ARIDEZ MILAGROSA

ARIDEZ MILAGROSA

Los desiertos son zonas terrestres de temperaturas extremas, no apropiadas para muchas especies. Uno de los desiertos más secos del planeta es el Atacama, ubicado entre Bolivia y Argentina, al norte de Chile. Este extenso territorio está compuesto de terrenos pedregosos, lagos salados (salares), y tiene menos precipitaciones que otros. Sin embargo, cada cinco o siete años es visitado por uno de los fenómenos naturales más impresionantes, a causa del fenómeno del niño. Su suelo arenoso es cubierto por un tapete de hermosos colores púrpura. La floración de casi doscientas especies reviste su superficie arenosa e inhóspita. El "milagro del desierto", llamado por algunos, deja ver, que desde la sequía, la soledad y la aridez puede crecer la vida y tornarse hermosa, de bellos colores. "Busquen a Dios, y vivirá su corazón;..." (Sal 69.32b) "¡El desierto florecerá y la tierra seca dará fruto!"  (Is 35.1)

El pueblo de Israel tenía una característica particular: la frustración persistente. Ante un obstáculo desfallecían y entraban en total rebeldía, olvidando todas las bendiciones recibidas por Dios. Su carácter inestable lo llevó a tener una voluntad incierta y poco confiable. Así como hoy agradecía, no era de sorprenderse que al poco tiempo estaría maldiciendo, quejándose de lo poco que les faltaba sin ver lo mucho que tenía. "Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús". (1 Tes 5.18)

Sería bueno preguntarnos: ¿Por qué Israel y no otra nación la que Dios escogiera como su pueblo? Independiente del pacto establecido con sus antepasados, es probable que Israel reunía todas las características que posee un ser humano. Los atributos de Israel le fueron  útiles a Dios para revelar Su amor y gracia incondicional. A pesar de su rebeldía, lo amó intensamente, y siempre estuve presente para socorrerlo. "El Señor no te dio su amor ni te eligió porque eras una nación más numerosa que las otras naciones, ¡Pues tú eres la más pequeña de todos! Más bien, fue sencillamente porque el Señor te ama..." (Deu 7.7-8a). 

Es así como Dios esquematiza el alcance humano, lo que puede llegar a ser, aun conociendo y saboreando la Su bondad; disfrutando de sus bendiciones y generosidad para nada escasa. "La mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír" (Is 59.1) Como también nos muestra Su fidelidad, el Dios de pactos mantiene sus promesas para siempre. De esta manera, Dios permite que apreciemos lo que Su misericordia, bondad y amor puede hacer con una vida rendida  a Él.  

Reconoce, por lo tanto, que el Señor tu Dios s verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto...derrama su amor inagotable sobre quienes lo aman y obedecen sus mandatos! (Deu 7.9)

La fuerte inclinación de este pueblo por tener amistades tóxicas, fueron letales para su crecimiento personal y espiritual, que lo  hacía olvidar con facilidad abrumadora los beneficios recibidos por Dios. Amistades que lo alejaban de Dios y lo llevaban lentamente a la destrucción. Hoy, podría ser el "síndrome del impostor", que a lo malo lo llaman bueno y viceversa y continúen asegurando el creer. Conducta motivada por encajar en el contexto posmodernista e ir de la mano con las nuevas corrientes que caen como lluvia. Su opacidad de carácter, sin determinación para la toma de decisiones e ingratos por excelencia, hizo de este pueblo inconstante. Sin embargo, la gracia de Dios lo alcanza y le da esperanza. Dios no se olvida de los desvalidos, como tampoco se ha olvidado de Israel. "Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará". (Is 35.4)

