SUÉLTALO


SUÉLTALO

"Pero te digo adiós, para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti" (Fragmento). Desaprender y el desprendimiento se relacionan en la medida en que en ambas situaciones hay una separación que viene a generar algo nuevo. El desaprender es olvidar o abandonar patrones que por efecto del tiempo, circunstancias, costumbres y hábitos se han aprendido, causado efectos negativos que evitan que se produzca el verdadero cambio de vida  en la persona. A veces el ser humano se acostumbra a vivir dentro de la "cizaña", la cual termina amándola y haciéndola indispensable. Si por convicción terminamos amando el mal, entonces ¿Cómo podemos ser amados y dar amor? El desaprender es remover lo que no genera crecimiento, para reiniciar, arrancar de nuevo, DESDE -0-. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? (Mc 8.36)

"Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡También esto es absurdo! (Ecl 5.10)

Aprender a gestionar el cambio trae consigo desprendimiento, que conduce a lograr una verdadera relación con Dios, la cual nace en la medida que crece nuestro amor por Cristo. El ser humano tiene como característica una mentalidad sin límites en lo que tiene que ver con los deseos. Desea todo y ese todo no es suficiente. Difícil es que cumpla sus expectativas, debido a que hay un hambre ilimitada por tener aunque sea una necesidad no relevante. Se ha incrementado actualmente por la distinta información que cautiva la imaginación, haciendo creer que sacia los deseos. Más consumo más apetito. Este es el materialismo, el hambre incontrolada de tener, y de vivir teniendo convirtiéndose en el cimentador de la felicidad. "Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos..." (1Tm 6.7)

Sucedió que un joven se acercó a Jesús y le preguntó: —Maestro, ¿qué es lo bueno que debo hacer para obtener la vida eterna? (V16)

En la conversación de Jesús con el joven rico, podemos entender que no siempre los ídolos son de barro o madera tallada, también hay algunos con los cuales habitamos, los hacemos parte de nosotros, ya sea personas, bienes, circunstancias, oficios y hasta nosotros mismos. HOY el Señor Jesús nos revela  que los apegos, independiente de su naturaleza, es otro tipo de idolatría. Codependencias o vínculos que erigimos para adorar y reverenciar, y que sin quererlo están ocupando el lugar que le corresponde a Dios. "Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón" (Mt 6.21).
 
El joven rico o como algunos estudiosos lo han llamado fariseo o líder religioso, es posible que haya escuchado hablar de la popularidad de un Maestro al cual muchos seguían y fue hasta Él en busca de respuestas que se acomodaran a su conveniencia. Se acercó a Jesús presuroso por saber cómo tendría vida eterna. De igual manera algunas personas cuando llegan a los pies de Cristo, lo hacen no para tener una relación permanente con Jesús sino para que sean solucionadas situaciones o con expectativas equivocadas, cuando Dios obra en cualquier circunstancia finaliza la relación. Este joven esperaba que sus buenas obras o acciones fueran validadas porque las consideraba "buenas". Es tan así que pregunta, cuál es el paso siguiente, "Maestro bueno". ¿Por qué me llamas bueno?,  ¿Acaso me conoces? ¿Sabes quien soy? ¿Me has escuchado? ¿Me sigues y obras en obediencia a mí Palabra?"Ninguno hay bueno sino uno: DIOS" (V17)


"—He obedecido todos esos mandamientos—respondió el joven—. ¿Qué más debo hacer?" (Mt 19.20)  Perfectos en medio de la imperfección es el camino a la idolatría. Esa es la identidad pre-conversión que muchos tienen y la que impide que se llegue a Cristo por considerarlo innecesario, o llegan y al ser revelada la Verdad escapan por temor a soltar eso que los tiene cautivados, por miedo al desprendimiento. 

El ser humano se ha acostumbrado en demasía al ambiente religioso, a vivir sin establecer una relación de compromiso con Su creador. Sin sumisión y convicción, ha hecho del nombre de Dios un hábito, "Señor". "¿Qué buena acción tengo que hacer para tener la vida eterna? (V16). La buena acción que debe tener todo cristiano, y la cual nunca debe olvidar, es reconocer el propósito de la muerte y resurrección de Cristo, la cual selló con la sangre del Cordero nuevo pacto con la humanidad. "Pues así como el cuerpo está muerto si no tiene espíritu, también la fe está muerta si no tiene obras.. (Sg 2.26).

