NO LO SOY


"Estaba, pues, Pedro en pie, calentándose. Y le dijeron: ¿NO ERES TÚ DE SUS DISCÍPULOS? Él negó, y dijo: …" (Jn 18.25)

NO LO SOY

***De niña uno de mis juegos favoritos era perseguir mi sombra. Pasaba largos momentos tratando de atraparla, igualarla o simplemente que se alejara de mí. Ah niñez, inocente y fugaz, que no me dejaba entender por qué aquella insistente sombra no me dejaba sola un instante. Si quería jugar, ella estaba allí, en los instantes de reposo o tristeza permanecía a mi lado. Muchas veces quería escapar de ella, pero se mantenía adherida a mí, sin importar que no la deseara cerca. Cierta noche, ya en cama, noté algo extraño, miré para todos los lados y la sombra que me había perseguido todo el día, ¡No estaba! ¡Se había esfumado! La busqué en la penumbra de mi habitación y no la hallé.

La oscuridad había disipado la sombra que había sido mi compañía leal y constante todo el día, esa noche fría me dormí, apesadumbrada e inquieta. Al día siguiente, ¡Que alegría! al salir al patio de mi casa me encontré con mi amiga inseparable, saltamos y reímos. Me di cuenta que ni la oscuridad pudo opacarla o extinguirla, siempre permaneció ahí mi compañía fiel y eterna, solo que la oscuridad no me dejaba verla. (Gracia) "La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella." (Jn 1.5)

"Estando Pedro abajo, en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote; y cuando vio a Pedro que se calentaba, mirándole, dijo: TÚ TAMBIÉN ESTABAS CON JESÚS EL NAZARENO. Mas el negó, diciendo: NO LE CONOZCO, NI SÉ LO QUE DICES. Y salió a la entrada; y cantó el gallo" (Mc 14.66-68)

No fue una vez, ni dos, fueron tres veces explícitas que Pedro negó a Su Maestro, y esto ya le había sido advertido con anterioridad (Mt 26.34). Sin embargo ante el contraste del acontecimiento, Jesús enfrentándose a sus acusadores quienes buscaba encontrar un motivo de juicio y condena, y Pedro en la oscuridad de  una noche fría, desobedeciendo la advertencia de Jesús a que no le siguiera, además empatizando con Sus enemigos, se debatía en medio de su propia oscuridad. "TÚ TAMBIÉN ESTABAS CON JESÚS EL NAZARENO"

¿Temor? ¿Vergüenza? En fin, es fácil ajusticiar a Pedro por este momento de vacilación y pérdida de conciencia, pero ¿Quién de nosotros no lo ha hecho? ¿Quién no lo ha negado?  No solo tres, sino muchas veces, aun conociendo y viviendo la bondad de Su mano, y la extravagante misericordia que ha tenido con cada uno de nosotros. Pedro no fue la única excepción, porque podemos contarnos como compañeros de la negación de Pedro, ¿ERES TÚ DE SUS DISCÍPULOS? "NO LO SOY". 

¿Qué razones alude el ser humano para este acto?, cuando muchos de sus actos son vergonzosos. La verdad, Jesús si tendría motivos para negarnos ante el Padre, son infinitas las razones, pero de qué el ser humano se avergonzaría de Jesús, ¿Qué motivos tendría? "Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles. (Lc 9.26)

En este pasaje que nos presenta la Escritura podemos aprender importantes lecciones. La vida, con sus aciertos y desaciertos de los hombres de Dios, nos dejan enseñanzas con las cuales podemos identificarnos. La negación de Pedro trae dos enfoques importantes para tener en cuenta. Primero, que la cercanía a Jesús, el caminar a Su lado, y respirar su mismo aire, el estar rodeados con quienes hacen de Jesús el primero en su vidas, trae seguridad, confianza. Su respaldo empodera y da fuerza. Sin duda Pedro lo sintió y lo experimentó, tres años a su lado no fueron en vano. Conocía a Su Maestro y Él también lo conocía. Esa fuerza dada por Jesús fue la que lo llevó a enfrentar sin temor al alguacil que atacó a Jesús, "Entonces Simón Pedro sacó una espada y le cortó la oreja derecha a Malco, un esclavo del sumo sacerdote" (Jn 18.10)

Segundo, cuando perdemos a Jesús de vista y Su presencia no la percibimos. Cuando nuestros ojos pierden contacto con los Suyos, el aire que se respira pesa, porque Jesús no está. Pedro lo vivió. Su Maestro estaba siendo interrogado, y él afuera en el patio, afanoso sin encontrar a Aquel con el cual había estado por mucho tiempo. Esta lejanía de Jesús, llevó a Pedro a experimentar el miedo, inseguridad, incertidumbre. El sentimiento de abandono floreció, junto con la cobardía, "...¿No eres tú también de los discípulos de este hombre ? NO LO SOY (Jn 18.17b)

