DULCE SABOR


¡Cuán dulces son tus palabras en mi boca!
¡Son más dulces que la miel en mis labios! (Sal 119.103)

DULCE SABOR

Comprar miel no es tan sencillo como se piensa. Se requiere de una elección precisa que lleve a la compra correcta. Una decisión asertiva trae buenos resultados, y una percepción correcta lleva a hacer la distinción entre la miel pura y la miel adulterada. Mas que proveer dulce, la miel aporta beneficios variados en distintos campos, en especial en el de la salud, por las vitaminas que contiene. Para reconocer la naturaleza pura de la miel, solo basta verificar la cristalización, la cual es condición para comprobar su legalidad. La miel pura siempre se cristaliza, como también no tiene caducidad, de tal manera que si aparece en el empaque una fecha de vencimiento, es miel adulterada, entonces sácala de tu bolsa.

Come, hijo mío, de la miel, porque es buena; y el Panal es dulce a tu paladar. (Pv 24.13)

Es probable que en el antiguo Israel la apicultura (abejas) no fuera muy conocida, pero si la agricultura y la ganadería, la cual marcaba su desarrollo económico y cultural. Obedeciendo a esto es que la Escritura habla de la miel, la cual probablemente provenía de los numerosos dátiles, considerados "tesoros del desierto", cultivados en esta tierra. Su DULCE SABOR era conocido por el pueblo de Dios. Es así,  que el Antiguo Testamento usa esta metáfora para hacer referencia a la salida del pueblo de Dios de Egipto,  y a la amargura que produce las cadenas de la esclavitud, comparado al DULCE SABOR que es ir hacia la libertad. Dios prometió que los llevaría a "una tierra que fluye leche y miel" (Éx 3.17),  a un lugar donde el pueblo encontraría refrigerio para su alma agobiada por años de cautiverio. 

"La Tierra Prometida" era la promesa de Dios para su pueblo, como también para nosotros, "y les daré a ti y a tus descendientes toda la tierra de Canaán,..." (Gén 17.8) Pero, más que ser una tierra física, Dios estaba haciendo con su pueblo un pacto eterno. Les daría una patria permanente, un lugar más allá de la tierra perceptible, una "heredad perpetua" (V8). Abraham lo entendió, y por eso mientras estuvo en la tierra se deleitó con el DULCE SABOR del conocimiento de Dios, llevando una vida en obediencia y de fe inquebrantable. Se sintió extranjero, porque sabía que lo esperaba su verdadera patria, la celestial. Al final de sus días "...murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años...." (Gén 25.8)

 "...y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel,..." (Éx 3.8)

Asimismo, es extraordinario, lo que la "miel" significaba para David. Que conociendo tan solo una parte de la Escritura, pudiese establecer tan maravillosa correspondencia de acuerdo a sus cualidades. En el Salmo 119 David exalta la Palabra de Dios, la Ley de Dios de gran manera, "Abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas" (Sal 119.18). Darle un significado tan agradable a la Palabra de Dios deja claro el valor y lo que representaba para David, "dulces" y "buena", como la "miel". La destacada importancia que David da a la voz de Dios, y lo que conlleva escucharla correctamente y obedecerla, servirá de base al nuevo Pacto, a la venida del Mesías y su mensaje de salvación. "Tus leyes son mi tesoro; son el deleite de mi corazón" (V111)

"Pues tus testimonios son mis delicias y mis consejeros" (V119.24)

Teniendo en cuenta los anterior, es Jesús quien exhorta a su pueblo y nosotros a ESCUCHAR, y a OBEDECER. "El que tenga oídos para oír, que escuche y entienda". Se oye todo el ruido distractor a nuestro alrededor, se satura la mente y oídos con distintas mezclas sonoras que vienen de afuera. Muchas violan los límites de todo lo que puede ser sano para escuchar, aún así se encuentra deleite a sus mensajes nefastos. Los niños sin reguladores en casa, consumen la "miel amarga" y la reproducen en sus acciones. "No imiten las conductas ni las costumbres del mundo..." (Rm 12.2)

