NUNCA SERÁ SUFICIENTE


Entonces me dijo: «Este río fluye hacia el oriente, atraviesa el desierto y desemboca en el valle del mar Muerto. Esta corriente hará que las aguas saladas del mar Muerto se vuelvan puras y dulces. (Ez 47.8)

NUNCA SERÁ SUFICIENTE

Dejar de habitar el espacio donde se vive, para yacer en el fondo de una bóveda fría y oscura, es lo que algunos consideran que es la muerte. Cesación de las funciones vitales y fin de la historia, pero la realidad va más allá de lo que se cree o se ha pensado acerca del tema y que a muchos los ha puesto a cavilar tratando de encontrar respuestas a tal dilema. Sin embargo, no es posible afirmar categóricamente que la muerte es parte de la vida, más bien es algo que sucede, pero que no fue planeado para que fuera así, y sin ir muy lejos, la respuesta que autonegamos se encuentra dentro de nosotros y se llama pecado. "Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir" (1 Cor 15.22)

Desde la antigüedad se pensaba que el Mar Muerto estaba desprovisto de vida. Sin embargo, existen algunas especies que habitan allí, imperceptibles para el ojo humano. Esta gran "piscina" se encuentra por debajo del nivel del mar Mediterráneo, y cuando el agua del río Jordán desemboca en ella no tiene salida, la única forma es por evaporación, mientras sucede esto las sales se van concentrando. La  salinidad alta de este mar hace que el agua no sea apta para la vida de animales superiores. Los niveles de agua descienden cada vez más, y la sal se hace más visible en el fondo del mar. Esta escasez de agua física no solo es palpable en plano físico, en la vida espiritual sucede algo similar debido a que el ser humano se resiste a sumergirse y beber de la fuente inagotable de vida, La Palabra de Dios. "pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás." (Jn 4.14a).

No hay duda de que todos necesitamos agua para vivir, y en esta visión simbólica del profeta Ezequiel, se nos devela claramente la importancia del agua como fuente de vida eterna. Mientras el ser humano elija reposar en la oscuridad de una bóveda, estancado, sin aliento y fuerzas para seguir adelante, transgrediendo la ley de Dios reiteradamente, evitando tener en cuenta Sus estatus como parámetros de vida, vivirá saciando su sed con aguas amargas que fluyen del exterior, aguas que le traerán estancamiento espiritual. "Llegaron a Mara, lugar que se llama así porque sus aguas son amargas, y no pudieron apagar su sed allí" (Éx 15.13)

El pecado es el mayor  contaminante y causante de represar el caudal de vida espiritual. Lo hace indigerible y desagradable, pero la gracia de Dios no es olvidadiza ni rechaza al transgresor, nos trae al purificador de la vida, Jesucristo hecho hombre, para ponerle dulzor al agua contaminada. Él es el río de agua viva que fluye para depurar todo lo que encuentra a su paso si se le permite hacerlo. Esta corriente hará que las aguas saladas del Mar Muerto se vuelvan puras y dulces". (Ez 47:8b) Vino para darle una nueva oportunidad de vida a todo aquel que cree en Él y sigue  fielmente Sus mandamientos.

La ley de Dios es el componente perfecto que proporciona sabor agradable al agua estancada e insalubre, "Si ustedes escuchan atentamente la voz del Señor su Dios y hacen lo que es correcto ante sus ojos,...", cuando nos disponemos a escuchar atentamente y actuar diligentemente, "...obedeciendo sus mandatos y cumpliendo todos sus decretos,..." (Éx 15.26), el Señor compensará nuestra lealtad, y como resultado vida nueva nos dará y traerá las bendiciones prometidas, "Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre." (Sal 91.14)

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Indudablemente, el ser humano necesita un reinicio antes de la restauración. "Me hizo volver luego a la entrada de la casa" (V2), el agua estancada y sin vida necesita ser purificada, y es el paso por el desierto el lugar de tratamiento. Regresar al punto de inicio ofrece una visión más clara del antes y el después de la renovación, como también se estrecha la relación con Dios. Al ver los manantiales de vida que nos ofrece el Señor, y el sumergirnos en su agua purificadora, Su Palabra, trae una nueva visión. El río de vida, Cristo, fluye libremente cuando le permitimos tomar Su posición de autoridad en nuestras vidas. Es lo que el ángel le mostraba al profeta,  "Allí vi una corriente de agua que fluía hacia el oriente..." (Ez 47.1), 

Igualmente, el cumplimiento de esta profecía se proyecta a la venida del Mesías y a su iglesia, a su obra redentora y a la salvación que Dios le ofrece a su pueblo, "y vi que las aguas salían del lado derecho" (V2b), el lugar de honor de Cristo Jesús, desde allí saldrá el río, y el correr de Su Espíritu trayendo sanidad y libertad. "Después de que el Señor Jesús habló con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y sentó a la derecha del Dios" (Mc 16.19)

Y el que trae nueva vida, trae resurrección, un nuevo despertar, "Y el hombre me llevó hacia afuera del muro..." "Allí pude ver que el agua fluía..." este río sanará las aguas del Mar Muerto, limpiará su caudal y la vida regresará. Este es el avivamiento  de la iglesia primitiva, imparable, los cuales entregaron sus vidas por la causa de Cristo. Con autoridad dada de lo alto,  avanzaron con el fin de llevar almas al conocimiento de Dios. Este despertar viene por la presencia del Espíritu de Dios que fluye y sopla, trayendo la renovación de sus corazones. "El Mar muerto se llenará de toda clase de peces... crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas nunca se marchitarán ni caerán y sus ramas siempre tendrán fruto..." (Ez 47:11-12)

