MÁS ALLÁ DEL CRISTAL


Más allá del cristal

He malgastado mis días,
mis noches con afán,
mirando a través, del cristal opaco
de mi ventana, la vida sin brillar.

Sin ver tu Luz, Jesús,
que me llama sin parar
sumergido en la oscuridad
de mi propio pesar. (...Gracia)

Desde la antigüedad, las ventanas han tenido un propósito especial: permitir el paso del viento y de la luz. En el siglo XIII, las ventanas fueron huecos en el techo, después fueron cubiertas con pieles de animales y hoy en día con vidrio. Por una ventana entra luz, aunque esté revestida de vidrio, la luz fluye iluminando el interior. Es la frontera entre el exterior y el interior, y la conexión entre lo público con lo privado. Abrir la ventana del alma permite que entre en nosotros la Luz, a la oscuridad del alma, para alejarnos de la ignorancia de vivir sin conocer la Verdad y sin tener una relación cercana con Cristo. Por ello es que nuestra ventana interior debe permanecer limpia, sin manchas que distorsionen el paso de la luz celestial. "Pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia" (Sg 1.3)

La transparencia y pureza de la Palabra de Dios es lo que hace que Su luz entre en nuestro interior y lo transforme todo, pero antes debemos permitirle el acceso para que se mueva libremente en nosotros. Un cristiano que profesa la verdadera fe en Cristo debe  vivir  coherente con lo que cree, y transitar por senderos de perfecta  transparencia, donde su vida ilumine a otros, con la Palabra de Dios como antorcha que guía su camino y con profunda convicción en la Verdad, encarnada en Cristo Jesús. Alcanzar este estado de fe es el deseo de Dios para sus hijos,  para ello envió a Su Hijo a este mundo, "para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Jn 3:15).

 “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Jn 14:6)

La Palabra de Dios es similar a una ventana, si permitimos que pase su luz, todo se ilumina y la Verdad se revela claramente ante nuestros ojos, entramos en estado de iluminación dado por Espíritu de Dios, en donde la ignorancia se disipa y fluye el conocimiento de Dios. Mantener esa ventana abierta, hace que la suave brisa que trae la Palabra de Dios nos sostenga y nos mantenga alertas para cuando el aire viciado del exterior quiera contaminarnos y cambiar nuestra perspectiva, "No se dejen seducir ni sorprender. El diablo, que es el enemigo de ustedes, ronda como león rugiente buscando a quién devorar" (1 P 5:8).

Navegar por los caminos de la fe no es sencillo, requiere de la plena intervención del Espíritu de Dios y de nuestra responsabilidad personal para salir de la superficialidad y adentrarnos a aguas más profundas. Nadie adquiere fe sentándose en la silla del cobertizo mirando las estrellas, quizás comience a creer en ellas y no en quien las creó, "Sin fe es imposible agradar a Dios" (Hbr 11:6). La verdadera fe no nace en el mundo ni en el convivir con las cosas o personas que habitan en él, es un don que da Dios a sus hijos para llevarlos a tener una relación transparente y cercana con Él, basada en la obediencia, la fidelidad y plena confianza. Como también en el creer en Su Hijo, como la fuente de salvación, y en Su Palabra, como la ventana que da vida verdadera. "Jesús les respondió: «Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado.» (Jn 6:29)

El conocimiento de la Verdad es el primer paso para edificar la fe, aquella que Dios depositó en nuestros corazones. Como cristianos, debemos orientarla hacia el propiciador de la fe, Cristo Jesús. Esta fe tiene que ser cultivada, para que se fortalezca cada día y dé frutos que traigan honra a nuestro Creador, "¿Y cómo creerán en Aquel de quien no han oído?" (Rm 10:14). Escudriñar, oír y profundizar en el estudio de la Palabra forma parte de este proceso. Creer, es el paso que abre el conocimiento y la continua relación con Dios, y es donde reconocemos con total seguridad que Él es quien dice la Biblia que es, y que todo lo que prometió se cumplirá. "Las promesas de Dios son Él Sí, y en Él Amén,..." (2Cor 1:20 Rv). Así llegaremos a la plenitud de la confianza total en Dios y Su Palabra. Esta confianza verdadera, que suscita el Espíritu de Dios en nuestros corazones, nos lleva a tener una total convicción que somos perdonados, redimidos, salvados y resucitados en Cristo, no por méritos propios, sino por Su gracia y misericordia, "Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios" (Ef 2:8 NVI)

"Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios" (Rm 10.17)