Es la razón que el Señor Jesús nos amonesta a saber escuchar, pero desde otro nivel. A leer con detallada precisión para comprender y ejecutar lo que el sonido de las letras trae a los oídos, para así encontrar deleite, hallar el sabor "dulzor" y recibir todos los beneficios que trae el saber escuchar LA PALABRA DE DIOS. "Presten mucha atención a los que oyen. Cuanto más atentamente escuchen, tanto más entendimiento les será dado, y se les dará aún más..."  (Mc 4.23)

Saber escuchar la PALABRA DE DIOS, es saber leer para escuchar. Es disponerse a ser selectivos y a desarrollar oído absoluto. Así seremos capaces disociar los mensajes externos con el mensaje de Dios; Es aprender a diferenciar cuando la palabra es real o ha sido adulterada. Es saber cuando nos habla el lobo y cuando nos habla el Pastor. "No añadan ni quiten palabra alguna a esto que yo les ordeno. Simplemente obedece los mandatos del Señor tu Dios que te doy" (Deu 4) 

Esto hace que se "cristalice", o sea se haga sólida en nuestro corazón; que  nuestros pies, y todo en nosotros se detenga y entremos en modo “pausa” cada día, para escuchar la Verdad, a Jesús. De esta manera seremos llevados a discernir y entender cuando la Palabra es pura y proviene de la única fuente fidedigna, Dios, quien por intermedio de Su Espíritu nos nutre de ella. Cuando la voz de Dios es recibida nítidamente, sin impurezas, y le encontramos su "DULCE SABOR", penetra hasta lo más profundo de nosotros, se arraiga o "cristaliza", haciendo que seamos el vivo reflejo de la "PUREZA DE LA PALABRA DE DIOS". "Busquen como niños, la leche espiritual NO ADULTERADA, para que por medio de ella crezcan y sean salvos"  (1P 2.2)

El escritor de Hebreos aclara la naturaleza de la Palabra, cuando dice "La palabra de Dios es viva y eficaz, ..." (Hbr 4.12a). Al igual que la miel pura, que al ser consumida aporta beneficios a nuestro cuerpo, además de endulzar lo que se consume, la Palabra de Dios es dinámica y vigorosa, "endulza nuestra vida". Es proactiva porque se mueve intensamente cuando es escuchada con atención; y si es saboreada se le encuentra el deleite. "...y dulces más que la miel, y que la que destila el panal" (Sal 19.10). Una vez se halle la exquisitez a su "DULCE SABOR, penetrará hasta lo más profundo de nosotros, allí "discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hb 4.12). Porque al ser "consumida" y degustada rompe y separa lo amargo de lo dulce, lo vil de lo digno, "y más cortante que las espadas de dos filos,..." (Hbr 12b) 

Su "pegajosa" consistencia, hace que se adhiera, haciendo de nosotros ávidos estudiosos y obedientes de la Palabra de Dios. Pero debemos tener claro, Y MUY CLARO, todo esto sucede no es porque seamos los más disciplinados, entregados y devotos, o quizá los más obedientes y buenos, ¡Para nada! Hay un ayudador incondicional y persistente, que sin él sería imposible lograrlo, EL ESPÍRITU SANTO. Es él quien nos conecta con la voz de Dios."... Él despierta en ustedes el deseo de hacer lo que a él le agrada y les da el poder para hacerlo". (Fil 2.13)

Él es la razón de que "el dulzor de la Palabra" nos cautive, y una vez experimentamos Su vitalidad, más se desea permanecer a los pies del Maestro, escuchándolo hablar; Más se quiere pasar tiempo en el deleite del dulce sabor de Su voz.  Cada Palabra que sale de la boca de Dios, es alimento para nuestro espíritu, y tranquilidad para nuestro cuerpo. "No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4.4)

La naturaleza de Palabra de Dios, llega a nosotros para "ser saboreada". Vino a los hombres, El Rey eterno, Cristo Jesús, llegó a la tierra a darnos a conocer Su Verdad. Él es la Palabra hecha carne, Él es la Verdad que nos da vida, Él es la realidad que nos aleja de llevar vidas "adulteradas", sin sentido. La Verdad encarnada, nos mantendrá alejados del pecado, obedientes a Dios y a sus estatutos. 

