¡MUÉRDETE LA LENGUA!


"En las muchas palabras no falta el pecado;
el que es prudente refrena sus labios. (Pv 10.19)

¡MUÉRDETE LA LENGUA!

"No hay cosa más amarga ni más dulce que la lengua."

Todo era hermoso, evocaba un gran sueño. Una maravillosa vida tenían Adán y Eva en Edén. Nada les faltaba, Dios había pensado en todo para hacer de su estancia en este lugar la mejor, de lujo. Iban y venían sin ningún problema. No estaban angustiados, afanados, temerosos por la seguridad, si hasta los animales feroces eran dóciles a ellos. Pero esta belleza no fue eterna, todo se esfumó hasta cuando entró en escena Satanás. La serpiente, con su lengua bífida identificó la dirección donde lanzaría su veneno mortal. "Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová había hecho..." (Gén 3.1a)

Satanás no hizo un acercamiento armonioso ni la enamoró con una bella canción o palabras hermosas, fue a la raíz de su debilidad. Aplicó el juego psicológico metódico, calculador y de doble sentido. Con su lengua larga, en continuo movimiento detectaba el alcance de las palabras y el efecto que causarían en aquella mujer. Este acercamiento vino para engañar y para distorsionar el mandato de Dios ¿Con qué Dios ha dicho?...". Quizá el problema de Eva fue prestar oídos a voces ajenas a la de Dios, esto era desobedecer Su autoridad, bajó la guardia, sin defensas sucumbió a la tentación, al pecado.

"La muerte y la vida están en poder de la lengua" (Pv18.21)

Pensar que esta escena nada tiene que ver con nosotros sería absurdo, puesto que esto con frecuencia se vive en la cotidiana de nuestra vida. Se tiene un facilidad adaptativa a escuchar voces muy diferentes a la de Dios y para hacer lo contrario a lo que Él nos pide que hagamos o digamos. Como también para darle libertad a la lengua a que hable más del límite apropiado. Juzgar y lanzar juicios deja al descubierto lo que hay realmente en el corazón humano. " ...Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón" (Lc 6.45c)

En el libro de Números podemos darnos cuenta que estas acciones para nada son agradables a los ojos y oídos de Dios, "Mientras estaban en Hazerot, Miriam y Aarón criticaron a Moisés porque se había casado con una cusita. (Núm 12.1). Como también nos muestra la corrección de Dios y el castigo pertinente. Dios los amonestaba por criticar a su siervo Moisés, por hablar más de la cuenta. Levantar juicios falsos obedece a que la Verdad de Cristo no prevalece, ha sido ocupada por la envidia, y los malos deseos hacia el otro. "¿Entonces, por qué no tuvieron temor de criticar a mi siervo Moisés?" (V8). Al final, la bendición se evapora en cada palabra que sale de la boca para dañar a nuestros semejantes. "ESeñor estaba muy enojado con ellos y se fue. Cuando la nube dejó de estar encima del tabernáculo, allí estaba Miriam, con su piel tan blanca como la nieve, leprosa..." (V9.10a) 

Como seres humanos necesitamos comunicarnos, y en esta era digital la comunicación ha adquirido un mayor alcance por la facilidad para estar conectados. El problema radica, en qué o de qué forma se hace. ¡Bla! ¡bla! ¡bla!, muchas veces se habla en exceso y al final nada se dice. Pero ante esta necesidad de decir y no callar entra en escena la tentación sutil, hablar de otros. "En las muchas palabras no falta pecado;..." (Pv 10.19a). Y es normal que dentro de una conversación se toque en algunos momentos un tema de alguien, el problema obedece cuando ese tema es mal intencionado, injurioso, tratando de dañar la imagen, honra, para así, supuestamente, quedar bien posicionado el que soltó la lengua sin frenar. "Mas el que refrena sus labios es prudente." (Pv 10.19b)

Cuando se cae en la tentación de escuchar los comentarios insidiosos y nos mancomunamos en este nudo de violencia verbal, muestra que se ha dejado de escuchar la voz de Dios, ya Su autoridad no prevalece, entonces el !Bla! ¡bla! ¡bla! externo, los propios pensamientos están siendo dominantes, puesto que en el interior crecen raíces de inconformismo, envidia, baja autoestima. Son muchos los factores que hacen que se suelte la lengua y se termine dañando la vida de otros. "Cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida" (Pv 4.23)

Aunque dentro de este desbordante palabrerío muchas cosas sean ciertas, hablar de otros no nos corresponde, arreglarle su vida menos, y compartirla con los demás viola el derecho a la privacidad. "No permitas que salgan falsedades de tu boca ni que tus labios digan mentiras." (Pv 4.24)


" - Disculpe, ¿aquí es el curso para dejar de ser chismoso? - Sí, ¿Quiere anotarse? - No, solo quiero mirar quién se anotó?"