La fe es creer en el único y verdadero Dios a pesar de que no lo vemos con los ojos físicos. Con ella viene un nuevo mover del espíritu que son las obras, y no solo de caridad, sino de todo aquello que hagamos que muestren que nuestra vida ha sido cambiada y transformada por el poder y gracia de Dios. La fe sin obediencia, sin el hacer, sin asumir nuestra responsabilidad es sin sentido, esta muerta. De esta manera las obras es el resultado de la confianza y creer en Dios, como también el obedecer sus mandatos, es así que Jesús le dice al joven: "...si deseas recibir la vida eterna, CUMPLE LOS MANDAMIENTOS" (V17b)

Pero, la palabra de Dios es una reacción en cadena, una depende de la otra hasta alcanzar el propósito para la cual fue hecha. Dios establece como lo primero y más importante, "Amar a Dios sobre todas las cosas". Obedecer, amar y serle fiel son acciones que tiene mutualidad. Entonces, esta frase condicional trae una responsabilidad de parte nuestra, "SI ME AMAN....guarden mis mandamientos"  

Cuando llegamos a amar a Dios, de la manera que Él desea, no habrá nada que nos impida o limite el cumplimiento de sus ordenanzas. Este amor nace de tener un encuentro cara a cara con  Jesús y apasionarse por su ministerio y toda su obra. Sin ataduras y sin cuestionamientos, libremente prodigamos amor a Aquel que todo lo dio en la cruz, y aún espera la continuidad y el cumplimiento de parte nuestra para que Su obra sea difundida. Amar a Dios es contagiar al mundo de Su verdad. "Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones,..." (Mt 28.19) 

El desprendimiento viene de entender que amar a Dios es todo lo que necesitamos, "...Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra." (Sal 73.25), y es voluntario no forzado, nace de corazón agradecido. En caso contrario se convierte en un deber u obligación el cumplimiento de sus mandamientos, pasando a ser una carga difícil, una labor de gran esfuerzo que lleva al desgaste y al fracaso. Pero, si hay amor y deleite por Dios, hay placer por agradarle, y crece el espíritu de amor por el otro. Cuando el amor por Dios nace de lo profundo de nuestro corazón, entonces hay un deseo constante por obedecerlo y hacer todo lo que el manda, incluyendo los mandamientos. "Yo le he dicho al Señor: Mi Señor eres Tú. Fuera de Ti, no poseo bien alguno" (Sal 16.2)

Este joven era conocedor de las Escrituras. Estudioso del Antiguo testamento, conocía los mandamientos, sin embargo preguntó ¿Cuáles?. La mayoría de las personas los conoce pero no los hace parte de su vida y los excluye de su plan de vida. Siendo que son principios y la guía de trabajo divino. Dios los establece para orientar nuestro caminar. El no obedecerlos nos descalifica como sus hijos, puesto que un padre ordena y sus hijos obedecen, es la ley normal y natural de la vida. Nuestro Padre, Dios, también obra igual. Aprendizaje sin acción es vida cristiana sin obligación. "No cometas asesinato; no cometas adulterio; no robes; no des falso testimonio (No mientas); Honra a tu padre y a tu madre; ama a tu prójimo como a ti mismo" (V18b,19)
 
Seguir a Jesús trae implicaciones más allá que declararse creyente. Trae funciones, responsabilidades  que ayudan a estrechar el lazo de unión entre Dios y nosotros. Dios exige unos requisitos, como toda carrera, para alcanzar la vida eterna, los méritos propias y avanzar sin la guía divina no está dentro del plan de Dios para nuestra vida. "...Todo esto los he guardado desde mi juventud" (20a). Ese pensar que las cosas buenas que hagamos nos dan el premio celestial no nos asegura la entrada a la vida eterna. Dios mira desde otra perspectiva,  muy diferente a la nuestra.    ¿Qué más me falta? (V20). 

Cuando Jesús le responde,  "No hay nadie bueno", le aclara que no hay nadie en la tierra que cumpla con este criterio, solo en uno se halla la bondad y perfección infinita, Solo Uno cumple los estándares de calidad más altos, Dios. Y no era que Jesús dejara a un lado su divinidad, en este juego de palabras quería mostrarle a aquel joven la posición en que estaba, desde la suya aquí en la tierra. Y, pararse frente a Dios como el más correcto de todos es orgullo, es querer igualarse a Él, es no bajar la cabeza y reconocer Su Grandeza y poder. 

Nuestro trabajo es reconocer, con la ayuda del Espíritu de Dios,  nuestra "desnudez" y desear con el corazón ser cubiertos con su maravilloso amor, bondad y misericordia;  Es mirarnos frente a un espejo e identificar lo "sucios" que somos y anhelar ser limpiados, lavados con sangre preciosa. Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve" (Sal 51.7)

Este joven es el prototipo de muchos que afirman ser cristianos sin Cristo, sin amarlo, porque cómo se puede amar a quien no se conoce y como se puede obedecer cuando no se ama. El lavar nuestra maldad con hacer obras, son requisitos más que se cumplen, y las ordenanzas de Dios, los mandamiento,  se quedan bajo el tintero. "El que no me ama, no guarda mi palabras;.." (Jn 14.23a). El Señor Jesús lo expreso, "¡Hipócritas! Pues son como tumbas blanqueadas, hermosas por fuera, pero llenas de huesos e muerto y toda clase de impurezas por dentro" (Mt 23:27)

Pero HOY, el Señor viene a correr el velo de la indiferencia y falsa religiosidad, y nos da Su verdad que es,  "VIVA y EFICAZ", "tiene poder y tiene vida"..., y penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Allí examina, (discierne) nuestros pensamientos y deseos, y deja claro si son buenos o malos" (Hbr 4.12). HOY, al igual que en tiempo atrás, el Señor nos dice, SI ME AMAN, "El que me ama, mi palabra guardará..." (Jn 14.23a). "Mi Palabra", será para aquel me ame sinceramente como miel para sus oídos, y deleitará su caminar, y la obedecerá como respuesta a ese amor por Aquel que le da vida con Su instrucción.

