FALSAS APARIENCIAS


Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación.
¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! (2 Cor 5.17)

FALSAS  APARIENCIAS

Distintas prácticas en el cuidado del cuerpo se han  introducido de manera enfática en este siglo. La revolución del "estilo de vida saludable" ha penetrado en todas las esferas sociales gracias a los cambios tecnológicos que desafiaron las barreras tradicionales e ideológicas para patentar las nuevas formas de cuidado del cuerpo como estrategia para mantener la salud en condiciones óptimas y preservar los años de vida. Sin embargo, existen límites que se deben considerar, puesto que sobrepasar las fronteras establecidas puede ocasionar desórdenes en la salud mental y física lamentables. 

Todo inicia de forma normal sin ningún peligro, rutinas de gimnasio y alimentación saludable, pero a medida que avanza, las prácticas se hacen más rigurosas y la persona dedica más tiempo a entrenar, distanciándose lentamente del entorno social, asimismo incluye dietas más estrictas y suplementos para aumentar la masa muscular. Ejercicio y más ejercicio; puede desencadenar sutilmente una obsesión patológica por desarrollar músculo y esculpir el cuerpo. La vigorexia o complejo de Adonis, dismorfia muscular, se asocia con una excesiva preocupación por el desarrollo muscular. Las personas con este síndrome son incapaces de ver lo que quieren cuando se miran al espejo; su percepción alterada hace que sean imparables en el gimnasio al sentirse poca atractivas e insignificantes. "Mas ahora, oh SEÑOR, tu eres nuestro Padre, nosotros el barro, y tu nuestro alfarero; obra de tus manos somos todos nosotros" (Is 64.8)

"Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del lago, a la región de Gerasa. Cuando Jesús bajó de la barca, le salió al encuentro un hombre de ese lugar, que tenía muchos demonios. Ese hombre no vivía en una casa, sino en el cementerio, y hacía ya mucho tiempo que andaba desnudo. Como los demonios lo atacaban muchas veces, la gente le ponía cadenas en las manos y en los pies, y lo mantenía vigilado. Pero él rompía las cadenas, y los demonios lo hacían huir a lugares solitarios..." (Lc 8.26-29). A veces los seres humanos prestamos más atención a lo obvio que a lo no evidente, pero esto necesita modificarse para que lo imperceptible se manifieste. 

Nos esforzamos por despertar la admiración de otros a partir de la percepción visual. Se construyen estructuras externas en función de cómo nos vemos a nosotros mismos, pero debido a la inconstancia de nuestra apreciación, se trascienden los límites de lo convencional dejando al descubierto nuestra verdadera naturaleza. Los seres humanos no ven las cosas naturalmente como son, las ven a través de lo que son ellos. Lo que somos vemos y mostramos, esto puede convertirse en un arma de doble filo que a menudo conduce a la toma de malas decisiones y comportamientos irracionales. "Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados" (Ef 2.1)

Como un músculo que está siendo trabajado, pero cuando deja de hacerse, pierde aquello, por lo que tanto se trabajó. Tal es el poder de la autoayuda, idealizar una necesidad que necesita ser modificada y avanzar hacia una meta a nuestro ritmo. Con grandes expectativas de éxito, solo para frustrarse por la incapacidad de alcanzarlas. Al iniciar una disciplina de crecimiento, los esfuerzos se focalizan en lo obvio, en la salud, el cuerpo, el bienestar en todos los ámbitos humanos,  y con base a este plan de trabajo, se enfocan los esfuerzos desde afuera hacia adentro, sujetos a la naturaleza humana. "El hombre mira lo que esta delante de sus ojos, PERO JEHOVÁ MIRA EL CORAZÓN" (1S 16.7)

Las abuelas lo dejaron claro con sus sabias palabras; "Con pañitos de agua tibia nadie se cura", es decir, se necesitan soluciones radicales, estrategias definitivas, puntos finales y no suspensivos. "Al de carácter firme lo guardarás en perfecta paz, porque en ti confía" (Is 26.3)