Allí en la oscuridad y el frío que carcomía los huesos, el temor y la vacilación se apoderó de Pedro, al sentir la ausencia de Su Maestro. Pero, Jesús ya les había hablado sobre esto, los había preparado para su partida. Sin Su presencia no estarían jamás, les dejaría su Espíritu (Jn 14.26)A ellos les convenía más que el partiera (Jn 16.17). Pedro cegado se mantenía, aún no entendía que debía caminar con el corazón mirando a lo alto, en espíritu, y no siguiendo el pensamiento y las emociones humanas. "Pedro le dice: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré" (Mt 26.35a)

En la oscuridad del alma, Pedro esperaba a Su Maestro, ¿Lealtad? ¿Obediencia? pero si no tuvo en cuenta las recomendaciones que Él le dio. Cada Palabra Suya se perdió en el vacío de la noche. Lejos de Jesús no se toman las mejores decisiones, puesto que Pedro se sentó junto al fuego equivocado y con las personas equivocadas, con los enemigos de Jesús, y con la mente y el corazón en otro lugar, en lo terrenal.

El valiente y decidido Pedro, el que alardeaba de fidelidad y hacer la voluntad de Su Amado Señor, ahora era señalado por una criada, intimidado y sin defensa. Su coraje lo había perdido de vista, Jesús. Es así que ahora juraba fehacientemente no conocerlo, decía con fuerza para que otros escucharan, "NO LO SOY", ni discípulo, ni amigo, ni seguidor, "NO LO SOY". Indudablemente Pedro se estaba quemando esa noche fría y oscura. "Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco a este hombre de quien habláis" (Mc 14.71)

La negación de Pedro no fue todo lo que vivió en medio de aquella oscuridad que no le permitía ver claramente lo que sucedía, ni recordar lo que Su Maestro les había dicho y hecho. Como humano Pedro actúo, sin tener en cuenta que Dios todo lo tenía bajo Su control. Pedro hizo todo lo que no debía hacer, "...—Ahora no puedes venir conmigo, pero me seguirás después" (Jn 13.36), como también se mezcló con los alguaciles, aquellos que perseguían a Jesús, "... Pedro también estaba de pie con ellos, calentándose" (V18)

La negación de Pedro viene con un preámbulo, estar en el lugar y con las personas equivocadas, escuchando burlas, sátiras, palabras ofensivas que llevan a intimidar y a la duda, al cuestionamiento. Es la cizaña que invade el corazón del ser humano, y se gesta al ver y escuchar mensajes que destilan odio, resentimiento. Palabras venenosas que enjuician al Santo de Israel, a Aquel que no cometió pecado alguno. Si estaba en esta posición era porque así lo había decidido, Él a cambio de nosotros. La contaminación verbal y auditiva intimidó a Pedro, como también le sucede a muchos que intentan acoplarse al mundo y sus placeres, lo impulsó a decir "NO LO SOY".

 "Los hombres que vigilaban a Jesús comenzaron a burlarse de él y a golpearlo. Vendaron sus ojos y le preguntaban: —¡Profetiza! ¿Quién te pegó? Y le lanzaban muchos otros insultos" (Lc 22.63-65)

Bien lo dijo Jesús, "el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra", (Jn 8.7). Lamentablemente sucesos como lo vivido por Pedro, y que nos los trae el Señor como enseñanza aplicable para nuestra vida, ocurren muy a menudo. Cristianos, creyentes, que se declaran seguidores de Jesucristo, por buscar aprobación, y ser aceptados en determinado contexto, o emparentar con las ideologías del mundo, se hacen similares, iguales a todos. Se sientan y comparten el calor de la compañía de aquellos que ponen a Jesús como el señuelo de sus burlas, o la catarsis de su amargura. El problema no es Cristo, es el corazón humano enfermo por la ausencia de Dios, y sin Él, sólo hay oscuridad, la cual difumina el amor de Cristo. "Dios nuestro, ¿hasta cuándo el enemigo va a seguir ofendiéndote y burlándose de ti? (Sal 74.10)

Y aquella negación de Pedro, solo fueron palabras dichas por un breve tiempo, en contraste con el ser humano que se deleita negando a Cristo, toda su vida, con cada acto que adultera los principios divinos. Vivir la doble moral, contaminando el corazón, el aposento de nuestro Creador, con toda clase de pecado, y haciendo su voluntad se ha hecho un sistema de vida. Sin tener en cuenta que se juega la vida por placer, haciendo de la "muerte" espiritual el plato principal de cada día, y donde Cristo deja ser el TODO, para ser el "ocasional", son algunas de las formas como se niega a Cristo repetitivamente, sin temor ni temblor. "Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. (Mt 10.33)

El creerse "sobrehumano" cuasi "perfecto", tan bueno que la Palabra de Dios no se necesita o se adopta pero no se hace viva, es donde inicia el proceso de caída. "Eso no es para mí", pero, "la confianza mató al ratón". Si, esa confianza excesiva en sí mismo llevó a Pedro a creer que no caería, e hizo que pasara por alto las advertencias de Jesús. Y es que la tentación llega, pero al estar sin la cobertura divina lleva a la caída, Jesús lo dice "separados de mí, nada podéis hacer" (Jn 15.5); como también el buscar ganar las batallas con "armas" humanas y el bajar los brazos en el proceso de conversión. Así mismo, el lapso de tiempo que permaneció Pedro en la oscuridad fue corto, y esto ayudó a la redención.