Cuando el ser humano decide saciarse en "cisternas rotas" (Jer 2.13), y consumir el "amargo de la hiel", su vida pasa a ser "la oscuridad del mundo", y no a lo que nos llama el Señor "a ser luz del mundo"(Mt 5.13), a reflejar el carácter de Jesús. ¿Qué puede irradiar la oscuridad?, oscuridad, Y ¿Qué sabor puede producir la hiel?, amargura. 

Mientras el ser humano se sacie de lo que le ofrece el mundo, y sea un consumidor en potencia de todo lo que satisface su cuerpo, y sea su voluntad quien controle su vida, se vuelve enemigo de Dios por defecto, incapaz de alcanzar lo que le pide Dios, y vivirá en total inexactitud, sin poder hallar el "DULCE SABOR" de la Palabra de Dios, a Jesús."...Si alguien quiere ser amigo del mundo, se vuelve enemigo de Dios" (Sgo 4.4b)

"El hombre saciado desprecia el panal de miel,..." La llenura constante por consumir lo que el mundo ofrece, ha hecho que Jesús no habite en el corazón del ser humano, "A causa de esos pecados Él se alejó y ya nos escuchará" (Is 59.2b)  Esta saciedad no es provechosa, llevará a no apetecer "la miel" que ofrece Dios, y si la "consume" le sabe amargo. 

"Pero el hambriento, aun lo amargo le resulta dulce" (Pv 27.7)para el necesitado de Dios, para aquel que sabe que su vida pierde sentido sin Cristo, a este "le resulta dulce". Esta persona sabe que requiere de una intervención divina en todo momento,  y su "hambre" de Dios se intensifica cada día. Nunca está saciado, porque cada día necesita de la "miel" que le endulza su vida, la Palabra de Dios. Aún en situaciones difíciles, SU DULCE SABOR deleita su paladar, porque le da paz, seguridad, tranquilidad, y esperanza. Ella sacia su espíritu abatido, y lo pone en la dirección correcta, hacia el cumplimiento de la voluntad que Dios, "Buena y perfecta" (Rm 12.2)

HOY, el Señor NOS HABLA al oído, y nos exhorta a saborear cada día lo que tiene para decirnos. Nos pide que escuchemos con los oídos espirituales, y que leamos con el corazón despierto. Que nos desconectemos del mundanal ruido y nos conectemos a Su Voz, a Su mensaje, a Su Palabra, la cual es vida para nosotros. Asimismo, nos pide que aprendamos a oír para identificar y reconocer la legalidad de Su palabra. No hay peor sordo y ciego que aquel  que se le advierte y cae por negarse a saber escuchar. Si hacemos de nuestro corazón el lugar sagrado de Dios, y lo saciamos con Su Verdad, los encantos del mundo pierden su atracción. Es la razón que Hoy el Señor nos invita a soltar los distractores, y a conectarnos con su mensaje, LA PALABRA DE DIOS, la cual dará un "DULCE SABOR" a nuestra vida.

*** Amado Señor, gracias por permitir que mi vida sea saciada con el Dulce sabor de cada palabra que sale de Tu boca. Gracias, por darme la oportunidad de conocer tus pensamientos y deseos que tienes para mi vida, "Buenos y perfectos". Ellos son los que le dan sabor a mi existencia, me ponen en el lugar correcto, "Sobre la Roca". Te quiero pedir Precioso Salvador, que alejes de nuestra vida todo aquello que ensordece Tu dulce voz, y que la intenta opacar. No nos dejes quedar en lugares que solo deben ser de paso, o a los que debemos mirar desde la distancia, allí el ruido acalla Tu Verdad. Que la exquisitez de tu Dulce Voz nada la contamine, y sea el deleite de nuestro corazón cada día. Permítenos, Soberano Rey, que la podamos saborear por siempre. En el nombre de Jesús. Amén.

"Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo el corazón le buscan" (Sal 119.2)

A mi Glorioso Redentor, que endulza mi vida con Sus Palabras, sea la honra y la Gloria. Amén.

"Escucharte hablar cada día, es lo que mi alma necesita para ser un vivo reflejo tuyo" (Gracia)

* Que el Espíritu Santo descubra los oídos de tu corazón para que escuches la dulce Palabra de Dios.


"Tu palabra es lámpara a mis pies;
¡es la LUZ que ilumina mi camino" (Sal 119.105)

Dios te bendiga

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