La fe va MÁS ALLÁ DEL CRISTAL de nuestros ojos, de lo que pensamos o sentimos, es "obedecer y confiar a pesar de las consecuencias". Cuando se mira a través del cristal sucio de una ventana, la percepción se altera, asimismo sucede con la fe, si usamos la medida de fe que se nos ha dado viviendo en el pecado e intentando ajustarla a nuestra conveniencia, pasa a convertirse en una fe falsa, que no es movida por el Espíritu de Dios, sino por el espíritu ególatra que desea la satisfacción propia. "Entonces serán condenados por deleitarse en la maldad en lugar de creer en la verdad" (2Tes 2:12 NTV)

Es común escuchar "tengo fe" y "creo", como suena una canción popular, "que todo cambiará", pero debemos recordar que los demonios también creen, ellos tienen una fe real, saben que les espera el gran juicio de Dios y que están destinados al exilio, por eso "tiemblan".  Mientras la fe no esté sujeta a los principios divinos, se hace volátil y ajustable a los deseos del ser humano. Si nuestras creencias están basadas fuera de las Escrituras, no es fe verdadera, son diferentes objetos de fe que buscamos para tratar de sustentar nuestras creencias erróneas por falta de conocimiento. "Así dice la Escritura: "Todo el que confíe en Él no será jamás defraudado" (Rm 10:11) 

La fe se hace falsa cuando la afianzamos en variados elementos del entorno, convirtiéndola en  temporal, sujeta a las emociones y necesidades humanas, como milagros que se desean recibir y al materialismo que mueve el corazón, pero cuando se satisfacen esos deseos, desertan, se acabó la fe. Otros depositan la fe en las obras, personas, santos esperando ser salvos a través de ellas, o los que dicen "creo" y conocen la Verdad, pero no la viven, con sus obras muestran que no se han rendido a la Majestad de Dios, "los demonios lo creen", Judas también "creyó", y terminó traicionando, en la propia mesa del que vino a salvarlo.

"El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" (Jn 7:38), 

Al igual que los discípulos de Jesús, también nosotros podemos pedir, "Auméntanos la fe" (Lc 17:5), pero debemos tener claro que junto a esta petición hay un quehacer nuestro,  una responsabilidad, debido a que nuestras acciones reflejan a quién servimos, en quién confiamos, quién motiva nuestra fe y dónde está cimentada. Debemos pedirle a Dios que fortalezca nuestra fe y la encause por el camino correcto, puesto que es un regalo de gracia de parte de Él, que se acrecienta en la medida que la usamos correctamente, por eso debemos alimentarla con la oración, la lectura de la Palabra, el ayuno, el congregarnos y el estudio de la Biblia, y no caer en la comodidad de vivir para recibir sin tener participación activa en la maduración de la fe, "porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden" (Mt 13:13).

HOY, el Señor nos llama a vivir por fe, con plena confianza, seguridad y la certeza de que cada Palabra que sale de Su boca es verdadera. Nos exhorta a creer en "Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable" (1P 2:9), no nos abandonará, y "quien  comenzó la buena obra,... la irá perfeccionando..." (Fil 1:6), si vivimos conforme a lo que Él ha establecido nos bendecirá con el gozo y el privilegio de estar en Su presencia, disfrutando de la suave brisa de Su voz que entra por nuestra ventana y penetra en nuestro corazón para darnos luz, paz, sanidad y libertad a nuestra vida en Cristo Jesús, Dios eterno. "Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hbr11:1 Rv)


*** Amado Señor, te doy gracias por tu Palabra que penetra a lo más profundo de mi corazón para cambiarlo todo. Ella me instruye y me capacita para enfrentar los ataques del enemigo, es ella la que me hace vivir confiado@ y que me señala la dirección a donde debo dirigir mi mirada. Hoy decido abrir la ventana de mi corazón para recibir la porción de fe que tienes para mí, ayúdame Soberano Rey a multiplicarla y a que se haga vida en mí. Déjame descansar, recibiendo la brisa suave de tu voz que le da paz y libertad a mi vida. Aumenta mi fe a medida que aumento mi conocimiento de Ti, Señor. En el nombre de Jesús. Amén.

"Al único y sabio Dios, nuestro SALVADOR, sea gloria y majestad, imperio y poder. ahora y por todos los siglos. Amén" (Jd 1:25)

"LO TENGO TODO EN TI"
"Más allá de lo veo, mi corazón palpita por Ti, Jesús" (Gracia)


*** Que el Espíritu Santo te lleve a vivir la fe verdadera en cada momento de tu vida.

"Vivimos por fe,
no por vista"
(2 Corintios 5:7)


Dios te bendiga.




   

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