La insensatez del ser humano, su falta de cordura y dominio propio, se debe atacar de raíz, no desde las ramas. El cambio o la transformación a la que nos llama el Señor, comienza con el "nacer de nuevo", regeneración. 👉Nacer de Nuevo (Jn 3.3-7). Al hombre con muchos demonios, los pañitos no le bastaron, las cadenas, la exclusión, la vigilancia de otros o quizás las medicinas convencionales no le dieron sanidad a su alma atormentada. Necesitaba una "transformación extrema" y no "un cambio de imagen extrema". El problema es que nosotros no tenemos el poder de cambiar, aunque queramos y lo intentemos de muchas maneras, lo que hagamos no es perdurable o sostenible. Se continúa volviendo atrás, viviendo de la misma manera vieja. "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2 Tim 1:7)

El cambio o transformación que nos ofrece Jesús,  inicia con el nacimiento espiritual. Cuando Jesús llega a nuestras vidas es para cambiarla de forma permanente. Recibir a Jesús es el inicio de nuestra "metamorfosis espiritual", sumado con el sello del Espíritu Santo, llevará a "cambios extremos", verdaderos y duraderos, con los cuales las nuevas creaciones honrarán y glorificarán al Todopoderoso con sus vidas. "No soy digno de que entres en mi casa..." (Mt 8.8)

En el momento que decidimos creer en Jesucristo, lo aceptamos como dueño y Señor de nuestras vidas, y creemos que Su muerte no fue tan solo una ejecución, sino el plan de Dios basado en el amor, para dar solución definitiva al pecado del hombre, Juan 3:16, somos salvos y transformados por Su gracia, y este cambio radical exige atención inmediata. Todos necesitamos de la intervención de nuestro Salvador para que haga grandes modificaciones en nuestras vidas, comenzando desde dentro, del corazón, donde está el origen de todos los males, "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias" (Mt 15.19)

"Cuando este hombre vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces Jesús ordenó a los demonios que salieran del hombre, pero ellos gritaron: —¡Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¿Qué vas a hacer con nosotros? Te rogamos que no nos hagas sufrir. (Lc 8.29)

"¡Magnífico! También los demonios lo creen, y tiemblan." (Sg 2.19) Transformar, limpiar, purificar. La regeneración no solo es un cambio de apariencia, o una reformar parcial a partir de lo que es el viejo hombre, sino un cambio radical, una nueva creación, a partir de la transformación de nuestros corazones, "En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona" (Pv 27.19) 


Este cambio nos hace diferentes, totalmente distintos, porque ahora Cristo está formado en nuestros corazones. "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí;..." (Gál 2.20). Y esto nos exige acabar con el viejo hombre, con los patrones de conducta y rasgos de carácter que han condicionado nuestra vida pasada. Nueva vida, nueva estructura, a partir de -0-, iniciamos el caminar con Jesús, hacia la santidad que Dios requiere de nosotros para ser dignos de estar en su presencia. "Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. (Ef 4 :22-24)

El ser humano vive bajo la creencia de que las obras lo pueden salvar, pero no nacemos de nuevo por obras, nacemos de Dios a través de Su Hijo Jesucristo. Las obras son el resultado de la regeneración, de la nueva creación de que hemos sido participes por misericordia de Dios, y las cuales se manifiestan porque Cristo ahora vive en nosotros. Dios nos salva, "no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia" (Tito 3,5) El hombre endemoniado inicia su proceso regenerador en el momento crucial de su vida, en el ahora, y fue en el instante en que reconoció a Jesús como Su Salvador y se rindió a Él, "Cuando este hombre vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante Él..." (Lc 8.29).  De esta manera, ante la presencia del Todopoderoso, los demonios se sometieron y quedaron destruidos definitivamente. 

