilizarse como justificación para pecar o para la conmiseración. Por el contrario, debe conducir a fortalecer nuestra confianza en el Señor e incrementar las medidas preventivas. Expectantes y alertas es la responsabilidad como creyentes. Cada día es nuevo nacer, un nuevo caminar, por tal motivo debemos prepararnos para enfrentarlo. Nuestros radares espirituales deben estar en posición de batalla, para dar pasos firmes, encaminados hacia la voluntad del Señor. El Señor nos señala el camino, su Espíritu nos guía, y nosotros, por medio de una estrecha relación con Él, le seguimos sin desfallecer, "Dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida" (Gál 5:16)

La carta a los Hebreos 3:7-19;4:1-3 trae una enseñanza para todos los tiempos. El escritor, guiado por el Espíritu de Dios, hace uso del presente histórico del pueblo de Israel en el desierto para enseñar, alertar y fortalecer la fe de la iglesia, dado que estaba sufriendo la violenta persecución de Nerón y falsos maestros. Busca persuadir a los creyentes a ser fieles a Cristo, usando el origen de sus creencias, el Antiguo Testamento. El temor, la intimidación y la incertidumbre estaban llevando a la comunidad cristiana a retomar las antiguas enseñanzas judías, "Si HOY escuchan ustedes mi voz, no endurezcan su corazón, como en Meriba,..." (Heb 3:7b-8a) 

La iglesia, a través de todas las épocas, ha padecido diversas formas de persecución. El asedio ha sido una constante, para lo que el Señor Jesús nos alerta a prepararnos manteniéndonos firmes en la fe. Una relación continua y cada vez más cercana con el Señor, a través de Su Espíritu, nos protege de la influencia del enemigo y nos sostiene en todo tiempo. Alejarse no es una solución, sino una disolución que traería mayores dificultades. Aparentemente, las opciones externas ofrecen tranquilidad, pero no llevan al descanso perdurable, "Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se resista hasta el fin será salvo" (Mt 10:22)

Se podrían exponer numerosas justificaciones que llevan al creyente a retroceder y alejarse del camino de la vida, pero serían discusiones y tiempos interminables abordando el tema. Mientras el ser humano viva en la carne, satisfaciendo sus propios deseos de manera egoísta, aceptar la voluntad de Dios será una camisa de fuerza que se contrapone con la Verdad. Carne y Espíritu se oponen mutuamente, por ende la lucha es desgastante, "La naturaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu. ..." (Gál 5:17a). 

La naturaleza caída, rebelde y egoísta conduce a la no sujeción y a creer de que el libre albedrío, que Dios estableció como bendición, es el tiquete al libertinaje. Sin considerar que una vida sumergida en la confusión o caos requiere de una mayor fuerza para sostenerse en un mundo que demanda más de lo que nuestra capacidad humana posee. El pueblo de Israel, a causa de la incredulidad, el cual fue su pecado más grave, se auto-impulsó a cometer pecados tras pecados, que lo alejó de la bendición de Dios, prometida a sus antepasados. Una nueva tierra de descanso, la plenitud de una nueva vida en libertad, sin estar atados a las cadenas de la esclavitud, es la promesa de Dios por creer en Él y vivir bajo Su voluntad. El Señor los estaba llevando al reposo de Canaán.

Pero, "Los israelitas anduvieron cuarenta años por el desierto hasta que murieron todos los hombres que salieron de Egipto y que tenían edad para ir a la guerra..." (Jos 5:6a) Recibian y rechazaban lo dado, veían la bondad de Dios y negaban lo visto. La incredulidad desencadenó en la adoración a un becerro e  inmoralidad sexual. De esta forma construyeron un camino en dirección opuesta a Dios, y mayor fue su padecimiento. A pesar de la rebeldía y de sus graves pecados, la gracia del Señor los cobijó. El Señor, con el corazón dolido, esperaba su arrepentimiento y el retorno del pueblo a sus caminos. Llegaba, pero desaparecía con la misma rapidez que su boca maldecía, olvidando lo hecho por Dios, "... y le dolió su corazón" (Gén 6:6).

Alejarse del Señor, indudablemente no es la solución o la mejor decisión, cuando el ser humano fue creado para habitar en el reposo de Dios. El alejamiento de Dios lleva a la tentación y al pecado, gestando corazones endurecidos, donde la voz de Dios se hace inaudible o causa incomodidad, al mostrarnos un lugar diferente a nuestra zona de confort, "Cuarenta años estuve disgustado con esa gente, y me dije: "El corazón de este pueblo divaga; no han conocido mis camino" (Hbre 3:10).

Ellos habían desobedecido al Señor, por eso el Señor juró que no los dejaría entrar en la tierra que había prometido darnos, una tierra donde fluyen la leche y la miel" (Jos 5:6). 

La oscilación entre la fe y la fe barata, aquella que no da frutos, es lo que ha llevado al ser humano a perderse en los laberintos de ansiada libertad. La pintada con plumones de colores, que se desvanece con el soplo del viento, y donde los límites son flexibles y se ajustan a los deseos y placeres humanos, contrapuestos a los deseos de Dios para sus hijos. Ante esta "belleza" efímera, es más fácil alejarse de Dios que vivir bajo sus estatutos, sin pensar en las consecuencias que trae la rebelión para los hijos de Dios. El pueblo de Israel, a causa de la incredulidad, el carácter voluble y la desobediencia, hizo que la promesa de entrar en el reposo de Dios se difuminara con la arena del desierto. La Tierra Prometida, el lugar en el que fluirían leche y miel, donde hallarían el reposo anhelado, pasó a ser un sueño que no se materializó. Aunque Dios es amoroso, también es justo, murieron en el desierto, "Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo" (Heb 3:8).

