FALSA ALARMA

El SEÑOR es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos 
me hará descansar;
Junto a aguas se reposo me pastoreará. (Sal 23:1-2)

FALSA  ALARMA

Hace unos días, volvía de regreso a casa, algo tranquila y sin afán. Después de que el viento empezó a moverse bruscamente a mi alrededor, como si protestara ante la quietud que antes flotaba por el aire, vi como el cielo se oscurecía lentamente. Sonidos impetuosos atravesaban la atmósfera cargada de hojas que iban y venían. La anterior tranquilidad fue interrumpida por la impertinente movilidad del viento, y por la presencia de una nube abullonada y oscura que flotaba sobre mi cabeza. Me dije, "se avecina una fuerte tormenta". Corrí como intentando escapar de aquella intrusa que tenía como misión recordarme que debía correr más. Mientras más corría, no lograba escapar de la persistente nube oscura. Al llegar a casa, de nuevo levanté mis ojos al cielo y pude darme cuenta de que la  nube estaba allí, la había traído a casa, aunque la tormenta nunca llegó, era "falsa alarma". (Gracia)

"Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz" (Núm 6:26) . Cuando se habla de paz, inmediatamente nuestro pensamiento se direcciona a guerras o conflictos sociales violentos, pero el significado de "shalom" en el idioma hebreo, utilizado como saludo,  transmite salud, paz, armonía y tranquilidad. Un deseo de bienestar entre Dios y los hombres, como también entre personas y naciones. Este estado de plenitud, de acuerdo a la Palabra de Dios, viene cuando el Señor "alza", dirige Su mirada hacia nosotros lleno de amor y nos abraza con bondad. Este estado de plenitud se manifiesta cuando nuestra interacción con Dios es constante, recíproca y reverente. 

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.(Fil 4:7)

"que sobrepasa todo entendimiento", va más allá de cualquier tipo de paz terrenal, inexplicable, pero el propósito de Dios es de cuidado y protección. La Paz de Dios no es el estado de no estar, sino de estar, independiente de las circunstancias, en completa armonía y plenitud, libres y llenos de gozo en Cristo. La paz de Dios hace que nuestros corazones brillen satisfechos, estén saciados de bienestar y sean imperturbables. La vida florece, los corazones se gozan y la esperanza recobra vida porque el Señor nos ha mirado y ha puesto en nuestros corazones Su maravillosa Paz. "Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz" (Sal 29:11)

La intranquilidad y la preocupación excesiva son males que agudizado en estos tiempos y son inevitables. Los términos "crisis" y "estrés" son aplicados en todos los entornos, y el ser humano no está exento de su influencia. La tecnología, los patrones de contexto y generacionales son elementos determinantes para su incidencia. Consumimos, digerimos y personalizamos todo lo que nos llega, sin percatarnos, vamos desarrollando patologías que afectarán nuestro estado de ánimo. "Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias" (Sal 34:17)

La ansiedad ha recobrado vida con el paso del tiempo, y como caballo desbocado ha llegado para quedarse, sin que el ser humano tome medidas seguras y definitivas para detener su avance. Los síntomas como el temor y la preocupación constante vienen acompañados de manifestaciones conductuales y cognitivas que afectan el libre desarrollo de la persona. Al permanecer cautiva de ideaciones hipotéticas, se expone a que su mente corra a velocidad alarmante. Sin descanso y en estado de alerta trata de dar solución a lo inalcanzable o por temor a una posible pérdida, protege impacientemente, olvidando que el presente tiene su propio afán (Mt 6:34), y como decía Salomón en su historia de vida, es un esfuerzo en vano, como querer atrapar el viento, correr tras algo y al final nada, vacío " (Ecl 1.14)El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido" (Sal 34:18)

Debemos tener presente, que Dios es conocedor de cada situación nuestra, por esta razón en todo momento nos recuerda que Él es la paz, "y salva a los de espíritu abatido", "a los que han perdido la esperanza", " a los que no tienen ánimo", y que en todas nuestras luchas está presente para reconfortar nuestro espíritu porque Él es tan real como Su Palabra es la verdad. La ansiedad y sus consecuencias se desarrollan sobre supuestos y hechos que la imaginación crea y espera que sucedan, al final, es una FALSA ALARMA. El predecir el futuro no está dentro de nuestras competencias, y caminar sobre supuestos no trae seguridad, lo cual desgasta llevando a malograr el presente que es el realmente valioso. Busqué al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores. Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza. (Sal 34:4-5)

Es la razón por la cual el Señor desea que descarguemos todo lo que nos afana en Él, nada debe entorpecer nuestro caminar con Cristo, libres seremos más útiles en Su reino, "todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Él, porque él cuida de ustedes" (1P 5:7). El Rey David también escribió la fórmula efectiva para dar solución a todos estos estados de ánimo adversos que nos afectan, el Salmo 23. David es la persona apropiada quien nos puede describir situaciones que pueden llevan a desarrollar estados de ánimo desfavorables, puesto que vivió por mucho tiempo en la soledad de las montañas, laderas y valles, cuidando de sus rebaños, sin más compañía que una lira y una honda para defenderse, pero con la seguridad que Dios estaba presente, con Él lo tenía todo.

Ahora, como rey, rememora aquellos momentos, al igual que la persecución del rey Saúl, la pérdida de sus amigos más cercanos, cómo huyó del enemigo invadido por el temor y aislado de su familia y tierra, sus batallas y luchas personales, y decide poner un alto,  darse un respiro para entrar a la presencia del Señor y descansar escribiendo, abandonarse en sus brazos y confiar que nada le faltará con Él a su lado. Sus compromisos reales pueden esperar, pero un instante en la presencia de Dios era todo lo que necesitaba, "Jehová es mi pastor; nada me faltará" (Sal 23:1).

