EN UN SOLO PUNTO



»Al final, la gloria de esta casa será mayor que al principio,
y haré que en este lugar haya paz.
Lo digo yo, el Señor de los ejércitos.» (Hge 2:9)

EN UN SOLO PUNTO

"Fue a mediados de la primavera, en el mes de zif, (2o. mes) durante el cuarto año de su reinado, que Salomón comenzó a construir el templo del Señor. Habían pasado cuatrocientos ochenta años desde el día en que el pueblo de Israel fue rescatado de su esclavitud en la tierra de Egipto.

Las piedras que se usaron en la construcción del templo se labraban en las canteras, de modo que no hubo ruido de martillo, ni de hacha, ni de ninguna otra herramienta de hierro en el lugar de la obra.

Entonces el Señor le dio el siguiente mensaje a Salomón: «En cuanto a este templo que estás construyendo, si tú sigues todos mis decretos y ordenanzas y obedeces todos mis mandatos, yo cumpliré por medio de ti la promesa que le hice a tu padre, David. Viviré entre los israelitas y nunca abandonaré a mi pueblo Israel»". (1R 6:1-4,11-13 LEER 👉 Salomón construye el templo)

Y fue así antes de su muerte, el rey David se encargó cuidadosamente de la consecución de los materiales necesarios para edificar el templo, su hijo Salomón más adelante se encargó de la construcción, teniendo como impronta las palabras de su padre, "la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras” (1 Cr 22:5). Siete años de ardua labor trajo como resultado una joya de la arquitectura, el diseño, la estética y la opulencia. 

El  templo ocupó la colina del Monte Moriat, situado en Jerusalén,  sirvió como lugar de reunión para los israelitas y fue un centro de poder económico, político y religioso. Sin embargo, la desobediencia de los israelitas llevó a su caída, sin tener en cuenta esfuerzo,  dedicación ni el poderío alcanzado. El templo después de la muerte de Salomón fue saqueado, para después ser destruido por los babilonios dirigidos por Nabucodonosor II (587 a.C)"..., llegó a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia y funcionario del rey babilónico. Quemó por completo el templo del Señor, el palacio real y todas las casas de Jerusalén. Destruyó todos los edificios importantes de la ciudad" (2R 25:8-9)

Posteriormente, "despertó Jehová el espíritu de Ciro, rey de Persia" (Es 1.1b), para que cumpliera Su deseo de que su pueblo regresara a Jerusalén a reconstruir Su templo, después de 70 años de cautiverio, "me ha mandado a que edifique casa en Jerusalén,..." (Es 1.2a)"... el cual hizo pregonar de palabras y también por escrito por todo su reino" (Es V1c). De esta manera el pueblo retornó, y lo primero que hizo fue la construcción de un altar de adoración y sacrificios.

Iniciaron la construcción sin muchos recursos, recolectando dinero y todo lo necesario para que fuera un lugar digno para Dios. Motivados, empezaron a levantar cimientos, cantando y alabando "Con alabanza y agradecimiento entonaron el siguiente canto al Señor: ¡Él es tan bueno! ¡Su fiel amor por Israel permanece para siempre!", (Es 3:11), pero en UN PUNTO detuvieron el trabajo y se dedicaron a sus asuntos, olvidándose por completo de la orden de Dios. Aconteció que los sacerdotes más ancianos, que conocieron el templo de Salomón, miraron hacia atrás y recordaron su hermosura y poder, "lloraban en alta voz, mientras otros gritaban de gozo" (Es 3.12b), de esta manera, y como un virus, se esparció el lamento y entró el desánimo, así empezó el retroceso y el pueblo no volvió a trabajar, "... que habían visto el primer templo lloraron en voz alta al ver los cimientos del nuevo templo" (Es 3.12) 

"EN UN SOLO PUNTO se detuvo el tiempo, un instante de calma en medio del ruido, donde el reloj marcó el final del camino y el silencio se convirtió en testigo" (Gracia), El trasfondo de la situación que atravesaba el pueblo de Dios fue que el ánimo decreció al rememorar lo vivido en sus celebraciones y la belleza del Primer Templo. Sus corazones, apegados a la superficialidad, la banalidad, lo efímero y a todo lo que se pierde con el tiempo, no les dejó ver que en medio de la modestia estaba la belleza, lo inconmovible y eterno estaba allí. "Mi Espíritu permanece entre ustedes, así como lo prometí...Por tanto, no teman" (Hge 2:5 NTV)

Sin ningún tipo de motivación, quedaron en completa inercia, donde el silencio de sus almas era peor que la muerte misma. Y es que el mal que aqueja a muchos no son las circunstancias vividas en el presente, sino el pasado con el que se crean vínculos emocionales inquebrantables que no permiten el desprendimiento y afectan el presente. Se vive haciendo fiestas por glorias o pérdidas de atrás, que es mejor dejarlas donde están, no hacerlo lleva a que el presente se detenga en UN SOLO PUNTO, viviendo sin vivir, y añorando lo que en la tumba debiera estar. 