 "... ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes
tenga un corazón maligno e incrédulo que los aleje del Dios vivo" (Hbre 3:12)

¡Cuidado! Aunque esta carta estaba dirigida a creyentes salvos, también se dirige a aquellos que todavía subestiman el poder y soberanía de Dios. Aquellos que dilatan la decisión más importante de sus vidas, La Salvación, o para los que aún viven equivocados creyendo que se puede engañar a Dios. Mientras dure este HOY, dado que el mañana es un supuesto que podría ser influenciado por variables personales de comodidad, indiferencia y rebeldía, donde la fe menguará si el pecado toma su lugar, provocando que el corazón se distancie de Dios, "Mas bien, anímense unos a otros día tras día. Mientras se diga "HOY", para que el engaño del pecado no endurezca a nadie" (Heb 3:13).  La fe es radical, el mañana es demasiado tarde para escuchar, obedecer y vivir de acuerdo a lo establecido por el Señor, "Si ustedes oyen HOY su voz, no endurezcan su corazón" (Heb 3:7-8 ba)

Sin embargo, aunque la herencia prometida no fue alcanzada por el pueblo de Israel que salió de Egipto y fueron condenados a vagar por el desierto, a un pequeño remanente, le fue permitido entrar, la nueva generación. La misericordia de Dios los abrazó, y hoy también a nosotros nos alcanza. Nos fue enviada una esperanza viva, CRISTO, que nos guiará a vivir en el reposo de Dios aquí en la tierra, mientras avanzamos a nuestro destino eterno. Al encuentro con nuestro Salvador en el cielo, "Todavía sigue vigente la promesa que hizo Dos de entrar en su descanso;..." (Heb 4:1). Un descanso que se inicia con nuestra salvación, y se sostiene al mantener una relación permanente con el Señor. Nuestras vidas unidas al Dios de gracia, entrelazadas y sujetas a Su Espíritu, permite el acceso a su maravilloso descanso, a la paz con Dios. El reposo de Dios es más que un lugar físico, como lo fue Canaán, es la plenitud que alcanza una vida cuando se encuentra unida a Cristo.

Estamos siendo llamados HOY, no mañana, a actuar coherentemente con lo aprendido. "Apprehendere" (aprender), del latín asir, agarrar, con fuerza lo que se nos ha enseñado, para alcanzar lo prometido por Dios. Vivir sabiamente, aferrados a la Palabra de vida, fortaleciendo cada día las raíces de la fe, con los pies firmes en la Roca de vida, es nuestra responsabilidad como hijos de Dios. "Debemos temblar de miedo ante la idea de que algunos de ustedes no llegue a alcanzarlo" (4:1b), ya que, "... esta buena noticia -del descanso que Dios ha preparado- se nos ha anunciado tanto a ellos como a nosotros, ...." (Heb 4:2) 

Ellos, los que la incredulidad y arrogancia los ha llevado a vivir para ellos, sin temor al Dios vivo. Ellos, "no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios". Sus corazones blindados por el pecado, con corazas impenetrables de orgullo dejaron a un lado la vida, para tener como cómplice de su irreverencia, la oscuridad. Nuestra esperanza la determina la convicción de nuestra fe, "pues solo los que creemos podemos entrar en su descanso" (Heb 4:3). El descanso viene de confiar en Cristo, de haberle entregado nuestras vidas y de desear brillar cada día con Su luz. Descansa en Cristo, vive en Cristo, entra a Su lugar de reposo, "Así experimentará la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender, 

La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús" (Fil 4:7)

Olvidar lo enseñado por el Señor implica perder el primer amor, y es el paso hacia la debilidad, hacia la destrucción. Es andar errantes al desconocer el propósito para el que fuimos creados. Por tanto, el Señor nos insta a que avivemos el fuego de Su Espíritu en todo momento, pues Satanás le teme a un creyente que tiene la llama ardiendo en su corazón. Él buscará cualquier forma para apagarla, y si olvidamos lo enseñado, viene la debilidad, con ella el soplo de cualquier viento que nos arrastrará, "Hemos llegado a tener parte con Cristo, si en verdad mantenemos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio" (V14)

Mientras dure este HOY, atrévete a caminar en línea recta al cielo, hablando y haciendo lo que Cristo haría. Atrévete a descansar en los brazos del Señor, que nos creó para habitar en su regazo. A reflejar la belleza de Su nombre. Atrévete a ir mucho más allá del común, a poner la mirada en la verdadera meta, la eterna. Donde la luz del sol brilla mucho más, donde se une el cielo y la tierra, donde vida hallarás. Una nueva vida lo esperará, una multitud lo aplaudirá, con brazos abiertos, el Señor le recibirá. Su meta es el cielo, en el cual vivirá, y nada ni nadie, el premio le arrebatará. Juntos en la mesa del Cordero, disfrutaremos por la eternidad. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Sea el honor y la gloria a nuestro maravilloso Salvador, que no escatimó entregar su vida, para llevarnos a nuestro destino final, habitar por siempre en la presencia de Dios. 

No confío en mi arco
    ni dependo de que mi espada me salve.
Tú eres el que nos da la victoria sobre nuestros enemigos;
    avergüenzas a los que nos odian.
Oh Dios, todo el día te damos gloria
    y alabamos tu nombre constantemente. (Sal 44:6-8)


***  Que el Espíritu Santo le lleve a entra en el reposo de Dios, porque,

Los que confían en el Señor encontrarán nueva fuerza;
 volarán alto, como con alas de águila. 
Correrán y no se cansarán; 
caminarán y no desmayarán. (Is 40:31)


Que el Señor le de paz,

Psicóloga Educativa Infantil Cristiana
Estudiante de Teología Reformada
"Tu amor me encontró"


 

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