La agitación del pensamiento, las preocupaciones ante lo real como ante lo incierto, en ocasiones se presentan debido a que cuesta soltar las riendas del control de la cotidianidad, del que todo lo podemos y de la suficiencia. Creemos, pero no creemos en que si Dios cuida de las aves también cuidará de nosotros, "¿Y no son ustedes para él mucho más valiosos que ellas? (Mt 6:26b), y Jesús nos advierte, "Así que no se preocupen por todo eso diciendo: “¿Qué comeremos?, ¿qué beberemos?, ¿qué ropa nos pondremos?” (V31). Este es el desvelo del ser humano, las añadiduras, el materialismo, el temor a la perdida como un supuesto, que no le permite dormir, y lo intranquiliza hasta apoderarse de su voluntad, "Esas cosas dominan el pensamiento de los incrédulos, pero su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades." (V32). Él las conoce, pero somos nosotros que decidimos por lo efímero, por lo perecedero, a cambio de lo eterno que nos ofrece Dios, y es en Su presencia, donde habita la paz y el sosiego para nuestra alma. Donde la bondad y el amor hacia sus hijos se hace manifiesta en aquellos que han creído en Su Hijo amado y le obedecen fielmente, "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt 6:33)

Pero HOY el Señor nos pide que nos detengamos, que respiremos profundo y hagamos un alto. Nos recuerda que no fuimos creados para correr tras lo fugaz, porque al final todo por lo que se corrió será en vano e irrelevante, y lo verdadero ha quedado perdido en las muchas tareas por hacer en este caótico mundo. Si la mente la ocupan las preocupaciones y lo que pasará mañana, el lugar de Dios en nuestra vida será inexistente, "¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi salvador! ¡Sólo a él alabaré!" (Sal 42;11)

El salmo 23 es rico en promesas que debemos recordar y atesorar para cuando la preocupación, la ansiedad o el estrés toque a nuestra puerta. Si, cada día, decidimos poner un alto para entrar en la presencia de Dios leyendo Su Palabra, hallaremos un recordatorio continuo de Su amor, sanidad y restauración. Recordar en todo tiempo las promesas de Dios nos fortalecerá y nuestra esperanza se renueva continuamente. 

El Señor nos promete que "nada te faltará"; en otras palabras, si le damos el control de nuestra vida, Él se encargará de bendecirla con Su Presencia, "estarás conmigo" (V4b), será nuestro Pastor y nos guiará por caminos tranquilos donde seremos renovados, "me infunde nuevas fuerzas. Me Guía..." (NVI), allí descansaremos, y el temor, la intranquilidad dejarán de ejercer control, porque es la voz del Dios quien las opacará hasta hacerlas irrelevantes, "Me hará descansar". En "sus delicados pastos" estaremos bajo Su protección, porque nos ama cuidará de nosotros,  "nos pastoreará" (V2b)

 "Me guiará por sendas de Justicia" (V3b)."El Señor es mi Pastor", es un salmo que debemos utilizar a diario como medicina para el alma y las emociones. Si la ansiedad u otro padecimiento quiere apoderarse de nuestra voluntad para robarnos la paz, debemos aferrarnos a cada promesa dada por el Señor para oxigenar nuestra vida, "nos infundirán aliento" (V4d). El Señor nos recuerda que no estamos solos, que aunque "andemos por valle de sombra de muerte" (V4a), Él está ahí listo darnos la mano y ayudarnos a atravesar los pantanosos lodazales de la vida. Solo debemos fijar la mirada en Él, confiar en que nos llevará a lugares de paz. Pasar tiempo con el Señor, disfrutando de escucharlo hablar y deleitándonos con Su suave voz alejará las agrestes tempestades que se agitan en nuestro interior. 

David entonaba cantos compuestos por él, escribía hermosos poemas para alabar al Creador y Señor, dueño de todo cuanto existe, "David danzaba con todas sus fuerzas delante del Señor" (2S 6:14). El corazón de Dios se goza cuando nuestros labios se abren para adorarlo y alabarlo, cuando nos disponemos en tiempo, actitud y en espíritu para decirle ¡Cuán grande es Él! y cuando nuestra vida es un reflejo de Su amor y gracia. El Señor bendice a sus hijos, "Su rebaño", con Su paz, la cual trae gozo al alma adolorida y agitada, nos renueva para darnos un espíritu apacible, que a pesar de las circunstancias, podamos escuchar Su voz como un susurro plácido que nos llevará a la tranquilidad de nuestra alma y a vivir en la completa paz de Dios. "Mi boca rebosa de alabanzas a tu nombre, y todo el día proclama tu grandeza" (Sal 71:8)

¿Por qué voy a inquietarme?
¿Por qué me voy a angustiar?
En Dios pondré mi esperanza,
y todavía lo alabaré.
¡Él es mi Salvador y mi Dios! (Sal 42.11)

A mi amado Señor, que cuida de mí en todo tiempo y me da de su paz porque me ama, sea la gloria y honra por siempre. Amén.



Así en la tierra oscura, donde el dolor anida,
la paz de Dios es llama, es luz en la vida, 
te invito a que la sientas, a que nunca te falte,
en los días de tormenta, en los momentos de desgaste. (Gracia/Paz)

* Que el Espíritu de Dios le permita disfrutar de la paz de Dios.

Dios te bendiga.


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