El Señor nos revela la nueva vida que nos espera cuando decidamos adentrarnos en Sus  torrentes de agua purificadora, "Prueben y vean que el Señor es bueno...""Saboreen al Señor..."sáciense en el caudal de vida de Su Palabra, depositen en Él su esperanza, construyan su vida sobre Sus ríos de agua viva, "Gustad, y ved"; … dichoso el hombre que confía en Él". (Jn 4.14)

El agua sin vida se descompone lentamente como consecuencia de la actividad de nuevas criaturas, casi imperceptibles, que se benefician de esa quietud y desolación. Pero el amor y la gracia de Dios se mueve intensamente "... y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas" (Gén 1.2b). Él nos trae un río de vida que fluye de Su casa, de su lugar íntimo de reposo. Corre manso y apaciblemente hacia nosotros, "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10.10), en el cual podemos sumergirnos con total seguridad y confianza, seguros de que jamás nos ahogaremos, no nos faltará el aire, porque Cristo es el aire,  "Yo soy la resurrección y la vida...", Él es el aliento de vida, que da vida donde no la había, "...el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá" (Jn 11:25)

Al sumergirnos en Su caudal,  "...me llevó a través de la corriente. El agua me llegaba hasta los tobillos"... "hasta las rodillas"... "a la cintura" (V3), seremos transformados. Sin importar las circunstancias y la vida vil que se haya llegado a tener, el agua vivificante de Dios lo cambia todo y si nos dejamos llevar hacia sus profundidades confiadamente, nuestra vida nunca volverá a  ser igual, viviremos para agradar y glorificar al Dios, que creó para nosotros un paraíso, donde fluye vida abundante para todo aquel que en Su Hijo crea, "El que cree en Hijo tiene vida eterna;..." (Jn 3.36a)

"Hijo de hombre, ¿has estado observando?" (V6)

HOY el Señor nos dice: ¿Ves lo que puedo hacer con tu vida? ¿A dónde mi gracia te puede llevar?,  "que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos" (Ef 2:5). Vida fluye desde Su recinto Santo y traerá sanidad, restauración y salvación. Tendrán una vida fructífera porque serán guiados por el mover de mi Espíritu hacia tierras que fluyen "leche y miel", a tierras de santidad y de bendición. "En las orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas nunca se caerán y sus ramas siempre tendrán fruto" (V12).

La tierra bañada con el agua de vida será fértil, deseable, porque se nutre de la Palabra de Dios. La presencia de Dios a través de Su Santo Espíritu será permanente y NUNCA SERÁ SUFICIENTE, necesitaremos más y más agua para beber. El "Mar", llamado "Muerto", quedará en el olvido porque sus aguas serán limpiadas y regeneradas. "Esta corriente hará que las aguas saladas del Mar muerto se vuelvan puras y dulces" (V8). El Señor traerá agua nueva por medio de Su Espíritu, quien soplará con tanta fuerza, transformando el agua vieja por manantiales que rebosaran salvación, que ofrece a Su pueblo, a nosotros,  "Jesús se puso de pie y gritó a la multitud: "El que tenga sed, venga a mí". (Jn 7.37)

"... y habrá muchísimos peces por haber entrado allá a estas aguas, y recibirán sanidad,..." (V9),

El Señor tiende Su mano generosa y nos invita a recibir de Su caudal espiritual. Está disponible para quienes han escuchado Su llamado y deciden sumergirse a la fuente de vida. Es el baño purificador donde seremos límpidos y revestidos con ropaje nuevo, con aroma de libertad, ofrecida por nuestro Salvador, quien vino a romper las cadenas que nos impedían beber de Su agua de vida, "Ríos de agua viva brotarán del corazón de los que creen en mí" (Jn 7.38). Abramos nuestro corazón y dispongámonos con humildad a recibir al Señor, quien llama a nuestra puerta para ofrecernos Vida, no le hagamos esperar. "Florecerá la vida donde llegue esta agua" (V9b)

*** Amado Salvador, Bendito Señor, grandes son tus obras y maravillosa tu Verdad. Tu poder, amor y gracia se manifiesta en tu creación, y en todo lo que dispones para nosotros. Gracias, por ofrecernos tu agua de vida, ayúdanos a aceptarla con el corazón dispuesto y deseosos de beberla de tu mano. Te pedimos, maravilloso Salvador, que tu Espíritu sople fuerte en nosotros, remueve las impurezas contaminantes que impide un fluir libre de tu poder y haz que Tu Palabra se establezca en nuestros corazones como esencia de vida, porque donde estas Tú, glorioso Redentor, hay libertad. En el nombre de Jesús oro. Amén.

Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Sal 42:1-2a)

A mi Amado Salvador, quien me da cada día a beber de Su agua de vida, sea la honra y la gloria por siempre. Amén"

"La vida sin agua de vida, trae sequía a nuestra alma" (Gracia)

*** Que el Espíritu de Dios sople tu corazón para que fluya en su interior agua de vida.

" Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. 
Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, 
cual tierra seca, sedienta y sin agua." (Sal 63.1)

Dios te bendiga.

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