Esta facilidad para hacer amistad con los pueblos paganos, los hacía inmerecedores del amor de Dios. Su constante desobediencia, influenciada por sus vecinos, los puso en la balanza del juicio de Dios. La idolatría y malas costumbres lo llevó a comparecer ante Su estrado. Oseas 1.2. Y es Oseas quien nos muestra en su libro la infidelidad de un pueblo que había recibido muchas bendiciones y ahora le daba la espalda a Dios. Asimismo, nos permite ver el amor y la gracia soberana de Dios hacia Israel, a quien llamó "esposa adúltera, prodiga e infiel". "Ella no se da cuenta de que fui yo quien le dio todo lo que tiene: grano, vino nuevo y aceite de oliva; hasta le di plata y oro. Pero ella ofreció todos mis regalos a Baal" (Oseas 2.9)

El asedio enemigo es una constante en la vida de este pueblo y en la nuestra, contrarrestarlo y alcanzar la victoria solo se logra cuando nuestros pies están firmes y se persevera en la relación con nuestro Creador. Es importante saber que nuestro carácter, el mundo, Satanás y nuestra propia carne son enemigos para nuestra vida y el solidarizarnos y establecer alianzas con ellos es romper con el vínculo divino. En esta posición nos hacemos vulnerables a que entre el pecado a nuestra vida con gran facilidad y sin pesar. La infidelidad es el pecado que Dios escribe con letras mayúsculas. Ser infiel a alguien que se ama es el desencadenante de muchos otros pecados. Es la razón por la que Dios trae a este pueblo a juicio con severidad. "... si alguna vez te olvidas del SEÑOR TU DIOS, y vas en pos de otros dioses, y les sirves y los adoras,... ciertamente perecerás". (Deu 8.19-20) 

"Cuando los traje a una tierra fértil para que disfrutaran de sus bienes y de su abundancia, contaminaron mi tierra y corrompieron la posesión que les había prometido" (Jr 2.7). La humanidad ha recibido bendiciones siempre de Dios como Israel, quien fue conducida a tierra de libertad. Su vida fue renovada desde -0-, Dios le dio vida nueva, cuando lo sacó de la esclavitud de Egipto y los dirigió hacia la Tierra Prometida. La presencia  de Dios lo guio a través del paso por el desierto. Los protegió del peligro, de la muerte, los alimento y vistió. Como también les envió profetas y ángeles para hablarles a través de ellos. Pero este pueblo había tomado nuevamente la decisión de hacer "borrón y cuenta nueva" seguir, pero sin Dios. Alguna similitud con la realidad actual, ¿Serán coincidencias?

La pérdida de vergüenza y temor de Dios lo llevó a usar, lo que Él les proveyó, para honrar otros dioses y para jactarse en sus propias banalidades, en sus propios placeres, para alimentar su "adulterio" para con Dios. Las bendiciones recibidas fueron utilizadas en lo que no era provechoso. Fueron a parar en cisternas vacías, huecas y letales, autodestructivas. Aun así, el ser humano se pregunta: ¿Y dónde está Dios? Pero sería apropiado también preguntarnos "¿Dónde estabas tú?" (Job 38.4). ¿Qué ha hecho, la humanidad, nosotros con todo lo bueno dado por Dios?, "Y vio Dios todo lo que hecho, y todo era bueno en gran manera..." (Gén 1.31a) 

La gran realidad de todo esto, es que este momentáneo disfrute del ser humano tiene un fin. Llegará el día en que nada sacie a "la esposa infiel".  "Cuando corra tras sus amantes, no podrá alcanzarlos. Los buscará, pero no los encontrará. Entonces pensará: "MEJOR SERÍA VOLVER A MI ESPOSO PORQUE CON ÉL ESTABA MEJOR QUE AHORA". (Oseas 2.7)