"En ese momento, EL SEÑOR SE VOLVIÓ Y MIRÓ A PEDRO.
De repente, las palabras del Señor pasaron rápidamente por la mente de Pedro: «Mañana por la mañana, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces" (Lc 22.61).

Ni antes ni después, el momento es HOY cuando el Señor nos llama al arrepentimiento. Cuando el Señor fue llevado a presentarse al tribunal de Pilato, fe pasado por el patio donde estaba Pedro. Una mirada suya fue suficiente para que Pedro volviera a la realidad, despertara del letargo y saliera de la oscuridad que lo envolvía. La mirada del Señor le atravesó el corazón, sacudió sus entrañas, y lo devolvió a la vida. Como olvidar los años más felices que había vivido. Tres años donde su vida había cambiado notablemente, donde ya no era un simple pescador, sino que tenía propósitos mucho más grandes. Como una película vino todo lo sucedido a su mente. Las advertencias, los llamados de atención, cada Palabra y actos de Su Maestro, de Su Amigo fiel y verdadero, ahora las recordaba. Todo volvió a la luz, sintió una gran tristeza, quizá vergüenza, dolor en su alma, "SALIENDO FUERA, LLORÓ AMARGAMENTE" (Lc 22.62)

El Señor con Su Palabra nos invita a cerrar el paso de la caída prontamente, antes que la espesura de las tinieblas se haga vida en nosotros. El perdón nace cuando llega el verdadero arrepentimiento por fe. Pedro lloró, como lloré yo y muchos al ser abiertos los ojos y ver el tamaño de la ingratitud, de la falta entendimiento para comprender el tamaño del amor de Jesús mostrado en la cruz, y todo por nosotros. ¿Quién lo pudiera entender? Inexplicable, pero capaz de comprenderlo en un corazón rendido a los pies de Cristo, humillado ante Su presencia. Que aún "negándolo", Jesús continúa amándonos y reclamando nuestros corazones. 

Debemos correr con prontitud, no hacia el pecado, ni afanosos al mal, sino a los brazos del Señor, a la fuente de TODO poder, en completo arrepentimiento en busca de perdón. Olvidar o encubrir como mecanismo de evitación para nada hace bien a nuestra vida espiritual. El Señor de continuo nos está recordando, y nuestra tarea es prestar atención a Su voz, quien por medio de Su Santo Espíritu nos avisa, previene, alerta para no caer nuevamente. 

"En cambio, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo..." (2 Pedro 3.18a)

Pedro recordó, meditó y actuó, "se acordó de las palabras que Jesús había dicho" (Lc 22. 61b). Aunque la restauración es un proceso, lo seguro en Pedro era que no regresaría atrás, ni bebería de esa misma agua amarga. Ahora, viviría para contar Sus las maravillas. Para pregonar que el Dios que lo salvó se llama Jesús, Su Magnifico Señor. El Gran Yo Soy, Su Maestro a quien le sirve, conoce y es su discípulo. Para contarle a todos que SOLO EN ÉL HAY SALVACIÓN. La respuesta cambiaría tontamente, y con total convicción, Pedro diría: ¡SÍ LO SOY!  ¡SÍ LO CONOZCO!, EL ES  MI SEÑOR Y MI DIOS, para Su honra y Gloria, Amado Señor.  

*** Gracias Amado Salvador, Hoy vienes a mí buscando mi corazón. No te detienes, porque Tu amor es inagotable e inexplicable. Me amas a pesar de mis continuas "negaciones", pero te pido, mi amado Redentor, que fortalezcas este corazón y lo hagas inquebrantable, para cuando lleguen las tentaciones o los días malos no tenga oportunidad de decir: "NO LO SOY", "NO LO CONOZCO", sino que en oración, alabanza y gritos de júbilo diga: ¡SÉ QUIÉN ERES TÚ!, Jesús, es mi Salvador, el dueño de mi vida. Al cual sigo y adoro cada día. Que todos sepan que sin Ti, mi amado Libertador, me es imposible vivir. 

"Jesús les dijo:
—¿Por qué están durmiendo? 
¡Levántense y oren para que no caigan en tentación! (Lc 22.46)

"A mi Amado Señor, quien buscó mi corazón incansablemente sea la honra y gloria, SIEMPRE, Amén" 

ALABANZA: ¡SÉ QUIÉN ERES!

"Mi paz viene, porque sé en quién he creído" (Gracia)

*** Que el Santo Espíritu de Dios llene tu corazón de fuerza y convicción, para gritar, ¡Si LO SOY!, Conozco a Jesús y le pertenezco.


"Oh Dios, ¡Pon en mí un corazón limpio!,
¡Dame un espíritu nuevo y fiel!" (sal 51.10)

Dios te bendiga.

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