"Lo hecho todo" "Todo eso lo he cumplido" "lo he guardado", Para el joven la vida eterna era un concepto nuevo, algo que necesitaba aprender, pero para hacerlo necesitaba desaprender, quitar lo construido por años de aprendizaje y costumbres, y tomar lo que le ofrecía Jesús. ¿Qué más me falta? (V20b) Jesús, conociendo su corazón, le da la opción de renunciar o desprenderse de todo lo que impide su caminar hacia Él. Su deseo era remover, limpiar y construir sobre algo nuevo. Un nuevo orden es el inicio de una vida nueva.  

Algo que aquel joven amaba y muchos de nosotros también eran las riquezas, y este desprendimiento le era doloroso por el convencimiento de que ahí estaba la verdadera la vida. ¿Qué otros tipos de "riquezas" podemos tener? Dinero, trabajo, salud, familia, y no es que el Señor quiera que nos abandonemos a la suerte o nos desprendamos de todos, Él quiere que establezcamos prioridades. Y esta es, Amar a Dios primero, la cual trae como resultado bendiciones, dentro de ellas están las que considerábamos como importantes. En definitiva miramos por lado contrario de donde lo hace Jesús. Cuando se llena el corazón de cosas perecederas no hay espacio para las eternas.  Todo gira en función de poseer y así se llega a los pies de Cristo buscando que sean cumplidas, pero Jesús es muy claro cuando le dice al Joven: "—Si deseas ser perfecto, anda, VENDE TODAS TUS POSESIONES y entrega el dinero a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Después ven y sígueme. (v21)

SUÉLTALO, "...Y SÍGUEME". Vende, liquida todo lo que gobierna tu corazón, todo lo que manipula tus pensamientos, todo que controla tus acciones, todo lo que le quita el lugar a Dios. Cuando hayas saldado cuentas con el mundo y te hayas liberado de lo que frena tu conversión, "Ven y sígueme". Dar prioridad a lo verdadero a lo realmente correcto nos llevará por el camino transformador de nuestro amado Jesús. Nuestra tarea es trabajar para almacenar "TESOROS EN EL CIELO", de esta manera recibiremos el cumplimiento de sus promesas la cual son bendiciones que Dios nos da por ser fieles a Su Palabra y por creer en Su Hijo. ¿Qué debo para ser salvo?...Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo" (Hch 16.30-31)

Cuando el joven escuchó lo que Jesús le dijo, se fue triste porque tenía muchas posesiones.  (V22)

HOY, el Señor viene a exhortarnos a romper con todas aquello que impide seguir el camino de santidad, y nos muestra diáfanamente lo que entorpece este caminar. A veces será difícil, doloroso e inalcanzable el propósito divino, pero Dios como nuestro Creador, conoce nuestras limitaciones, y nos deja un ayudador, Su Santo Espíritu quien será nuestro compañero de peregrinaje a la vida eterna a vivir, a vivir siempre en la Presencia de Dios. No es difícil, sino que el aferrarnos a tener riquezas perecederas, hace imposible soltarlas, y como el joven claudicamos y decidimos abandonar que obedecer. Dejamos el barco sin haber empezado a navegar. Y no es que no deseemos estar con Dios, es que el apego por lo material es tan fuerte que desaprender es "...Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible" (V26).

*** Bendito seas Tú, Rey de Gloria, Amado Señor. Grande es tu amor por nosotros al presentarnos Tu Verdad que alinea nuestro caminar. Por alimentar nuestra alma con cada Palabra que sale de tu boca, y por darle el rumbo correcto a nuestra vida el cual nos lleva por camino de santidad. Ayúdame, Soberano Señor, a desprenderme de lo que no me deja verte, a desatar la cuerdas que impiden que siga tus pasos, a desaprender todo aquello que no me deja disfrutarte. Vacía mi alma y mis pensamientos hasta que no quede nada que pueda entorpecer la entrada de tu amor. Lléname de Tu Verdad y de pasión por ti, para que no se me olvide que Tú eres mi más grande riqueza, mi mayor bendición y mi preciado tesoro, y que teniéndote a Ti no necesito nada más en esta tierra. En Jesús oro. Amén.

Y este mismo Dios quien me cuida suplirá todo lo que necesiten, de las gloriosas riquezas que nos ha dado por medio de Cristo Jesús. (Fl 4.19)

A Mi amado Tesoro, Cristo Jesús, que cuida de mi corazón como su bien más preciado, sea la honra y la gloria por siempre. Amén.

"En mi corazón guardo, Palabras que vida me dan"

* Que el Espíritu de Dios te lleve a descubrir lo que detiene las bendiciones del Dios.


En mi corazón he guardado tus dichos,
para no pecar contra Ti. (Sal 119.11)

Dios te bendiga.

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