En la vida terrenal todo tiene un fin, se interrumpe, se descompone, deteriora, envejece, pero el Señor quiere sacarnos de ese círculo desgastante y llevarnos a Su Reino, "Tu reino es un reino eterno;..." (Sal 145:13 NVI), donde borrará nuestro pasado y el presente lo reconstruirá cambiándolo por gozo. Nuevas creaciones hechas para Su gloria, "No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva;..." (Is 43.18-19a)

Entonces llegó el momento en que el Señor, por intermedio del profeta Hageo, le da un ultimátum a su pueblo, ¡Miren lo que les está pasando! (Hag 1.7), "Es por causa de ustedes que los cielos retienen el roció y la tierra no produce cosechas" (V10). Oran y oran y es como si los cielos estuvieran en cuarentena, no hay respuesta; Trabajan de sol a sombra y lo que ganan es como si cayera en saco roto; Golpean puertas terrenales en busca de ayuda y como las del cielo cerradas;  "¿Por que? Porque mi casa esta en ruinas..." (V9b)

"Mi casa está en ruinas", ¿cuál casa? "¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos," (1Cor 6:19) La negligencia, la falta de responsabilidad en el cumplimiento de las tareas asignadas por Dios, el descuido en nuestra vida espiritual que se  reflejada en la vida terrenal, tristeza, amargura, el pecado que cauteriza el alma y la vuelve insensible a la voz de Dios, la falta de dominio propio, el normalizar el pecado haciendo de la cultura con sus doctrinas un estilo y modelo de vida, es lo que no permite la reconstrucción, "la obediencia es mucho mejor que los sacrificios" (1S 15:22). Los afanes terrenales son distractores cuyo objetivo es que quitemos nuestra mirada de Dios, pasamos la vida buscando lo que ya está, pero no lo vemos por vivir bajo nuestra voluntad, "Sin fe es imposible agradar a Dios" (Hbr 11:6) y sin obediencia no hay bendición, (Deu:1-6). 

El ser humano se adapta con facilidad a las demandas del mundo, cultivando tesoros terrenales, dinero, bienes, educación, alto estatus social y fama, que no serán necesarios en la eternidad. Y no es la intención de Dios detener el desarrollo o el progreso, para nada, solo que debemos tener prioridades, porque al estar buscando nuestra propia gloria, dejamos de lado vivir en la gloria de Dios, "Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas serán añadidas" (Mt 6:33)

"No almacenes tesoros aquí en la tierra, donde las polillas se los comen y el óxido los destruye, y donde los ladrones entran y roban. (Mt 6:19)

El Señor HOY viene a exhortarnos, de la misma manera como lo hizo con su pueblo. Muy bien, "¿Cómo se compara este con el otro? ¡No se parecen en nada!" (Hag 2:3b), se refería a los templos, "Sin embargo, ahora el Señor dice...SÉ FUERTE...Así que ahora mismo, ¡MANOS A LA OBRA!, porque YO ESTOY CON USTEDES" (V4)

El Señor, conocedor de los tiempos, el pasado, el  presente y el futuro, habla a un pueblo que decidió cerrar la puerta de la fe y la obediencia, para vivir en sus propias lamentaciones y haciendo su voluntad. Negando la grandeza, soberanía y poder de Dios,  así como también Su suficiencia. El ser humano como estatua de sal decide caminar por la vida compartiendo con otros que viven de la misma manera, se niega a salir de su zona de confort, construye su propio templo sobre arena porque tiene una resistencia fuerte a levantar cimientos y estructuras nuevas, elige vivir en las ruinas, llorando por lo que fue y lo que es, sin salir en busca de una nueva oportunidad en una nueva vida que lo enriquezca y lo haga diferente al común. "Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!" (2Cor 5:17)
"Llenaré este lugar de gloria, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales" (V7b)