Las palabras sin filtro son similares a pequeñas dosis de veneno que cuando se lanzan dañan, a veces sin darse cuenta, porque se ha convertido en hábito hablar sin disciplinar la lengua. Hablar, dialogar, compartir con otros retroalimenta nuestra mente, alimenta el espíritu, es un ejercicio saludable, pero hablar de otros no es más que ejercicio para la lengua muy destructor. Refrenar este músculo potente no es de necios, es de sabios, aunque difícil con disciplina y dominio propio se logrará mantenerlo bajo control, "Yo dije: Atenderé a mis caminos, Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca con freno, (Sal 39.1).

"Hermanos, no hablen mal de los demás. El que habla mal del otro, o lo critica, es como si estuviera criticando a la ley de Dios,..." (Sg 4.11)

¡Muérdete la lengua! antes de poner en evidencia las faltas de sus amigos o familiares, antes de develar secretos confiados, y exponer la vida de alguien. El desobedecer a lo establecido por Dios, quien nos dice NO HABLEN MAL DE LOS DEMÁS, esta dándole un sentido contrario a este principio, invalidando uno de los mandamientos, "No hablarás contra tu prójimo falso testimonio." (Éx 20.16). 

HOY, el Señor nos exhorta al dominio propio, a que refrenemos el impulso de hacer comentarios innecesarios acerca de otros. Que el objetivo de nuestras conversaciones sean para edificarnos, en donde estemos atentos para escuchar Su Voz, más que al chisme, y la palabrería sin sentido. Cuando se es ofensivo y se maltrata la honra de otro o se cuenta infidencias que no deberían ser reveladas sin autorización, no es el Señor quien tiene control sobre nosotros, sino la inmadurez espiritual que lleva actuar incoherentemente. "Que su conversación sea siempre con gracia, sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder a cada persona" (Col 4..6)

También nos invita a ser selectivos con lo que entra por nuestros oídos, a depurar la información como también a los informantes. No todo lo que viene de otros puede ser constructivo, en las muchas palabras viene sutilmente veneno que nos contamina y contamina a los demás. La fortaleza de carácter nos ayuda a tomar sabias decisiones y expresarlas. Así, cuando alguien toca un tema de otro, que no nos corresponde escuchar ni dar apreciaciones, podamos alejarnos, o decir, "Un momento, creo que es el momento de cambiar de tema". Sabio es quien no se deja influenciar y sabe decir No, esto no es conmigo. "Así que, traten a los demás como les gustaría que los trataran a ustedes..." (Mt 7.12a)

***Gracias amado Señor, por traer a mi vida tu corrección, sé que esto lo haces porque me amas, como también lo haces con mis semejantes. Te pido que me ayudes a mantener la lengua en estado de inercia, como también pon un centinela en mi boca para cuando sienta el impulso de dar respuesta a algo no me corresponde. Enséñame a hablar con palabras agradables, perfumadas con el aroma tuyo, y moldeadas con Tu Santa Palabra. Que sea tu Santo Espíritu guiando cada expresión que sale de mi boca. Tus palabras son Verdad, son las que dan vida, son las guían al cumplimiento de tus promesas, y son las enseñan y corrigen, a dónde más está la Verdad, solo en Ti, Cristo Jesús. "Reten la instrucción, no la dejes; guárdala, PORQUE ELLA ES TU VIDA" (Pv 4.13)

A mi amado Maestro, quien me enseña cada día a hablar Su lenguaje de Amor, sea la gloria y la honra, SIEMPRE. Amén.

ALABANZA: "ME RINDO A TI"
"Sublime amor, que entregó todo para que yo no fuera igual" (Gracia)

*** Que el Espíritu de Dios te lleve a un encuentro con la Verdad, y la establezca en tu corazón. 


A él clamé con mi boca,
Y fue exaltado con mi lengua. (Sal 66.17)


Dios te bendiga.

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