Una transformación extrema, que nace desde el sometimiento de nuestra vida al único que la puede cambiar, Cristo Jesús, si permitimos que lo haga a Su manera, bajo Sus parámetros y no intentamos manipular y adulterar Su Palabra. Somos engendrados por el Evangelio que es Su Palabra, la cual se vivifica en nosotros cuando depositamos la fe en Cristo Jesús. Dios no salvará a nadie  contra de su propia voluntad ni obligará a nadie a estar en sus caminos. Tan solo llama y toca por intermedio de Su Espíritu, quien pone en nosotros el querer y siembra Su semilla en nuestros corazones para que la hagamos prosperar y de fruto. Una persona que se ha sometido al "cambio extremo" de Dios, es una nueva creación en Cristo, y lo expresa con  palabras que salen desde lo más profundo de su corazón porque siente el deseo y la imperiosa necesidad de hacerlo, y con voz audible dice: "Señor, ¿qué quieres que haga?" (Hch 9:6) "; "Heme aquí, envíame a mí" (Is 6.:8)

"La gente fue a ver qué había pasado. Al llegar, vieron sentado a los pies de Jesús al hombre que antes había tenido los demonios. El hombre estaba vestido y se comportaba normalmente, y los que estaban allí temblaban de miedo." (Lc 8.30) HOY, el Señor nos habla a lo más profundo de nuestro corazón y pone frente a nuestros ojos "¿vida o muerte?", "¡Ahora escucha! En este día, te doy a elegir entre la vida y la muerte, entre la prosperidad y la calamidad" (Deu 30:15). L

La decisión es nuestra, si queremos experimentar una vida nueva, transformada por el poder de Su Espíritu. Pero intentar imitar a Cristo en nuestras propias fuerzas es inútil, porque la  naturaleza humana es muy voluble, se rige por una voluntad inestable. Sería como maquillarse para cubrir las imperfecciones del rostro. Es como el músculo que sobresale para mostrar la mejor apariencia, pero al final su belleza se pierde debido a quiénes somos realmente. Para ser "transformados" por Dios, para que este "cambio extremo" se haga evidente en nuestras vidas, debemos cooperar con el Señor y hacer la parte que nos corresponde como cristianos nacidos de nuevo y redimidos a través de la sangre de Cristo. Mientras esto no se cumpla, viviremos engañándonos a nosotros mismos y viviendo de FALSAS APARIENCIAS.

Somos hijos de Dios "nacidos de nuevo"; somos Su "Nueva Creación" y tenemos "nueva vida". El "nuevo ropaje" que nos otorga la gracia de Dios, desecha automáticamente el viejo, "lo viejo ha pasado", y ante este regalo inmerecido, debemos responder con obediencia a sus mandatos 
porque "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado" (1 Jn 3:9)

*** Amado Señor, gracias te doy por darme la oportunidad de elegir entre lo que es bueno para mí y lo que no, entre lo que trae refrigerio a mi vida o la convierte en un caos, pero te pido, soberano Salvador, ayúdame a tomar la decisión más importante para mi vida que es vestirme con las "ropas de salvación" que me ofreces desde la cruz. Tu amor es difícil de entender, pero tal como soy me has amado y me bendices con la nueva vida que me das. Que tu Santo Espíritu me dé convicción y me prepare para recibir el regalo de salvación a través de Tu Hijo, Jesucristo.  Cambia, amado Señor, lo que hay en mi corazón que te impide establecerte como dueño y Señor de mi vida. En el nombre de Jesús. Amén.

"Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. (Fil 1:6)

A mi Amado Salvador, quien no escatimó ni a Su propio Hijo para darme una vida nueva, sea la gloria y la honra por siempre. Amén.


"La vida nueva tiene costo, y es soltar para siempre la vieja" (Gracia)


* Que el Espíritu de Dios traiga convicción a tu corazón para hacer cambios radicales que traerán bendición a tu vida.


"Y mes tras mes, y día de reposo tras día de reposo, 
todos vendrán a adorar en mi presencia. 
Yo, el Señor, lo he dicho". (Is 66:23)

Dios te bendiga.

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