Pero "Su fiel amor perdura para siempre" (Sal 107:1), no se debilita por el paso del tiempo ni a causa de nuestra infidelidad, como tampoco lo lleva olvidarse a sus hijos en cautiverio. Nos ofrece una nueva vida a partir de la reconstrucción del templo, seremos una "nueva creación" a través de Cristo. Aunque el primer templo fue grande, este lo será aún más, pero antes debemos soltar lo que nos detiene y avanzar, cimentar las bases sobre la roca inconmovible, JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR, Dios eterno. “Levántate, pues esta es tu responsabilidad; nosotros te apoyamos. ¡COBRA ÁNIMO Y PON MANOS A LA OBRA!" (Esd 10:4 NVI)

La profecía de Hageo se cumplió, "vendrá el Deseado" y el templo modesto se vestirá de esplendor y gloriapuesto que 500 años después Dios hecho hombre, habló, caminó, respiró y los muros del templo fueron testigos de la Presencia de Nuestro Poderoso Dios, "y haré temblar a todos las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones ; y llenaré de gloria esta casa...." (Hag 2:7). Más adelante el templo fue destruido pero Jesús, el Rey eterno aún vive, y nos espera en el gran templo celestial, destinado para aquellos que han hecho de Él el centro de sus vidas, mientras tanto, habitará en el templo de nuestros corazones. Desde allí nos mantiene firmes, nos levanta y nos encaminará en Su Verdad, porque "la piedra que desecharon los constructores del templo es ahora la piedra principal,..." (Sal 118:22), pero nosotros le recibimos y viviremos cautivados cada día por su esplendor, belleza y gloria, Su majestad  inefable, porque "Su fiel amor perdura para siempre" (Sal 145:3).

  "la futura gloria de este templo será mayor que la pasada gloria,..." (V9)  

Ahora, el Señor desea caminar, habitar en nuestros corazones, para esto debemos hacer nuestro cuerpo Su casa, donde cada palabra que sale de la boca de Dios sea escuchada, aceptada y vivida. Antes Su habitación era una urna, que todos adoraban y ofrecían sacrificios, ahora el sacrificio de Jesús nos abre la puerta a la reconstrucción total, a un nuevo nacimiento y una nueva vida. Es la razón que nos debe motivar cada día a tener una vida que brille como faro en la oscuridad, en un mundo que necesita ser reconstruido desde -0-, ser agradecidos y con ánimo mostrarle al mundo que las promesas de Dios se cumplen, y que se hacen reales por intermedio de Jesús, nuestro Salvador.

**** Amado Señor, grande es tu misericordia y gracia cada día. Cada amanecer es un libro en blanco donde escribes una nueva historia para nosotros, cada Palabra que sale de tu boca es un deleite para nuestro corazón. Enséñanos a vivir de la manera que Tú quieres, en obediencia  y reverencia a Ti. Por eso te entregamos nuestra vida, quita de ella todo aquello que estorba he impide que Tu templo se establezca en nuestros corazones. Gracias, Señor de los Ejércitos Celestiales, Guerrero valiente que pelea nuestras batallas, Tu gran amor cubre todas nuestras imperfecciones y nos sana. Ayúdanos a tener una vida que te honre siempre. Te amamos Soberano Rey. En el nombre de Jesús. Amén. 

Vayan ustedes al monte, traigan madera y reconstruyan  mi casa. 
Yo veré su reconstrucción con gusto, y manifestaré mi gloria - dice el Señor- . (Hag 1.8 NVI)

A mi Amado Salvador, que me buscó incesantemente para hacer de mí una nueva creación, sea la gloria y la honra, siempre, Amén.


DE PIE
En los momentos de oscuridad y dolor,
Jesús reconstruye mi vida con amor,
Su luz divina ilumina mi camino,
y me guía con Su infinito cariño.

Construye sobre ruinas del pasado,
un futuro de bendiciones y agrado.
Cada paso que doy lo hago con fe,
porque sé que Jesús siempre estará conmigo, de pie.

En cada amanecer y cada anochecer,
siento Su presencia cerca, puedo ver,
que mi vida ha sido transformada,
porque Jesús reconstruye mi alma, siempre amada.
(Gracia)


* Que el Espíritu de Dios te lleve a ser una nueva creación en Cristo Jesús.

Dios te bendiga.

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