Es así que Dios trae a "su esposa infiel" a cuentas, y le deja ver todo lo que le sobrevendrá a causa de su maldad. Su traición tendrá graves consecuencias, pero grandes bendiciones a futuro. Sería quitado todo, "Le quitaré la ropa de lino y lana que le di para cubrir su desnudez" (V9b). "..., porque ya no es mi esposa, ni yo su esposo..." (V2ab). Escuchar lo que Dios dice a Su pueblo, debería causar en el creyente sobresalto y temor desde la perspectiva de vivir sin la cobertura de Dios, y quedar al "desnudo".  Un rebaño sin linderos o corral hace que el lobo, ataque y devore con facilidad. Pero,  Dios es el límite, es la frontera que detiene al ser humano de ir más allá de lo establecido. Así se quiera obviar, el poder y soberanía de Dios es tan grande que abarca toda la tierra y frena a Su creación, mantiene el control de muchas acciones del ser humano. "La castigaré por todas ocasiones en que quemaba incienso a las imágenes de Baal,... olvidándose de mí por completo" (V13) 

"Porque todo el que se enaltece será humillado,..." (Lc 14.11). Y es al desierto a donde el Dios de Toda Gracia, como hace alusión Pedro, nos lleva, aunque esto no estaba contemplado en Sus planes ni era el destino que tenía preparado para la humanidad. Es así que Adán y Eva vivían en un paraíso dado por Dios, pero a causa de su desobediencia, de estar prestos a escuchar voces y consejos equivocados, sumado con la rebeldía que los llevó a querer ser como Dios y desvirtuar Su autoridad, hicieron de su habitación posterior el inclemente desierto.

Es este lugar donde se vive con intensidad la estepa de la soledad, la agonía de la desolación, el desánimo, y el letargo de cada día. Es ahí donde se recibe el azote de la aridez constante, las carencias de todo tipo, la falta de fortaleza y el miedo aterrador. Es allí donde el ser humano experimenta las limitaciones y debilidades, antes de recibir revelación divina. ¿Quién no ha atravesado desiertos que a veces parecen interminables? Donde la aflicción es el pan diario, y las lágrimas, en muchos casos, la más cercana compañía.  "Te acordarás de todo el camino en el desierto, por donde el Señor tu Dios te ha traído estos cuarenta años para afligirte y ponerte a prueba, y para saber lo que había en tu corazón, y si habrías de cumplir o no con sus mandamientos". (Deu 8.2).

Es así, que HOY, el Señor nos viene a alentar y a recordar que el paso por el desierto es temporal, pero muy útil para el creyente. Mientras Él pone en orden y hace los ajustes respectivos en la persona, nuestra relación con Dios, bajo la dirección de Su Santo Espíritu, se va estrechando cada vez más. "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;" (2 Cor 4.17) 

Debemos tener claro, que la estadía en el desierto depende en gran medida de nosotros, del tiempo que tardemos en tomar decisiones radicales y aceptar que "Mi ayuda viene del Señor, quien hizo los cielos y la tierra" (Sal 121.2). Pero muchas veces, cegados por la fantasía del mundo, se intenta cerrar esta etapa tomando atajos,  que lo único que hacen es dilatar el fin del paso por el desierto. Se buscan soluciones rápidas y pasajeras, haciendo del sufrimiento o de la "mala racha" un círculo vicioso. Es el mismo ser humano que hace del desierto su lugar predilecto por temor a soltar las cadenas de la falsa felicidad. Pero, en esta "Escuela Divina" Dios sabe esperar, nos prepara hasta que estemos listos para recibir. En este tiempo de espera Él remodela y quita lo que estorba. Con paciencia, la cual es eterna, va  limpiando  y reconstruyendo ruinas, sacando escombros y levantando bases, paredes fuertes y altas. Moldea nuestro carácter para que tengamos un encuentro personal, cara a cara con Él.

El pueblo de Dios dejó de encontrar placer en Dios por mirar en la dirección contraria. Sus oídos dejaron de escucharlo, su voz se perdió con la música insonora de cuerpos inertes, los ídolos de los pueblos paganos. "Adulterio espiritual", era su placer. "Ella iba tras sus amantes", se deleitó en ellos hasta quedar saciado y hasta no hallar lo que buscaba, al final el vacío invadió su alma. Si nada más que caminos torcidos, eternos sufrimientos, oscuridad permanente, risas adulteradas provocadas artificialmente, terminó como la luciérnaga que quedó desteñida con las luces de la gran ciudad. Así es el fin de aquellos que hacen de su vida un camino donde el pecado abunda.  "... Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia;" (Rm 5.20)

Sin embargo, el amor y la gracia de Dios sobreabunda aún más. Él no deja abandonados a Sus hijos. En sus pensamientos estamos presentes, razón por la cual envió a Su Hijo, la Gracia hecha hombre, vino a nuestro rescate. Vino a salvarnos, a darnos Su gracia eterna aún sin merecerla. Jesús llegó a decirnos que no importa el estado en que nos encontremos, de allí nos recogerá, nos levantará y nos sanará. Su gracia nos cobijará, y nos dará vida nueva. Una nueva historia escribirá en nuestras vidas.

Como Sus hijos el Señor nos ama pero debe corregirnos, "todas las cosas le ayudan a bien" (Rm 8.28). Las tribulaciones que Dios permite que sucedan son las QUE NOS AYUDAN PARA BIEN. Nos permite crecer espiritualmente. Su propósito es que allí, en el desierto, Él "nos hablará al corazón" (V14); quitará y pondrá, y nueva vida nos dará. Allí, habrá restitución, "devolveré sus viñedos y convertiré el valle de aflicción (Acor) en una puerta de esperanza" (Os 1.15a); Es en el desierto donde conoceremos al Señor y entregaremos nuestra vida a Él, "Allí se me entregará", y estableceremos el "maridaje perfecto" "me llamarás "esposo mío" en vez de mi Señor" (V16)

HOY, el Señor desea que entendamos cuán grande es Su amor por nosotros, como también nos invita a recibir en nuestros corazones a Su Hijo, Jesús, quien nos dará de Su don preciado, Su gracia. Además, Dios nos revela una gran verdad, que el desierto en realidad no son los problemas, el desierto es vivir alejados de la gracia y del amor de Dios. Es esta infortunada decisión la que nos lleva a habitar en desiertos inclementes, donde cuesta encontrar vida. Sin embargo, Dios utiliza este lugar de aflicción para que florezcamos, para llenarnos de bellos colores y brillo. 

Un bendito desierto que Dios usa como instrumento de formación y de santificación, donde desarrolla nuestro carácter y nos moldea a similitud de Su Perfecto Hijo, Jesucristo. Rm 8.29. Una ARIDEZ MILAGROSA que nos devolverá a la vida, a la vida de verdad, en Cristo Jesús. "... el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza.  Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado" (Rm 5.3b-5). "

*** Gracias, Precioso Salvador, porque en medio de la aridez de mi vida, y la interminable sequía en que la había convertido, llegaste Tú, Soberano Salvador, para confrontarme con mi realidad y cambiar mi corazón endurecido por falta de tu amor. Tu gracia me alcanzó, y tu misericordia llegó para salvarme. Allí, en medio de la desolación tu voz llegó a mi vida,  renovaste mi alma y nueva vida me diste, donde nuevos pastos pusiste y flores coloridas crecieron para alegrar mis días. Hoy, te pido, poderoso Señor, que tu gracia me acompañe, tu bondad me persiga y  Tu presencia me guie  en todo momento. Que sea Cristo Jesús el que alimente mi alma por siempre. En el nombre de Jesús. Amén.

"... Y a los que llamé "no son mi pueblo" (Ruhama), yo diré: "Ahora son mi pueblo" (Ammi). Y ellos responderán: "¡TÚ ERES MI DIOS" (Os 2,23b)

A mi de Dios te Toda Gracia, que en medio del desierto me cautivó y nueva vida me dio, sea el honor y la gloria por siempre. Amén.

"Oh, bendito desierto, donde te conocí. Donde Tu alma y la mía se fundieron en un abrazo eterno" (Gracia)

* Que el Espíritu de Dios te lleve a ver el rostro de Cristo en medio del sufrimiento.

"¡Voy a hacer algo Nuevo!
Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?
Estoy abriendo camino en el desierto,
y ríos en lugares desolados" (Is 43.19)
.

Dios te bendiga.


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